Capítulo 1

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Estaba sentada tranquilamente en la playa admirando al mar. Después de un rato comencé a escuchar ruidos, luego me di cuenta de que lo que escuchaba era una guitarra y una voz. Maravillada por la canción que estaba presente en mis oídos, me aventuré a ver quién es el que la tocaba.
Me paré y volteé a todos lados hasta darme cuenta que la persona estaba a mi derecha, sigilosamente fui hacia esta y me di cuenta de que era un chico.

-Qué bonita canción- dije haciéndome notar – ¿Te parece?- preguntó éste levantando la cabeza y dejando de tocar. En ese momento pude observar unos hermosos ojos azules tan profundos como el mar –Si, ¿la escribiste tú?- el chico sonrió –Si, la verdad es que no es la única- Ahora yo sonreí.

– ¿Entonces, eres un especie de compositor?
-Si, en cierto modo.

Los dos sonreímos, me senté en el suelo abrazando mis rodillas –Por cierto, soy Ethan- dijo ofreciéndome un apretón de manos, yo acepté y dije –Soy Sofía, un gusto en conocerte- nos soltamos al mismo tiempo –El gusto es mío, Sofía- yo sonreí ante sus palabras -¿Sabes? Dicen que los ojos son la ventana del alma- miró al mar y sonrió.

-¿Enserio?
-Claro.

Volvió la cabeza hacia mí y dijo –Así que déjame decirte que tienes un alma hermosa- y me guiñó un ojo –Gracias- dicho esto volteé al mar ruborizándome y deseando que no se notara.

                                                                                          -o-o-o-

-¿Y cómo era él?- pregunto Ali con cierta emoción –Bueno, tu sabes... lindo- respondí llevándome otra cucharada de helado a la boca –Mientes- respondió esta, mientras yo maldecía mentalmente, ya ni le puedo mentir bien a mi mejor amiga.

-Era más que lindo y bien lo sabes- dijo apuntándome con un dedo acusador –Esta bien, lo acepto...- miro hacia abajo apenada y después la miro a los ojos con extremo entusiasmo y una gran sonrisa – ¡Estaba guapísimo!- al terminar así la oración Alicia rió alegremente. Al terminar el helado salimos de la cocina y nos dirigimos a mi habitación.

-¿Sabes?- comenzó Ali – Creo que deberías acercarte más a ese chico.
-¿Tú crees?
-Sí, la verdad es que te mereces otra oportunidad.
- No lo sé, Ali, después de lo que pasó hace dos años no creo poder hacerlo de nuevo- Le dije adelantándome por las escaleras –Vamos Sofía, yo creo que si puedes, lo que pasa es que no quieres- atacó esta, alcanzándome y poniéndose entre la puerta de mi habitación y yo –Tienes razón, no quiero, nadie lo querría – contraataqué haciéndola a un lado y abriendo la puerta –Sofía, que haya pasado una vez no significa que vuelva a pasar ¿Qué tal si ese chico es diferente? ¿Qué tal si él no te hace daño? – Ali entró junto con migo.

– Prefiero prevenir que lamentar- me senté en la cama con las piernas cruzadas y Ali dio un suspiro frustrado, yo comencé a distraerme con un mechón de mi cabello. El silencio inundaba la habitación, supongo que Ali estaba pensando en otra cosa que decirme. Después de un rato dejé mi cabello rojizo para mirar a Ali, esta me miró a los ojos –Lo siento- dijo de repente -¿Por qué?- respondí – Sentí que te presionaba...- me paré y la abracé –Es que quiero verte feliz otra vez- susurró –Lo sé- le respondí, nos separamos y yo fui por mi bolso – ¿Qué tal si salimos?- sugerí y ella sonrió -¿En tu auto o en el mío?- preguntó mientras salíamos de la habitación y bajábamos las escaleras –En el mío- llegamos al primer piso y salimos por la puerta –Enciende el auto mientras cierro con llave- le dije mientras le lanzaba las llaves que por poco y no atrapaba, reprimí una sonrisa.
-Ya estando mejor conduzco ¿no?
-Está bien, pero ten cuidado con mi bebe.
-No le haré nada... sólo lo chocaré- bromeó y se subió al auto, yo me reí y me volteé. Saqué las llaves de mi bolso y cerré la puerta, ahora que mamá también trabajaba tenía que asegurar bien la casa antes de salir. Volteé y Ali ya estaba encendiendo el auto, yo pasé en frente de el para subirme al asiento del copiloto.

-¿Vamos al centro comercial por una malteada?- preguntó Ali mientras arrancaba –Esta bien, deja le avisó a mi mamá- le mandé un mensaje diciendo a donde iba y con quién, Ali sólo rió -¿Qué?- dije yo guardando el celular en la bolsa y después miré a Ali –Es que es gracioso que aún le mandes mensajes a tu mamá diciendo en donde estas antes de pasar cinco minutos afuera de la casa- me miró y volvió a reír, después se concentró en el camino- ja ja ja- le respondí sarcásticamente –Ya sabes como es mi mamá, así que no te rías Alicia- nunca la llamo por así, desde siempre le digo "Ali" en vez de "Alicia" –Está bien, ya me dejo de reír- ella sabe que cuando la llamo "Alicia" es que no me gusta tocar el tema. Después de unos diez minutos llegamos al centro comercial, Ali aparcó el auto, nos bajamos con el bolso en la mano y entramos.

El centro comercial es muy grande y aparte es de dos pisos, como si conociéramos exactamente el lugar (cosa que es cierta) Ali y yo caminamos al unisonó dirigiéndonos a las escaleras eléctricas para subir al segundo piso y posteriormente, ir por la malteada.

Nos paramos en frente del local donde venden las malteadas apreciando la cantidad de gente que está adentro, debimos suponerlo, es domingo –Es mucha gente- dijo Ali mirando para todas partes para ver si hay otro puesto -¿Valdrá la pena esperar todo eso por la malteada?- le respondí yo mirando la heladería con el ceño fruncido –Es malteada- objetó Ali –Y al parecer es nuestra única opción- ahora yo miré para todas partes y me di cuenta de que es verdad, los demás puestos están igual de llenos o peor. Hicimos fila unos diez minutos aproximadamente y cuando llegó nuestro turno estábamos agradeciendo mentalmente, nos paramos en frente del mostrador y nos miró la cajera -¿Qué van a querer?- preguntó con el típico tono de "odio este lugar" –Yo quisiera una malteada de chocolate – dije mirando la gorra de la chica que es de color naranja al igual que su playera y tiene la frase "Que tenga un buen día" y una carita feliz –Yo una malteada de fresa- respondió Ali. 

La chica se fue y volvió con una malteada en cada mano de los sabores correspondientes y nos la entregó –Aquí tienen- dijo con el mismo tono –Gracias- respondimos al unisonó Ali y yo –Serán veinte con ochenta- me pregunto si siempre usa el tono o así habla –Yo lo pago- Ali se me adelantó y pagó ella –Que lo disfruten- dijo la cajera antes de que nos diéramos la media vuelta, nos dirigimos a unas mesas que estaban afuera del local que se parecía más a una mancha muy colorida. Apenas nos íbamos a sentar cuando una voz habló a mis espaldas -¿Sofía?- joder... esa voz.

Querido DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora