Cuando todo comenzó

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Solo se una cosa, estoy absolutamente decidida a no amar...

Es 2 de Junio, la lluvia cae y se asoma por mi ventana, el viento de primavera me arrastra el perfume de las bellas flores nacientes.
Hoy, precisamente hoy, he prometido, no amar...

Mañana me dirijo a la casa de mis abuelos maternos, días muy aburridos me esperan.
Mis abuelos viven en el campo, tengo que admitir que es la única parte buena de todo esto, aparte de que los veré a ellos claro.
Luego de recordar el acontecimiento de mañana, me dirijo al baño y me alistó para dormir, mañana temprano tengo que estar en pié.

La alarma de mi celular suena, sin piedad ni compasión.
- Arruina sueños - le grito a mi celular como si me pudiera escuchar. Media dormida, medís despierta me conduzco al baño para vestirme y aprontarme, me coloque un vestido marino con tirantes, este dejaba al descubierto, mis hombros, mi cuello y mi espalda blanca, por donde caía mi pelo ondeado.
En los pies me coloque unas sandalias verde agua, que combinaban con mis ojos.


Luego de haber desayunado, me dirijo con mis maletas al coche de mis padres, que en 15 minutos me llevo al aeropuerto, si, mis abuelos por una extraña razón se habían mudado a España, cuando yo aun era pequeña, me despido de mis padres, con un fuerte abazo, no tenia ganas de dejarlos ni soltarlos, pero un extraño impulso me decís que los deje, nada me iba a pasar.
Mi madre aún aferrada a mi, con su menton en mi hombro, me dice
- Luciana, se que estarás bien, aunque no es de tu agrado, trata de estar contenta, hazlo por tus abuelos y por mi.
- me aleje de ella, desprendiendome del abrazo y le dedico una sonrisa finjida y me marcho.

Largas horas de viaje me esperan, siento náuseas y miedo en los aviones, no es la forma mas agradable de viajar para mi.
Gracias a que me quede dormida en el avión, el viaje pareció cortó, ya aterrizado el avión, baje y me dirijo a tomar mis 4 maletas, donde en dos de ellas llevaba mi ropa y cosas personales y las otras dos restantes estaban repletas de libros.

Luego de tomar mis maletas, voy a ver si mis abuelos vinieron a recojerme, ver sus rostros impacientes y nerviosos, me hizo recordar todos los momento vividos en este país, venia cadas vacaciones desde los 7 años.

Mi abuela, Ángela me miro con una sonrisa amplia y dulce, extendió los brazos abiertos para abrazarme mientras me decia
- Luciana, como has crecido, hermosa igual que tu madre...
- Y alta como tu padre - le interrumpió, Luis, mi abuelo, continuo - seguro que estas exhausta, vamos que tu habitación esta lista
- Y la cena también - agregó Ángela.
Nos dirijimos a casa, podía llamarla así, por que prácticamente se había convertido en mi segunda casa, quedaba 2 horas del aeropuerto y mientras viajábamos, miraba el pintoresco paisaje a través de la ventanilla izquierda, de atrás del coche, luego de observar por una media hora, me aburrí y me fije en mis abuelos, tomados de la mano, tantos años juntos, pensé para mis adentros, aun enamorados como si fueran aquellos mismos jóvenes que hace años fueron y se enamoraron pérfidamente uno del otro, nunca experimentare ese sentimiento, hermoso, bueno eso es lo que pienso, nunca lo he experimentado en realidad, esa curiosidad, me hacia pensar si lo que había decidió fue una locura, pero luego llegaba a mi mente aquel recuerdo amargo, que me hacia recordar la razón por mi decisión, no quería sufrir ni sentir dolor alguno.
El resto del camino que quedaba me dedique a pensar que pasaría si alguno de ellos dos moria, ¿que pasaría con el que quedara vivo? No soy cruel, no crean eso, solo soy realista.

- Por fin en casa - exclamó Luis, con una sonrisa de oreja a oreja, me detuve a observar las pocas arrugas que tiene para tener 62 años, aunque su pelo es totalmente blanco y sus ojos un azul intenso, hermosos diria yo, aparte mi mirada y la dirigí a mi abuela quien me hablaba
- Ven Lusiana, vamos a tu habitación para que acomodes tus cosas- estiro una mano y la coloco en mi cintura para dirigirme hasta el cuarto, aunque no era necesario, me recordaba la casa de memoria.
Subimos las escaleras y allí estaba en la última puera la izquierda, al lado se encontraba un baño y luego el cuarto de mis abuelos.
Cuando entre en mi habitación, nada había cambiado, Ángela era muy conservadora con mis cosas, como si tuviera miedo de que me fuera y se quedara sin recuerdos de mi. Había dos libreros exactos para mis libros, un escritorio con la computadora conectada a internet y todos mis dibujos que hacia de pequeña, pegados a la pared de color violeta.

Luego de una charla corta y a gusto con mi abuela, se marcho, dejandome sola y comida a mi gusto.
Me encuentro muy cansada para desempatar o incluso cenar, así que me fui al baño y me coloque mi pijama, un short celeste con una blusa de tirantes roja. Apenas me acoste , quede dormida.

Bosinas ruidosas sonaron y me hicieron despertar de un salto, sin importarme el sueño que tenia, corrí a la ventana de mi habitación y observé, una familia nueva se había mudado a San Francisco, así era el nombre de este pueblito, donde habitaban solo 15 familias y ahora serian 16, un choche negro muy elegante y caro era el causante de las ruidosas bosinas, de el bajaron 1 pareja de esposos, una joven, parece 1 año más chica que yo, 16 años mas o menos calcule, atrás de ella salieron 3 altos chicos, no tendrías mucho mas que 18 años, aunque no podía distinguir los bien, la casa de mis abuelos estaba a gran distancia de los nuevos vecinos.
Por lo menos no estare sola estas vacaciones, pensé para mis adentros.


¿Prometo no amar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora