Mine.

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Mis nudillos golpearon con sutileza la puerta de aquel acogedor hogar, en el cual alguna vez, yo supe vivir.

Coloqué un mechón que chocaba contra mi rostro rebelde, siendo soplado por el feroz viento y di algunos cortos pasos, deteniéndome frente la ventana principal.

Sonreí, oliendo las flores en las pequeñas macetas. Era gratificante saber que aún las conservaba.

—Ji Yoon.

Giré mi rostro de forma brusca, dejando caer de mis manos un recipiente con algunos brotes dentro. Éste se hizo añicos al chocar contra el piso.

Flexioné mis rodillas, cuidando que mi falda siguiera en su lugar y junté los trozos de vidrio que se extendían por el suelo.

Mordí mi lengua, tragándome las para nada bonitas palabras que deseaba soltarle en ese momento.

¿A quién rayos se le ocurría tener flores en un vaso de vidrio?

Luego recordé, él siempre era diferente y especial.

—Déjalo —Se dirigió hacia mí, posando sus manos en mi cintura, ayudando a pararme en el lugar—, Yo lo haré luego.

Asentí pasando con visible nerviosismo mis sudorosas palmas sobre la tela de la falda, repetidas veces.

—Estás nerviosa —Rió de lado, mis ganas de romperle su perfecto rostro acrecentaron en mi interior.

Miré la tierra desparramada debajo de mis tacones, evitando el contacto visual.

—Ha pasado mucho tiempo desde que...

—Entra —Sus palabras interrumpieron las mías y en su rostro se mantenía dibujada una relajada sonrisa.

Más que una invitación, había sonado como una orden. Pero, lo conocía lo suficiente cómo para saber que sólo eran ideas mías.

Volví a mover mi cabeza en forma positiva.

Di pasos dentro de la casa, sintiendo los ajenos siguiéndome de cerca. Deposité la cartera caoba sobre el gran sofá y eché un vistazo al mismo, percatándome de que era exactamente el de hace dos años atrás.

El primer mueble que habíamos comprado juntos.

Me senté en éste, terminando de quitarme el abrigo, dejándolo a un lado, junto con la cartera. Mis pegajosas palmas se deslizaron con dificultad por mi cabello, trazando un recorrido, hasta dejarlas caer sobre las descubiertas rodillas.

—Todo sigue siendo igual —Dije más para mí misma, recorriendo con la mirada cada rincón de la casa.

Los muebles estaban intactos, en el mismo lugar que yo había asignado. La pintura se mantenía igual, con la diferencia de que el tiempo la había opacado. Incluso aquel adorno que él odiaba, estaba perfectamente colocado en la estantería que habíamos armado juntos.

—No quise cambiar nada que me pudiese recordar a ti.

Suspiré al oírlo. Las cosas podían seguir iguales, pero en mi interior, los sentimientos, ya no eran los mismos.

Él se sentó a mi lado y pude sentir su mirada sobre mi perfil, tan intensa que mi piel parecía arder.

—TaekWoon; Sabes que mi amor...

—No debes recordármelo, lo sé.

Una varonil y grande mano, se posó sobre la mía, llenándome de una agradable calidez.

Lo observé de reojo, encontrando esa particular sonrisa que lograba ponerme más nerviosa con el pasar del tiempo. Jamás había sonreído de aquella forma antes. Quizás, ya me estaba olvidando de sus hábitos. ¿Era eso posible?

Mine © [Vixx/Leo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora