Capitulo 2

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Mis dedos temblaban bajo el chorro de agua fría de la ducha. Los tubos cantaban una canción triste, expandiendo y temblando dentro de las finas paredes blancas de mi pintoresco desván de dos dormitorios por encima del café Bucksaw. Parecía que se demoraba una eternidad en salir el agua caliente.

Las alfombras estaban gastadas, y olía a grasa y moho cuando no ardía una vela, pero por doscientos dólares al mes, era mío. En comparación con otros apartamentos en The Springs, el desván era prácticamente gratis.

Adornos que quedaron de la colección ecléctica de Phaedra colgaban en las paredes. Había salido de casa con nada más que la ropa que llevaba y mi bolso Louis Vuitton. Aunque hubiera querido tomar algunas de mis cosas, mi padre no me hubiera dejado.

El Dr. William Fairchild era temido en el hospital y en casa, pero no porque fuera abusivo o tuviera mal temperamento, a pesar de que sí lo tenía. William era un cardiólogo reconocido en el estado de Colorado y casado con la Dr. Blaire Fairchild, una de los mejores cirujanas cardiotorácicos en América del Norte, también conocida como mi madre... y la reina perra del universo por algunas de sus enfermeras.

Mis padres habían sido hechos el uno para el otro. La única persona que no encajaba en nuestra familia era yo, y era una decepción constante para los dos. Para mi penúltimo año de la escuela secundaria, me habían presentado a mi amigo favorito, mi consuelo secreto, la promesa de un buen rato libre de estrés... cerveza barata. Entre más obsesionados y reconocidos se volvían mis padres, más nutría mi soledad y vergüenza, no es que se hubieran dado cuenta.

El agua comenzó a caer caliente, trayendo mis pensamientos al presente.

-Al fin -dije a nadie.

El botón de mis vaqueros se abrió fácilmente, ya que la hendidura se hallaba desgastada y un poco estirada. Desabroché los pantalones y luego me di cuenta de que, con los millones de pensamientos que se arremolinaban en mi cabeza, me había olvidado una parte importante de mi rutina nocturna. Maldije en voz alta mientras corría hacia mi armario del dormitorio. Inclinándome, saqué una caja de zapatos. Llevé el cartón a la cocina y lo puse junto a mi delantal en el mostrador.

Una pila delgada de menos de veinte pequeños recibos de cuentas se asomaba desde el delantal que se encontraba doblado pulcramente por encima de la fórmica gris y rosa. Quité la tapa de la caja que contenía más de cinco años de cartas, fotos, y dinero en efectivo en lugar de unas Adidas. Puse cuidadosamente la mitad de mis propinas en el interior, y luego la escondí en un rincón oscuro de mi armario.

Volví a la cocina para meter el resto del dinero dentro de un monedero negro plano que compré en la tienda de descuento local poco después de que había vendido la Louis Vuitton en línea. Ciento once dólares en efectivo, justo como el resto de la pila. Tendría el alquiler para el final de mi turno al día siguiente. Con ese pensamiento, sonreí y arrojé la cartera en el mostrador de camino al baño.

Mi camiseta se pegaba a mi piel por el sudor de todo el día. La despegué y me quité fácilmente mis andrajosos Converse de bota blancos, y luego me las arreglé para quitarme los vaqueros ajustados, bajándolos hasta mis tobillos y arrojándolos a la esquina.

El gran montón de ropa sucia me hizo feliz, sabiendo que eso nunca habría existido en mi vida anterior. Con una casa llena de personal -Vanda, el ama de llaves, y las tres criadas, Cicely, María y Ann- una pila de ropa sin lavar al final del día habría significado el despido de alguien. Mi cama habría sido tendida en el momento en que saliera de ella, y mi ropa habría sido lavada, secada y colgada el día siguiente.

Dejé que mis bragas cayeran al suelo y me quité los calcetines húmedos con los dedos de los pies. Di un paso bajo el humeante chorro desigual. De vez en cuando, el agua se convertía en hielo frío y luego se ponía hirviente antes de volver a la normalidad, pero no me importaba.

Beautiful SacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora