Capítulo 1.

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Salgo corriendo por toda mi casa tratando de evitar a mi padre. Sus gritos se escuchan desde el piso de arriba, no puedo creer que esté pasando esto. Simplemente agarro el arma que me regaló mi tío hace tanto y espero, encerrada dentro del baño, a que él suba.

-¡VEN AQUÍ, ZORRA!-Escuché como subía los escalones con pasos pesados. «Otra vez no, por favor. » Supliqué en mí cabeza. Aferré la pistola con más fuerza cuando lo escuché entrando en una de las habitaciones contiguas al baño.-¡SI SALES NO TE HARÉ NADA!-Y una mierda. Ha agarrado el pomo del baño y yo intento hacer fuerza para que no abra la puerta. Pega un golpe contra esta con su hombro y consigue hacerme daño. Como tantas veces. Pero no entra, no se lo permito.

-¡VETE A LA MIERDA, CABRÓN!-Le grito. Él parece no imitarse ya que sigue pegando golpes a la puerta. «Déjalo pasar, Haylee. Si no lo haces va a ser peor.» Y ahí es cuando me doy por vencida; me alejo un poco de la puerta, todavía haciendo fuerza en su contra para que no abra, y respiro hondo. No estoy llorando, pero tengo ganas. Haré como hago siempre: después de la paliza a llorar como si me fuese la vida en ello. Y desde mi punto de vista, era así. Cerré los ojos un momento y, al abrirlos, solté la puerta. Mi padre cayó al suelo porque estaba haciendo fuerza, justo en ese sentido, los segundos pasaban muy lentos para mí. «¡CORRE!» Hice caso a esa voz que hablaba en mí cabeza y eché a correr por el largo pasillo del piso de arriba. Me guardé la pistola en mí cinturón y fui lo más rápido que pude a coger la mochila, la había dejado justo encima de mi cama. Ya estaba planeando la idea de fugarme desde antes de que mi padre volviese a casa. Cogí la mochila y bajé las escalera corriendo, mi padre ya estaba en pie y había salido corriendo detrás de mí. Sólo me quedaba una opción, coger la moto. Agarré las llaves que estaban encima de la mesita de café del salón y salí fuera. Coloqué las llaves en la moto y me senté, sabía manejarla más o menos. Me puse el casco con nerviosismo.

-¡HAYLEE! ¡PUTA ZORRA, VEN AQUÍ!-Me llamó, pero yo ya había arrancado la moto. Comenzaba a llorar debajo del casco y eso no me dejaría ver bien, me calmé cuanto antes y seguí la carretera. Después de unos veinte minutos llegué al pueblo, no tenía ninguna opción. Nada para poder pasar la noche. Sólo me quedaba hacer una cosa: llamar a Merle. En cuanto pudiese pararía en algún lado y llamaría a su casa. Pasaron otros diez minutos y paré en la gasolinera más cercana. Saqué mi móvil de la mochila y marqué el número de Merle. Lo cogió al quinto tono.

-¿Sí?-Preguntó Malhumorado, como siempre.

-¿Merle?-Pregunté algo temerosa.

-¿Haylee, estás bien?-Preguntó al escuchar mi temblorosa voz.

-Sí, no te preocupes, pero ¿puedo ir a tu casa?-Merle me trataba como una hermana y ya me dijo, más de una vez, que siempre que lo necesitase llamase a su casa.

-Claro, ven aquí y explicame qué ha pasado, ¿Vale?-Sólo solté un "uhm", cosa que le hizo reír.-Te espero allí, enana.-Colgó la llamada y suspuse que estaría en algún bar, bebiendo, antes de que yo lo llamara. Volví a arranca la moto y fui en camino de la casa de Merle Dixon. Aunque sea raro, Merle me ha estado cuidando desde siempre. La primera vez que se enteró de que mi padre me pegaba, fue la tarde siguiente a mi casa y no paró de pegarlo hasta que mi padre quedó inconsciente. Yo no hice nada, sólo lloraba en una esquina esperando que todo acabara, que toda esa pesadilla finalizara.

Llegué a la casa de Merle y llamé a la puerta. Después de unos segundos, el propio Merle me abrió. Cuando vio mi cara, maldijo por lo bajo.

-¿Qué te ha hecho ese desgraciado?

-No ha llegado a hacerme nada más que esto, he huido de casa.-Se sorprendió ante mis últimas cuatro palabras. De un momento a otro, comencé a llorar. No me gustaba llorar, pero había veces que lo necesitaba. No podía ir con esa cara al trabajo, lo más seguro es que se inmiscuyeran y tratasen de convencerme para que volviese con mi padre, después hablarían con él y después de unos días, volvería a las andadas. Merle me invitó a pasar y yo me senté en su sofá.

-¿Y qué piensas hacer?-Pregunta dándome una lata de cerveza, la cual acepto, le doy un ligero "Gracias" y bajo la mirada.

-Supongo que buscaré un motel en el pueblo que esté más o menos decente.-Me encojo de hombros.

-Puedes quedarte aquí esta noche, si quieres.-Me ofreció. Pero yo negué con la cabeza, agradecida.

-No te preocupes, buscaré un motel.-Él asiente bebiendo un sorbo de su cerveza, sé que no para de mirarme la cara. Mi padre me ha pegado un poco pero no tanto como otras veces.-Por mucho que me mires las heridas no se van a curar.-Solté una risita y él también. Después de acabarme la cerveza le di las gracias por todo.

-Sabes que para lo que necesites estoy aquí.-Sonreí.

-Gracias, de verdad.-Luego salí, me puse el casco de la moto y arranqué. Me despedí de Merle y fui a buscar algún motel decente en el pueblo. Encontré uno donde estaba la parte de tiendas del pueblo, ese tipo de tiendas donde venden regalos de vacaciones para llevar a tus amigos. Dejé la moto en el aparcamiento y entré a recepción. Una noche allí me costaría unos 50 dólares. No tenía problema con el dinero así que pasaría allí unos pocos días. La recepcionista me tendió una llave con el número 13, le di las gracias a la señora y subí las escaleras en busca de mi habitación. Cuando llegué dentro de esta, lo primero que hice fue sacar mis cosas principales. La pistola, el móvil y una foto de mi difunta madre. Según lo que me dijo mi padre, mi madre murió después de tenerme a mí. Se suicidó por la depresión pos parto. Pero yo no quería creerlo. No podía. Alguna vez le había preguntado a mi tío pero siempre me decía que cuando fuese mayor lo sabría. Después de cansarme de la misma respuesta siempre, decidí no volver a preguntar. Me metí en la cama con la ropa y al cabo de un rato mi teléfono comenzó a sonar. Era Merle. Querría asegurar si estaba bien. Cogí la llamada:

-Hola, enana. ¿Has llegado ya?

-No, Merle. Te estoy hablando mientras conduzco la moto, como tengo cuatro brazos.-Dije irónica.

-Que graciosa te has vuelto, sólo llamaba para asegurar. Ah, espera.-No sé que pasó que se comenzaron a escuchar muchos resoplidos.-Darylina, dile algo a Haylee.-Apenas conocía a Daryl, sólo lo había visto un par de veces cuando quedaba con Merle para invitarle a una cerveza.

-Dejame en paz, Merle.-Se le escuchó de fondo. Puse los ojos en blanco. Ese hombre era un terco.

-Al parecer, mi hermana está con lo suyo.-Dijo haciéndome reír. Hacía tiempo que no me reía.

-Bueno, Merle. Me voy a dormir.

-Descansa, enana.-Colgué la llamada y dejé el teléfono en la mesilla de noche dela derecha. Pero no pude dormirme. Me quedé pensando en todo lo que había pasado, y ahí fue cuando me derrumbé por completo. Comencé a llorar todo lo que pude, y así hasta que me canse y me quedé dormida.

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Hola a todos y a todas que esteis leyendo este primer capítulo. Al que le haya gustado, por favor, que de like y comente. Se agradece.

Un besazo muy grande para todos  y nos leemos pronto.

Una Grimmes y un Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora