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Despierto, veo una vez más el piso marrón destacar arriba de mí.

Alf no está, probablemente haya ido a cazar, cosa que si debe hacer puesto que hoy es su turno.

Estoy descalzo, tengo ojeras terribles y siento como mi despeinado pelo acaricia mis pestañas.

No debería importarme mi aspecto, porque enserio: ¿ahora a quién le importaría que tengas las manos suaves, pelo correctamente peinado y bien vestido? Diría que fue una de las primeras cosas que perdimos desde el primer ataque.

Veo una lata con las palabras: "SOPA DE POLLO" y la agarro rápidamente. Al comer trato de masticar lo más fuerte que puedo para que produzca un sonido que no sea el silbido del silencio. En verdad odio ese silbido, recuerdo que decían que se producía cuando no se efectuaba ningún sonido cercano, siendo el silbido el que lo reemplace. Pero quisiera escuchar algo más que no fuera mi voz, la de Alf, y de mi rifle CZ 550. En eso se me viene a la mente: no recuerdo haber recogido mi rifle en el momento que cargué al ciervo. Adiós mi preciada amiga de caza.

Sin embargo, ahí esta, posada en el otro sofá, y una nota encima.

"He encontrado este rifle a las afueras de la ciudad, como no encontré el tuyo al salir supuse que era este así que aquí lo tienes." (*Firma de Alf*) 

No me cuestiono como encontró mi rifle, simplemente lo agarro y huelo la pólvora. No me sorprendo ni nada por el estilo, simplemente lo miro como si se tratara de un dulce, y yo de un niño.

No se porque, pero me da el impulso de salir y cazar, despedir de este mundo al próximo Sr. Venado que me encuentre, ahora la vida se define en esto o lo otro. Al menos para mí.

Entonces lo hago, me pongo zapatos, me paso las manos por el rostro y salgo del búnker. ¿Ya te lo explique no? Después de varios asentamientos fallidos, nos ocultamos en el último lugar de la lista de mi padre: un búnker en las afueras de la ciudad vecina oculto tras una fachada de árboles muy sospechosamente bien colocados.

Al salir la luz del sol trata de darme directamente en el rostro, pero es opacada por los árboles. Son alrededor de las 8 de la mañana, hace un calor tremendo y ya estoy sudando. No se exactamente que hago aquí afuera, no tengo una verdadera necesidad de cazar, y si pudiera dejaría el rifle ahí mismo en el suelo; y caminaría miles de kilómetros hasta me se me cansen los pies. Quisiera volverme a sentir despreocupado por un momento, y no tener que girar mi cabeza 360 grados cada diez segundos. Quisiera despreocuparme el resto de mi vida, de mi supervivencia, pero no puedo. Porque sé que aunque pueda parecer entretenido, significará una sentencia de muerte. Todo lo que no implique cuidarse la espalda, es una sentencia de muerte.

Todo lo que no sea cuidarse, es tu adiós.

Obligado, camino un buen rato al filo de la carretera con el rifle en alto. Camino, pero esta vez en dirección contraria a la recurrente. Y de la nada llegan los recuerdos: el día que conocí a Luis, que creamos un muy genial desastre en clase de química; el día que simuló estar borracho en plena clase de planificación para una obra teatral. La vez que yo canté la canción principal de Titanic con la voz súper aguda, y Abby; riéndose desde el fondo del salón. Empiezo a recordar cuando nos reíamos sobre historias estúpidas, cuando opinábamos de películas; cuando demostrábamos nuestro odio a Michael Bay por las películas de Transformers. Las veces que le acariciaba el pelo, cuando la abrazaba en invierno, cuando se recostaba en mi hombro cuando estaba aburrida. Y cuando la vi por última vez, aquella mañana hace un par de meses, en la casi penumbra del gimnasio; viéndola por última vez. Y muy probable, y a la vez tristemente. Muriendo a las manos de su compañero de supervivencia.

Escucho el grito de un pájaro, al mismo tiempo que el agitar de arbustos, y el leve intento de descarga de un arma a mis espaldas, todo a la vez.

No me importó quién fuera, ni que fuera, solo consideré en una fracción de segundo el que disparar fuera necesario. El cuerpo cae al piso, detrás de un arbusto, y el pájaro que estaba al lado sale huyendo del lugar. Como si huir ahora fuera tan fácil para nosotros.

Me acerco al cuerpo lentamente, delgado, muy probablemente mujer. Veo la ropa: un jean desgastado y una camisa roja a rayas,la herida bien marcada en el muslo izquierdo, y un cara pálida con el cabello de un hipnotizante color marrón oscuro.

Me mira fijamente a los ojos, sin ganas, sin poder respirar correctamente; y yo observo a la ahora mal herida Abby Looper. 

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⏰ Última actualización: May 25, 2016 ⏰

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