Capitulo 1

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La Brigada de Chicos Calientes me rodeaba.

 Muchas personas creían que la brigada de chicos calientes eraun mito. Nada más que una leyenda urbana del campus, algo así comola historia sobre la reina del baile que se lanzó de una de las ventanasdel dormitorio porque se encontraba bajo la influencia de LSD o crack,o se cayó en la ducha y rompió la cabeza, o algo así. ¿Quién sabe? Lahistoria cambiaba cada vez que la escuchaba, pero a diferencia de lachica muerta que rondaba por Gardiener Hall, la brigada de chicoscalientes era real, criaturas viviendo y respirando, muchas criaturas paraser exactos.

 Muchas criaturas calientes.

 Era raro que estuvieran todos juntos hoy en día, es por eso que seconvirtieron en una especie de tradición del campus, pero diablos,cuando lograban juntarse, era toda una delicia para la vista.

 Y era probablemente lo más cercano a la perfección queconseguiría, eso y el maquillaje milagroso llamado Dermablend, ya quecasi cubría la cicatriz en mi cara.

 Todos nos abarrotábamos en el departamento de AveryMorgansten. Basándome en la roca que tenía por anillo en el dedo, seencontraba bien con el cambio de apellido, y aunque no la conocíabien, en realidad no conocía a nadie excepto a Teresa, me sentía felizpor ella. Cada vez que me encontraba a su alrededor, siempre eradulce. Podía ser un poco tranquila a veces, y parecía que desaparecíaen sus pensamientos, pero nadie podía dudar que ella y su prometido,Cameron Hamilton, se encontraban profundamente enamorados por laforma en que se miraban el uno al otro.

 Así como la miraba ahora, como si no hubiera otra mujer en elmundo que no fuera ella. A pesar de que se hallaban sentados juntos,Cam en el sofá y Avery en su regazo, esos brillantes ojos azules seencontraban fijos en ella mientras reía de algo que su hermana, Teresa,dijo.Página7

 Si tuviera que calificar a la brigada de chicos calientes, diría queCam era el presidente. No sólo por su apariencia, sino también por supersonalidad. Nadie se sentía raro o excluido a su alrededor. Él teníaesta... calidez que era absolutamente contagiosa.

 En secreto, que me llevaría a la tumba, envidiaba a Avery.Apenas si la conocía, pero codiciaba lo que tenía, el magnífico chicoatractivo, quien también era verdaderamente un buen tipo, que podíahacerte sentir a gusto a su alrededor. Eso era raro.

 —¿Quieres otro trago?

 Incliné mi cabeza a la derecha y luego para atrás, hacia la voz deJase Winstead, y contuve un poco la respiración. Era lo opuesto a Cam,extremadamente guapo, pero no me hacía sentir cómoda cuando misojos se topaban con sus ojos grises. Con su piel morena, largo cabellocastaño, y una casi irreal apariencia de modelo, sería el teniente de labrigada de chicos calientes. Era por mucho, el más sexy de todos ellos, ypodía ser súper dulce, como ahora, pero no era fácil de tratar oencantador como Cam, por lo cual Cam se mantenía en la primeraposición. 

—Nah, estoy bien. —Levanté la botella de cerveza medio llenaque estuve bebiendo desde que llegué—. Gracias de todos modos.

 Él sonrió y luego se alejó, rodeando con sus brazos la cintura deTeresa. Ella inclinó su cabeza contra su pecho mientras colocaba susmanos en sus brazos. El rostro de él se suavizó.

 Sí, me sentía un poquito envidiosa de Teresa, también.

 Nunca estuve en una relación seria. No tuve ninguna cita en lasecundaria. La cicatriz en mi rostro era mucho peor entonces, algo queningún maquillaje milagroso podía camuflar... y los chicos de lasecundaria, sí, ellos podía ser crueles cuando se trataba de defectosmuy visibles. E incluso si alguien podía haber mirado más allá de eso, porla forma en que mi vida fue en aquel entonces, no había espacio otiempo para una cita y muchos menos para una relación.

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