Capítulo 14.

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Al momento de subirse a la camioneta le cubrieron el rostro con una bolsa de tela negra, para asegurarse de que no reconociera el camino.

Ella se encontraba en la parte trasera, junto con los otros agentes. Su respiración era nerviosa y podía sentir las gotas de sudor correr por su espalda, lo que la aterraba era que sabía cuantas personas estaban ahí con ella. Era capaz de sentir el calor de emanaba de los cuerpos, lo que la hacía creer que se estaba sofocando. Intentó ignorar era sensación, pensando en otra cosa o terminaría escapando de la camioneta por claustrofobia.

Cuando arrancaron, le pareció oír que una camioneta había tardado en seguirles el camino.

Conforme más pasaba el tiempo, más miedo tenía ¿Estaba segura de su elección? ¿Qué le hacía pensar que no se arrepentiría después? Pero bueno, ahora ya no podía dar vuelta atrás.

Después de casi unas dos horas, la camioneta se detuvo ¿Quizás habían llegado al laboratorio? Escuchó las puertas abrirse, seguido, vio luz por las pequeños agujeros de las costuras de la tela, un hombre entró y se dirigió hacia ella, la tomó de los brazos con brusquedad.

-Anda, camina -le dijo de manera molesta el hombre que la tomó.

Ella tropezó al bajar.

Se avergonzó al tener que ponerse de pie sola, su vista se fijó en el suelo, el piso era de grava, aún no llegaban al laboratorio.

-¿Dónde está el otro joven? -preguntó Angelina ¿Otro joven? ¿Traían a más?

-Viene con Diana, señora -respondió con respeto el Agente.

-Muy bien, llevan a ella conmigo, quiero al joven en la celda 201 -ordenó Angelina y al parecer se fue, porque escuchó pasos alejarse.

Empezaron a caminar, se dio cuenta de que estaban cerca por el suelo de concreto. Entraron al laboratorio, cuando lo hicieron le quitaron de golpe la bolsa que cubría su rostro, la luz le caló en los ojos, su vista no tardó en acostumbrarse al lugar muy iluminado.

Las primeras impresiones lo eran todo y ella pensó que pese a ser un horrible lugar debía admitir que lucía muy limpio. La entrada era cómo las de un hospital, sólo había un mostrador con cuatro o cinco personas ahí detrás. Tenía escaleras y elevadores hacía los pisos de arriba.

Y por fin pudo ver quién era el otro chico: William.

Palideció al verlo. Eso no era parte de su idea. Él no debía estar ahí.

Se zafó de los agentes y fue hacía él ignorando los gritos de ellos. William al verla le dio una sonrisa suave, al tener esposadas las manos lo único que pudo hacer fue colocar su cabeza en el hombro de él.

-¿Por que hiciste algo así? ¿Por que? -le susurraba.

-Tranquila, tranquila -él la separó de ella para poder verla, las manos de William estaban atadas por enfrente por lo que pudo tomar las mejillas de la joven -No te iba a dejar sola.

Los hombres rápidamente se encargaron de separarlos a la fuerza, tomando a los dos de los brazos.

-¡Eh! ¡Déjame ir con ella! -le gritaba William al hombre que lo sostenía -¡Quiero ir con ella! ¡Qué me dejes ir con ella!

-Se hace tarde, la directora dio órdenes -respondió el Agente.

-¡Will... William! -le gritaba Daphne, desesperada por saber que sería de él, mientras era alejada por ellos.

Ambos, fueron llevados por direcciones opuestas.

Daphne no dejaba de pensar en él, en la decisión que había tomado. Se había ido por ella, la eligió a ella.

La Chica de los Cuatro Elementos Pt.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora