Techos desconocidos

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Hay tantos colores. Hay tantísimos colores. Siempre cambiantes. Me transmiten paz pero a la vez me abruman. No puedo cerrar los ojos, no importa lo mucho que lo intente. Cierra los ojos. Cierra los ojos. ¡CIERRA LOS OJOS!

El blanco me deslumbra. Tras parpadear varias veces el mundo empieza a tomar forma. Lo primero que veo, un techo. Un techo desconocido. A mi alrededor hay paredes blancas, de un blanco tan deslumbrante, que me hacen sentir desnuda. El olor a desinfectante hace que me pique la nariz. Creo que no me equivoco al decir que a nadie le gustan los hospitales y no seré una excepción. ¿Pero qué hago yo en uno?

- Señorita Beryl, sé que erais muy amigas y eso os ayuda a mantener la esperanza, pero como profesional os digo que las probabilidades de que despierte son del 1% y estando en esta situación...

- No éramos muy amigas, SOMOS muy amigas y no permitiré que la matéis. Ella podría ser lo que todos necesitamos.

- Querida, entiendo tu dolor pero no tienes voz en este asunto. Llevamos haciendo la vista gorda demasiado tiempo. Un año en concreto.

La conversación que mantienen no tiene ningún sentido. ¿Estarán hablando de mí? ¿Un año? ¿Un uno por ciento de despertarse de qué? La cabeza empieza a darme vueltas.

- Pero no lo entendéis...- oí cómo se le rompía la voz a Beryl.

- Tranquila Beryl. -oí decir a una voz desconocida - Por favor, en nombre de Semperviren, jefe del Clan de las Secuoyas, el primero de su nombre, sabio entre sabios y miembro del honorable Consejo de la Unión Jade, os pedimos un poco más de tiempo.

- Por la paz que predomina en nuestro gran país y porque me han mandado a mí, Sebastian , el misericordioso y sucesor del clan Pinus, y por la amistad que nos une, Théo, os concedo una semana más.

¿Sebastian? Si todavía es un crío. Le falta un año para poder empezar su aprendizaje para la sucesión. Siento la garganta muy seca. ¿Por qué no hacen algo útil y me traen un poco de agua?

- ¿Sólo una semana?- preguntó angustiada Beryl.

- Sí, es lo máximo que puedo hacer por vosotros. Ya me estoy arriesgando demasiado. Si el jefe Taeda se entera de esto, la situación no acabaría bien para nadie.

-...Agua...por...favor...- conseguí murmurar.

Maldita sea, no me escuchan. Intento levantarme pero mi cuerpo se siente muy pesado. Sin darme cuenta ya estoy en el suelo. Oigo un chillido, y veo asomarse a una enfermera sobresaltada.

-...Joder...agua...

- ¡Doctor! ¡La paciente! ¡Mire!

De repente, me veo rodeada por 4 personas: mi querida amiga Beryl, con lágrimas en los ojos, un muchacho de pelo negro, un señor con bata blanca y Sebastian, con los ojos abiertos de par en par. ¿Pero, por qué están tan cambiados?¿ Qué está pasando?




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