Ella gritó:
dijo que deseaba alguien culta, que le interese lo que hace, que le apasione leer,
Y, entre gritos y rabietas mis pensamientos se perdían porque ella no sabía que observaba cada detalle, sus gestos, sus ojos, su sonrisa e incluso su manera de mirarme para que le preste atención,
mientras ella se enojaba y me lastimaba con sus palabras hirientes, no se daba cuenta de que yo imaginaba nuestra historia mientras ella relataba cualquier otra.