Capítulo 4

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Me quedé sentada en una esquina del grande y viejo sofá de la sala mientras mami me seguía hablando, la miraba directamente a los ojos.
Seguía diciendome cosas sobre el bullying o el racismo.
Ya habían pasado 2 semanas desde cuando pasó la pelea con Patty, la maestra me había regañado pero ella, ella no iba a recibir ningún castigo porqué según la mitad de la clase yo fuí quién empezó con todo.
-Ani ¿me estás escuchando?- interrumpió mis pensamientos.
-Si, claro, ¿puedo ir a mi habitación?- hice una leve sonrisa.
-Vé, chaito pues, pero primero la bendición. - me acerqué a ella.
-En el nombre del padre, del espíritu santo, amén.- dijimos juntas.
Tomo mis mejillas delicadamente con sus frágiles y congeladas manos y besó mi frente.
-Buenas noches, que dios te bendiga mija.-
-Te quiero mami.- le sonreí nuevamente y le pasé el control remoto de la televisión.
Caminé por el corto pasillo y me encerré en mi habitación, eran más o menos las 9 de la noche y hacía un frío del demonio.
Estabamos en invierno, era de esperarse por un país tan frio como Suiza.
Tomé la sabana y me cubrí con ella, parecía un pequeño burrito.
-Aaaah, que cómodo.- sonreí para mí misma recostandome en la cama y cerrando los ojos.

Al día siguiente fuí a la escuela, por suerte era viernes.
-Anilem, ¿traiste la tarea extra qué te asigne por el castigo?-
Genial, me había olvidado, como siempre formulé una excusa "creíble" en mi mente y tardé unos segundos para después mirar a la odiosa profesora que estaba delante de mi.
-Sí, sí la hice espere un segundo qué la busco.- levanté la pesada mochila posandola sobre mi escritorio y rebusqué en ella.
-Ah, no la entré... ¿puedo traerla el lunes?- bajé el tono de voz y la miré intentando parecer arrepentida.
-Qué sea la ultima vez, o la próxima vez te duplico el trabajo.-
Asentí y se fué a su mesa.
Después de unas horas de matemámatica, italiano y demás cosas aburridas nos fuimos a nuestras casas, yo desvíe el camino rápidamente y después de varías cuadras llegué delante de un apartamento azul claro, ahí es donde vivía mi hermano mayor Max.
Entré y subí rápidamente las escaleras hasta llegar al segundo piso, ahí toque el timbre varias veces pero nadie respondía.
-¡Max abreme soy Anilem!- toqué con algo de fuerza la puerta y fué ahí qué abrió.
-Calma, calma estaba durmiendo.- le sonreí al verlo todo despeinado y entré en la casa.
Percibí el mismo olor a lavandas de siempre y me sentí bien por un momento.
-Tú siempre tan vago, ¿eh?- caminé hacía la enorme sala y quitandome los zapatos me tiré al grande sofá a L qué ocupada una parte de la sala.
-Una niña de 13 años no debería hablar tanto ¿no crees?- oí su voz ronca desde la cocina.
Solté una risa por su comentario y suspiré sentandome.
-Ven acá, ¿qué haces dejandome sola?- subí el tono y miré fuera de la gran ventana de vidrío que llevaba al balcón.
-Cállate mocos qué ando preparndóte la merienda recién sales de la escuela ¿no?- mi rostro se iluminó con una sonrisa gigante y me levanté de golpe corriendo hacia la cocina.
-¿¡Nutella!?- exclamé dando unos pequeños saltos.
-Acompañada con pan y jugo de naranja.- sonrió a ver mi reacción.
No solía comer mucho chocolate, por algo amaba ir a casa de mi hermano.
-Eres el mejor.-
La cocina era algo pequeña, tenía una mesa pegada de la pared con tres asientos, un refrigerador gigante que ocupada casi todo el espacio.
-Sí, claro.- soltó una risa tierna y posó el plato con el pan y el vaso en la mesa.
-Gracias.- me senté y empecé a saborear el pan, era exquisito.
-Tengo que hablarte sobre algo Ani.- se sentó en la silla que estaba a mi lado y bajó un poco la cabeza mirando hacia otro lado.
Eso significaba solo una cosa:
Malas noticias.
-¿De qué se trata?- dí un sorbo al jugo y lo volví a posar en la mesa.
-¿Si te dijera que tienes que venir conmigo a otro país vendrías?- no me gustaba su tono de voz, era muy triste y preocupado a la vez.
La verdad, haría cualquier cosa para irme lejos de este país, lejos de la escuela y de todos.
-Sin dudarlo.- sonreí de medio lado bajando la mirada.
-Verás, sabes que mami...por la enfermedad que tiene esta muy delicada, los pulmones se están hinchando de agua, casi no puede respirar bien.-
Asentí con la cabeza.
-¿Entonces? ¿Qué pasa con eso? El doctor dijo que se mejoraría con las pastillas.- terminé el pan y me crucé de brazos asumiendo una faceta seria.
-Esas son solo excusas de doctores para decirte en pocas palabras "vas a morir pronto, pero no te preocupes mientras tomes las pastillas no sentirás mucho dolor".- mi mirada se encontró con sus ojos oscuros.
Estaba muy enojado, podía notarlo.
-Mami quiere irse a República Dominicana para vivir con su familia.-
-¿Nos iremos todos?-
-Por ahora, iremos solo nosotros dos, ella nos alcanzará después de unos meses.- tomó mi mano y la apretó un poco.
-Entiendo, ¿es seguro?-
-Sí.- bajó un poco su cabeza.
¿Esto quiere decir que tenía que dejar a Julia y a Liam para siempre?
No había pensado nunca en alejarme de ellos, eran como una pequeña familia.
Me levanté y le sonreí disimuladamente, para así tomar mi chaqueta ponermela y encaminarme hacia la puerta.
-Nos vemos mañana ya se está haciendo oscuro muy temprano y mami me estará esperando.- abrí la puerta y me fuí.

Abrí la puerta de casa y sentí el aire tibio pegando a mi cara y me sentí bien.
-¿Ya llegaste Ani?- oí la voz de mami desde la cocina y fuí hacia ella.
-No, soy Juan De los Dolores Santos.- reí quitándome la chaqueta.
-Que tonta.- sonrió mi mamá mirandome.
-Mira, ahí te deje la cena, hice una pasta rápida.- señaló el microondas y asentí con la cabeza.
-Está bien, gracias, vé a descansar, te quiero mami.- la abracé y ella besó mi frente.
Dejé el plato de pasta donde estaba y me encerré en el cuarto.
No tenía nada de hambre.
Me tiré a la cama y encendí mi computadora. Entré a Youtube y puse la playlist que tenía guardada de Lana Del Rey, abracé mi almohada y me quedé mirando la sabana.
Mi mamá estaba muriendo despacio, aunque nunca me había dicho nada sabía que no le quedaba mucho por vivir y eso me destrozaba mucho, la persona que más amaba estaba en el borde de la muerte y yo simplemente no podía hacer nada para remediar eso.

Lagrimas de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora