Los primeros rayos de Sol provocaron que Sharon cerrase los ojos. Alzó su mano para hacer sombra en sus ojos y poder contemplar el amanecer des del acantilado. No sabía cuántos minutos llevaba esperando Sharon, pero podía notar como el nerviosismo se estaba apoderando de Esmeralda y poco a poco de ella. Antes de pisar definitivamente la judía, había cogido el cinturón de cuchillos que Perseo había preparado para ella el día anterior y se lo colocó a la altura de su cintura.
Sharon nunca imaginó que se sentiría tan cómoda con un traje de guerra, parecidos a los que había visto vestir a Perseo y a Elisabeth en alguna ocasión. A simple vista parecía una camiseta de manga larga y un pantalón de una tonalidad grisácea apagada, pero en realidad el material con el que estaba hecho era lo suficiente resistente para protegerla de la electricidad de Egon y de otras amenazas. Sin duda, prefería ese traje a uno de los vestidos que solía vestir al principio de esa aventura.
El impacto de las enormes olas, dieron como consecuencia que el aire arrastrase gotas de agua que impactaron con el rostro de la chica. El recuerdo de ella a punto de saltar por el acantilado, la rodeó. Por entonces, solo era una humana frágil y que habría tenido muchas posibilidades de morir. No obstante, cogió con una mano el anillo de los Birdwhistle y saltó al vacío con los parpados apretados. Había sobrevivido, algo que no estaba segura si conseguiría antes que ese día terminase.
-¿Recordando viejos hobbies?- Sharon sintió una especie de déjà vu al escuchar esa voz estando ella al borde del acantilado. Había sido como en su sueño. Egon se encontraba a varios metros de ella con sus ojos negros, sin mostrar ninguna expresión en su rostro y con una breve electricidad recorriendo cada poro de su piel. Además, el joven vestía ropa de combate de color negra que parecía adaptarse a cada músculo de su cuerpo.- Leonard tenía razón cuando dijo que si yo te lo pedía, vendrías sin dudarlo siguiendo mis instrucciones.
-¿Qué querías enseñarme?- la joven intentó no mostrar su nerviosismo al escuchar el nombre de Leonard. No quería demostrar que ella sospechaba la posibilidad de que tu padre biológico estuviera allí.
-Sígueme.
Egon se dio la media vuelta y se dirigió a un camino que descendía hasta la playa. La joven mantuvo sus sentidos en alerta cuando comenzó a perseguir los pasos de ese deleiter. Partía con la ventaja que ellos desconocían que sus instintos supervivientes habían despertado. Por lo tanto, dentro de sus planes, Leonard y sus aliados contaban con que Sharon era una deleiter neutral indefensa
ante ellos.
Cuando llegaron al nivel de la playa, Sharon reconoció esa zona antes que Egon se introdujera en una cueva. Habían pasado meses des del día en que se conocieron, pero ella era incapaz de borrar de su mente como Egon la había cogido para esconderla en las sombras de esa cueva y así, escapar de los hombres de su madre. La joven negó con su cabeza, intentando sacudir esos recuerdos de su mente puesto que necesitaba mantenerse atenta, lista para combatir en cualquier instante.
Gracias a sus instintos supervivientes y al entrenamiento que había recibido junto con Esmeralda, la joven no se tropezó ni una vez cuando caminaron a oscuras por la cueva. Algo que no tenía nada que ver cuando ella era humana, incapaz de seguir el ritmo a ese deleiter de ojos azules. En cuestión de cinco minutos, recorrieron casi toda la cueva. La joven ya podía ver la luz del exterior, cuando Egon volvió a hablar.
-Veo que eres mucho más hábil que la primera vez que nos conocimos.
-¿Ahora Lucían te permite recordarme?- las palabras de Sharon hicieron que Egon se detuviera en seco y como consecuencia, que la joven impactase contra su espalda.
-Solo lo justo y necesario- Egon continuó caminando hasta llegar al exterior. Cuando la chica pudo ver la silueta del chico bajo la luz del sol, observó como cogía fuerza para impulsarse y llegar a tierra firme. A tan solo unos metros de él se encontraba un extenso y triste bosque en pleno invierno.