En el primer pasillo se encontraba un estante con algunas revistas, decidí acercarme a él dedicándome simplemente a ojear desinteresadamente la primera que encontré. Una revista de autos deportivos.
Dentro de ésta encontré un mapa, doblado en forma de tríptico. Lo abrí por completo y me encontré con Illinois. A lo largo y ancho de éste, había algunas equis hechas con marcador negro, tomé el mapa, dispuesto a preguntarle al chico cuanto me daba por él (ya que estaba rayado). Tal vez era ridículo, pensar en irme lejos, en tomarme mis días... sólo eran tonterías, tenía que presentarme a trabajar el lunes.
La campanilla de la puerta interrumpió de nuevo mis pensamientos. Una mujer mayor se introdujo en la tienda colocándose en el 3er pasillo.
Volví a prestar atención a los personajes de negro que se habían adentrado justo después de mí. El hombre mantenía la mano derecha en el bolsillo y la otra golpeaba el cristal del mostrador con sus dedos.
La chica se separó un poco de él para echarle un vistazo a los discos del otro lado del mostrador. Su acompañante giró la cabeza repentinamente hacia ella y con movimiento rápido en sus ojos, le dio orden de no alejarse.
Por el rabillo del ojo pude notar al chico atravesando el umbral de aquella puerta. Me disponía a caminar al mostrador para pagar, cuando escuché la cajetilla caer al suelo.
-No, no disparé, no lo haga por favor- oí la voz nerviosa del chico.
Pude notar a través de los estantes vacíos, como la anciana cubría su boca con su mano temblorosa, mientras se dejaba caer de rodillas al suelo.
-¡Sólo dame el dinero!- gritó aquel tipo armado, sujetando el arma con las dos manos - la bolsa- dijo señalando con su cabeza a la anciana sin despegar la vista de su principal blanco. Aquella chica se dirigió hacia ella, mientras que la mujer horrorizada se impulsaba hacia atrás con sus manos.
Me saqué el teléfono del bolsillo y arrodillado en el suelo llamé al 911.
Estaba ocupado, ¿qué maldita broma era ésa?
-¡Mierda!- maldije inconscientemente. El sujeto que amenazaba al chico pudo escucharme y le gritó fuertemente a la joven -¡Tiene un celular, está llamando a la policía!-
Intenté de nuevo y contestaron mi llamada.
-911, ¿en qué puedo ayudarlo?... ¿cuál es su emergencia?...- escuchaba vagamente a la operadora.
Alejé el celular de mi oído poco a poco, mientras alzaba mis manos y me levantaba lentamente del suelo.
A casi un metro de distancia, se hallaba aquella chica, sosteniendo el arma temblorosamente con sus manos, apuntando directo hacia mí.
La sombra de la capucha cubría sus ojos negros, su cabello lacio y oscuro, estaba dividido a la mitad, saliendo de lado a lado de su cuello. Sus manos blancas y pálidas temblaban alrededor del arma.
De pronto, me pareció escuchar a lo lejos, el sonido de una sirena.
Pero finalmente todo sucedió así:
Mientras el hombre se había distraído avisándole a la chica que yo estaba llamando a la policía, activo la alarma silenciosa (la cual realmente llamó a la patrulla)
El tipo escuchaba que el 911 me preguntaba sobre mi emergencia, por eso creía que no sabían aún lo que ocurría y estaba seguro de que no corrían peligro.
Cuando se escucharon las sirenas, el hombre supo que fue el chico quien los llamó, lo golpeó con el arma, cayó al suelo nauseabundo y adolorido, mientras el tomaba el dinero por su cuenta mientras metía los pocos billetes de la caja en sus bolsillos.
La chica seguía apuntándome sin hacer ningún movimiento más que el de sus manos temblando. Con la bolsa de dinero en la mano el sujeto llegó por detrás de la chica y gritó -¡Has dejado que te vea el rostro! ¡VA A ENVIARTE A LA CÁRCEL! ¡¿ERES ESTÚPIDA ACASO?! ¡DISPARALE!-
El semblante de la chica dejó de ser penetrante, parpadeo dos veces y sus labios formaron una línea recta. Intentaba apuntar directamente a mí, pero temblaba tanto que la bala podía salir en cualquier dirección. Las sirenas se oían cada vez más cerca.
-¡VERÓNICA, DISPARA!-exclamó fuertemente hacia la chica.
Verónica, su nombre era Verónica.
La chica daba pequeños sollozos y sus labios temblaban al igual que sus manos.
-Verónica...- susurre mirándola a los ojos.
-¡HAZLO YA!- gritó el hombre.
Giré mi cabeza hacia la derecha y cerré mis ojos.
1.-La pólvora estalla
2.-La bala sale disparada
Está bien, era lógico además, que el sonido viajara más rápido que la bala.
Resultaba como conocimiento básico de la vida. Pero cuando te disparan, parece no servirte más que...de nada.
Todo eso se vuelve inútil, porque lo peligroso o complicado, no eran la bala ni el sonido, sino a quien estaban dirigidos.
Mis rodillas se doblaron, caí hacia atrás, aún con mis ojos cerrados. Giré mi rostro y abrí mis ojos, las luces del lugar parecían borrosas pero aún cegadoras, su rostro frente al mío, con aquella luz blanca tras ella, marcaban su silueta, rozo mi mejilla con aquella pálida y fría mano. Sus ojos desorbitados, parecían no entender lo que estaba pasando. Con cada parpadeo podía apreciarla menos y todo era lejano, casi como un sueño. Aquella chica de ojos oscuros, comenzó a revisar mis bolsillos rápidamente, sólo podía verla a ella, siendo enmarcada por el blanquecino lugar. Cuando terminó de revisar mi abrigo, devolvió su mirada hacia mí, sus labios se movían, pero susurraban cosas que no podía entender. No puedo describir su estado de ánimo, parecía estar vacía, como hundida en algo muy gris, su rostro se giró hacia atrás gritando algo y me devolvió la mirada una última vez. La tomé del collar que colgaba de su cuello y cuando ésta intento escapar, los 5 pequeños cristales triangulares que lo formaban, revotaron por el suelo.
Parpadeé una vez más y ya no estaba. Hubo nada, algo menos que nada.
Yo creía tener todos los conceptos de la vida bastante claros.
Los de la vida...claro.
Espero les guste.
Con amor, DdD.
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Sujeto, verbo y terminamos
De TodoVerónica, no te odio por lo que pasó, se que no fue tú culpa. Pero yo...hubiera podido abrazarte si lo necesitabas. Nunca antes me habían apuntado con un arma. Mucho menos una chica. Pero te juro que nunca, jamás... me habían disparado. Hasta hoy.