Capitulo 4

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Mientras pensaba en un plan para evitar que Kaite hablara con él, fui a recorrer la ciudad, se veía tan diferente, había muchas cosas que en el futuro ya no estaban, ahora tenía la oportunidad de aprovecharlas. Yo a los 14 años no salía mucho, así que como era mayor de edad ya, debía darme mi tour.

Los jardines y toda la gente paseando por la noche era lo que más me gustaba.

Sabía que si iba a desaparecer tarde o temprano, debía de escribir todo lo que me estaba pasando, el viaje al pasado, todas las cosas que han cambiado, Daniel...

Debo de escribir esto y dejárselo a Kaite para que ella lo sepa, no quiero que dentro de 4 años, yo no sepa que hice este increíble viaje.

Aunque me gustaría hablarme, eso no sería correcto.

Ya casi eran la media noche y yo no sabía dónde me iba a quedar, se supone que nadie que me conociera debía verme.

Regresé a casa, a la casa donde viví por 17 años y medio las luces estaban apagadas, seguramente todos dormían.

Entré a la casa lo más silenciosa que pude, como aquellos días en los que solía levantarme temprano a correr mientras mi papá y mis hermanos dormían y mi mamá estaba en el trabajo. Por aquellos tiempos mi madre trabajaba en el tercer turno en una fábrica.

Había un cuarto que mi papá usaba para dar consultas, entré ahí, me encontré con mi pequeño cachorrito Cobachi, saltó de alegría el pequeño perrito. Estaba tan feliz, era la bolita de pelos más bonita del mundo, un pequeño maltes.

Me quedé dormida en la mesa de exploración, que para mi parecía ser una cama individual bastante dura.

Cuando volví a abrir mis ojos, pensé que todo lo que había pasado no era más que un sueño.

Pero todo era verdadero, estaba aquí, en el pasado.

Eran como las 5:30 am. Ya que escuchaba ruidos de la sala y yo era la única que estaba despierta a esa hora, ya que debía entrar a la escuela a las 7, y una hora no me bastaba para estar lista.

Comencé a escribir en una libreta lo sucedido ayer, mientras esperaba que llegara la hora de que yo, es decir Kaite fuera a la escuela.

Cuando mi madre llegó, estaba tan joven, y el cansancio aún no invadía sus ojos, seguía viéndose con esa energía que después de 4 años ha estado desapareciendo.

Cuando se fueron entré a la casa y fui hasta mi cuarto, tomé algo de ropa, suerte que había bajado de peso, y era más delgada que antes.

Tomé algo para desayunar y me fui, aún no sabía cuánto tiempo estaría aquí y no tenía suficiente dinero como para mantenerme, apenas unos 1,000 pesos me quedaban y no iba a estar viviendo de incognito aquí.

Caminé un poco y llegué hasta la casa de Daniel, donde él solía vivir, un año después el se mudó y fue cuando dejé de verlo.

Enfrente estaba la casa de quien era mi mejor amiga, también hace mucho que había dejado de hablar con ella, a veces la extraña y pensaba en todas las ocasiones que compartimos, era como mi hermana, pero eso había quedado en el pasado.

Ya eran las 10 de la mañana y yo seguía observando y recordando.

Cuando me encontré con Daniel. Me sentí tan nerviosa que pensé en hacer como si no lo conociera e irme lo más rápido de ahí.

Pero fue imposible porque me hablo y yo quería quedarme a la vez.

-¡Elise!

-Hola

-¿Vives aquí?- ¡Rayos! Me iba a descubrir

-Emm...si, vivo por aquí, cerca

-Jamás te había visto

-Sí, es que hace una semana me mudé por aquí, como te darás cuenta, no soy de aquí

-Sí, con razón

-¿Qué edad tienes?

-15 ¿y tú?

-18

Daniel es un año seis meses más grande que yo, pero ahora yo era la mayor aquí.

-¿Vas en la prepa?

-No, ya estoy en la universidad

-Que bien

-Si

-Bueno, ya me tengo que ir

-Sí, fue bueno verte, eres la única persona que he conocido hasta ahora

Sonrió y se despidió dándome un beso en la mejilla dejándome helada y casi sin respiración.

Recordaré por siempre y para siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora