·Narra Haylee·
Desperté en el interior de lo que parecía ser una caravana. La cara me dolía muchísimo, como si me hubiesen golpeado con una piedra varias veces. Trato de no pensar en el dolor y me incorporo, mirando en todas direcciones, buscando a la persona que me trajo hasta aquí. Salgo de la cama y me pongo de pie, camino hacia la puerta con cautela. Abro la puerta y esta choca contra algo.
-Lo siento...-Digo cuando me doy cuenta de que no es algo, si no alguien. La persona a la que le acabo de pegar con la puerta refunfuña algo en voz baja mientras se soba la parte golpeada. Me mira, y yo lo miro a él.
-Deberías estar en la cama.-Dice, entrando a la caravana y haciendo (más bien, obligándome) que vuelva a sentarme en la cama. Deja una bandeja de comida en la mesa de la caravana y después se acerca a mí. Me mira de arriba a abajo, analizándome.
Qué mal rollo...
-¿Cómo te llamas?-Pregunta directamente.
-Es de mala educación preguntar a alguien su nombre sin presentarte antes.-Él suelta una carcajada sarcástica y se frota la nuca, mirando para otro lado.
-Daryl Dixon.-Al escuchar su apellido me quedé paralizada.
No puede ser él. Él no estaba tan... ¿bueno sería la palabra? Sí, creo que bueno le viene como anillo al dedo...
-Ahora tú...-Dice, indicando que le de mi nombre.
-Haylee Grimmes.
-Otra Grimmes, ¿eh?-Menea la cabeza, simulando decepción.-No pensé que una chica pudiese pegar esas palizas.
No se acuerda de mí...
-Sé hacer muchas más cosas que pegar palizas.
-Eso vas a tener que demostrarlo para que me lo crea.
-Qué más quisieras.-Miro para otro lado, algo molesta porque no me recuerde. Pensé que no olvidaría la promesa que hicimos antes de salir de Atlanta, pero parece que ambos Dixon se han olvidado de mí.-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí?-Parece tensarse ante mi pregunta.
-Cuando golpeaste a Shane él te devolvió los golpes y te dejó jodida. El otro Grimmes te lo sacó de encima, y yo cuando te vi me diste pena, así que te traje hasta la caravana y mandé que curaran tus heridas. Deberías agradecerle al chino que hay fuera por conseguir tan buenas medicinas.
Recuerdo algo que pasó hace unas horas...
-Serás zorra...-Susurra antes de acercarse donde yo estoy. Me tira al suelo y comienza a golpearme a mí. En poco más de cuatro golpes ya me ha dejado bastante tocada, hasta el punto de que me cuesta ver qué sucede a mi alrededor. De repente, los golpes cesan y alguien me quita al gigantón de encima. Todo es muy borroso, lo único de lo que estoy segura es de que alguien me saca de allí. Supongo que es mi tío, por lo que pronuncio las palabras más estúpidas que nunca he dicho.
-Te he echado de menos...-Noto cómo mis párpados pesan cada vez más.
-Yo también te he echado de menos, Haylee.-Esa no es la voz de mi tío. Antes de poder decir nada, me duermo en los brazos de quien me lleva.
Si él fue quien me trajo hasta aquí, y fue él quien dijo eso, debería acordarse de mí.
-Luego se lo agradeceré. El tipo que me golpeó, ¿cómo dices que se llama?-Él me mira con cierta curiosidad.
-¿Para qué quieres saberlo?
-Para saber con quién tengo que tener cuidado en este campamento.-Él no termina de creerse mis palabras, si de verdad me conoce sabe para qué quiero saber su nombre.-No puedo llamarle "gigante gilipollas" cada vez que le meta en una conversación, ¿no te parece?-Se ríe un poco ante el insulto.
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Una Grimmes y un Dixon.
RandomHaylee Grimmes no aguanta más al cerdo de su padre y, a sus 23 años, decide marcharse a vagabundear por las calles de su pequeño pueblo. Ella viaja de local en local buscando algo que beber y alguna buena pelea para interesar un poco su existencia...