Hasta que llegó ese día, tan solo fui un alma mezquina, ruin y miserable, alejado de Dios y lleno de avaricia, y es por que sido castigado de este modo, las consecuencias de nuestra codicia se manifiestan ahora en la condena que sufren las almas que nos arrebatan, una pena mas amarga que hayamos sufrido nunca.
Sacerdote-