Prólogo

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-¿Es que no lo entiendes? -preguntó el joven, sonriendo.

La chica negó con la cabeza, temblando. Estaba confusa, asustada, aterrada. Aquello podía con ella. Aquella situación... la sobrepasaba. No podía más. Necesitaba una vía de escape... y en aquel momento, comprendió que aquel muchacho que la miraba con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos abiertos, era la única que tenía en ese momento. Así que, corrió hasta él y se arrojó a sus brazos.

-Tranquila, todo va a salir bien. Tranquila... -susurró él, dulcemente. Enredó una mecha pelirroja de la joven alrededor de su dedo índice derecho, y la abrazó con más fuerza.

La chica suspiró, y sólo entonces se dio cuenta de que estaba llorando. Supuso que había confundido las lágrimas con la lluvia, que empapaba su delgada túnica negra.

-Yo... -tartamudeó la joven.

-Shh... tranquila...

Se separaron y se miraron a los ojos. Fue una mirada intensa, y llena de compasión mutua. En los ojos violetas del joven había un brillo de dulzura... y también de maldad. La chica se estremeció violentamente. El joven pareció darse cuenta, porque se acercó a ella y la abrazó a modo de consuelo.

-Tranquila... Aeliha...

La chica volvió a estremecerse. La voz profunda y cavernosa de aquel ser era fría e inhumana siempre... pero en aquella ocasión tenía un matiz dulce y... casi humano. Los dos se separaron de nuevo... y ella no pudo resistirse más. Las lágrimas empezaron a caer desconsoladamente por sus mejillas. Él se acercó de nuevo a la chica... pero esta vez no se limitó a abrazarla y hablarle dulcemente, sino que pegó sus labios cortados y llenos de heridas a los suyos, finos y rosados. Cuando se separaron por tercera vez, él dijo, en un susurro:

-Estamos en esto juntos, Ael, y nada nos volverá a separar jamás... Jamás.

La chica dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora