El día estaba nublado, al igual que mi alma. Los días iban pasando y yo necesitaba a alguien que me escuche, alguien con quien me pueda desahogar y contarle mis virtudes, mis defectos, y sobre todo; mis miedos. Pero no, no había nadie ahí, ¿Por qué? ¿Por qué no soy como Constanza? Quiero que alguien me quiera, quiero sentirme amada y escuchada. ¡BASTA! ¿Por qué me importa esto? Antes me daba igual tener a alguien que me escuchase, pero ahora ya no era así.
Estar sola no me ayudaba en nada, me iba mal en el colegio, de 12 materias con suerte tenía alta gimnasia. A mi madre no le importaba nada, basicamente vivía llevando a mi hermano al cine, a cenar, o lo que fuese, yo era la hija olvidada, abandonada, ¿Y por qué no remplazada? Desde que mi hermano llego a la familia mi madre no me presta mucha atención, basicamente; ninguna.