Cuatro

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Resulta que el cabrón en cuestión era uno de mis amigos.

En mi defensa diré que no me enteré hasta que llegó al comedor, regodeándose, y se refirió a ti como su último rollo. Al parecer lo habías mandado a la mierda y él había hecho lo que creía conveniente. Difundir esa foto.

Los comentarios que escuché después me revolvieron el estómago.

Todos nuestros compañeros del equipo se rieron con él. Yo miré a mi mejor amigo, nos levantamos de la mesa y nos largamos sin dar explicaciones.

Rosas sin pétalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora