Quédate conmigo

587 62 1
                                    

La paciencia es una virtud de la que muy pocos pueden hacer alarde de poseer y yo siempre creí tenerla, pero desde que le conocí, parecía haber disminuido a tal forma que ya no quedaba ni una pizca en mí. Una vez más me hallaba aturdido ante tanto reproche infundado de mi compañero de piso, el cual no había dejado de pronunciar palabra desde hacia media hora. No solíamos tener discusiones muy a menudo pero cuando estas afloraban fuera el motivo que fuera, solían dejarnos a ambos agotados de tanto recriminarnos sea lo que fuera que estuviera molestándonos. Me masajeé cada costado de mi cabeza mientras me reclinaba sobre mi asiento, cansado de escucharle decir tantas incoherencias juntas. Willy se hallaba recostado sobre mi cama jugueteando con mi manta morada mientras yo trataba de desviar mi atención hacia el video que estaba editando desde hacia un buen rato. Debería haber terminado ya, pero no conseguía concentrarme del todo ¿Y quien demonios puede concentrarse si tiene un tío detrás de su espalda recriminándole con tal mal humor que podría asesinar a alguien con solo dirigirle la mirada? De un momento a otro mi compañero de piso se materializó ante mis ojos impidiéndome ver la pantalla de mi ordenador.

-Ni siquiera me estás escuchando tío- Se quejó.

-Te he estado escuchando desde hace más de media hora Willy, necesito terminar de editar esto antes del 2030 si puede ser posible.-Contesté con todo el malhumor que había ido acumulando.

El susodicho giró sobre sus talones y de un portazo salió de mi habitación. A continuación, un nuevo portazo me sacó de mi efímera concentración ¿Tan enfadado estaba que también había salido de la casa que ambos compartíamos? No tenía caso seguir discutiendo con aquel chaval, me agotaba mentalmente tener que seguir la discusión hasta que por fin alguno de los dos cediera y ésta llegara a su fin. Esta vez no iba a ser yo el tomara el papel conciliador en primer lugar. Y es que si nos ponemos a analizar con detenimiento la situación, nuestras discusiones últimamente habían ido en aumento y nunca tenían como base un conflicto grave. Discutíamos por simples idioteces, desde pequeños desacuerdos con respecto a alguno de los videos en los que ambos colaborábamos hasta desacuerdos sobre qué comprar para la casa o las tareas que cada uno debía realizar en ella. El problema radicaba siempre en que nuestros egos no querían verse afectados y ceder ante el otro para darle la razón. Eso nunca, el orgullo ante todo.

Mis ojos se iban cerrando poco a poco conforme iba terminando mi trabajo. Revisé por última vez que el video haya quedado perfectamente editado y lo dejé subiéndose a Youtube. Me dirigí a la cocina a buscar algo que comer, puesto que me había pasado toda la tarde encerrado en mi habitación editando y grabando. Al llegar a la sala y mirar en dirección a la ventana me percaté que ya había oscurecido. Me había mantenido varias horas absorto en mi trabajo, tanto que ya ni recordaba que Willy había salido de casa hacía ya mucho tiempo. Me acerqué hasta su habitación solo para comprobar su ausencia. ¿Donde se habría metido? Ya casi era medianoche y ni siquiera se había dignado en mandarme un mensaje en whatsapp o algo por el estilo, aunque analizándolo fríamente, eso hubiera sido atípico tratándose de él. Vaya chaval testarudo era. Decidí que era hora de dejar un poco de lado mi orgullo y llamarlo al móvil, puesto que me estaba empezando a preocupar su prolongada ausencia. Así como lograba acabar con mi paciencia, Willy también lograba que mi instinto protector aflorara y quisiera cuidarlo siempre de todo. Así de ambivalentes eran mis sentimientos hacia mi amigo. Tan pronto como marqué su número el sonido del móvil me guió hasta su habitación. Genial. Ahora si que no sabría donde se había metido hasta que no se dignara en aparecer. Traté de distraerme leyendo comentarios en mis videos de Youtube o en Twitter mientras esperaba sentado en el sofá de la sala pero no lograba hacer que mi cabeza dejara de darle vueltas al asunto. El reloj marcaba ya la una de la madrugada por lo que decidí que ya era hora de ir en busca de mi compañero. La pregunta del millón era en este momento por dónde comenzaría a buscarlo. Si bien lo conocía bien y tenía algunas sospechas sobre su paradero, su cabreo podría haberlo llevado hacia cualquier lugar de L.A. Tomé las llaves y el móvil y abrí la puerta de salida con algo de brusquedad. No esperaba que al abrirla mi compañero cayera encima mío en un estado de ebriedad lamentable. Afortunadamente alcancé a rodearlo entre mis brazos y evitar que se diera la cabeza sobre el suelo. Willy balbuceaba algunas palabras que no lograba a comprender debido a que eran pronunciadas en un tono demasiado bajo.

-Bua, chaval! Que pintas llevas!- Reí tras pronunciar aquello y es que era inevitable no molestarlo viéndolo en ese estado, nunca lo había visto así y realmente tenía su gracia. Willy se dio por aludido y me fulmino con la mirada, aún manteniendo su agarre sobre mis brazos para mantener el equilibrio. No pude evitar reír de nuevo y a decir verdad verlo así tan vulnerable y a mi criterio, adorable, no hacía más que aumentar mi instinto protector hacia él.

-Vamos, necesitas dormir. Y mañana vas a necesitar una aspirina de seguro.-Willy solo negó con la cabeza un par de veces intentando mantenerse en pie como era debido y jurándome que solo había bebido un par de cervezas. Si claro, un par multiplicado por diez, pensé cómico. Lo llevé a rastras hasta su habitación y lo tumbé en la cama. Le quité los zapatos y el abrigo que llevaba puesto y lo tapé con varias mantas, ya que había bajado considerablemente la temperatura.

-Madre mía como cuido a mi Willy, si es que...-me acerqué aún más cerca de su rostro para mirarle- nadie cuida al niño como Vegettita.

Willy entreabrió un poco más los ojos que luchaban por mantenerse abiertos y para mi sorpresa no replicó a mi broma como esperaba. Su mirada pareció ser abarcada por varios estados que no logré identificar con exactitud hasta que decidió pronunciar palabra.

-Perdón...por lo de hoy-.Su voz era casi un murmullo, bajo y tímido escapándose de sus labios, tan débil que me hubiera resultado imposible de escuchar de no estar tan cerca de su rostro. Sus pestañas ya casi rozaban sus mejillas en señal de que el sueño y el alcohol estaban ejerciendo su efecto sobre mi compañero. Su expresión no podía ser más adorable mientras intentaba con todas sus fuerzas escapar por un rato más de los brazos de Morfeo.

-No te preocupes compañero, no tienes de qué disculparte. Yo también actué como un tonto.-Willy había cerrado por fin sus ojos mientras yo procedía a pronunciar mis disculpas. Se veía tan encantadoramente tierno mientras dormía que me fue imposible contenerme y no acariciar una de sus sonrosadas mejillas. El simple contacto con su piel, tan suave y cálida, me produjo una corriente eléctrica que rápidamente se extendió por todo mi cuerpo llenándome de un extraño sentimiento. No era esta la primera vez que me quedaba embelesado admirando a mi amigo mientras él no se percataba de ello. Tracé el contorno de su mejilla con mis dedos y pronto comencé a recorrer sus labios, que ahora se hallaban entreabiertos, con éstos. Realmente me tentaba la idea de sentirlos sobre los míos y esta no era la primera vez que esta idea se cruzaba fugazmente por mi cabeza. Aparté como pude tales pensamientos por un momento y cuando me disponía a levantarme y dirigirme hasta mi habitación, la adormilada voz de Willy me sacó de mi estado de ensimismamiento.

-Vegetta...quédate conmigo.-Me quedé observándolo durante apenas unos segundos, tratando de convencerme a mi mismo que probablemente él estuviera soñando, soñando conmigo para ser exactos. Y esto último me llenaba el alma de una manera inexplicable. Pero aquella posibilidad quedó descartada cuando noté que mi compañero de piso me observaba fijamente, bastante conciente a juzgar por la forma en que esperaba una respuesta de mi parte. Sonreí tímidamente mientras hacía lugar a su lado y me adentraba entre sus mantas para acurrucarme junto a él. Sus brazos me buscaron rápidamente entre aquel lío de ropa y me rodearon con ganas, acurrucándose en mi pecho, a lo que solo atiné a corresponderle más que encantado.

-Buenas noches, chiqui.-Esto último ni lo escuchó, ya se hallaba sumido en sus sueños.


One shots wigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora