Parte Uno.

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Las mezclas raciales entre monstruos eran prohibidas, tanto como relacionarse con los humanos y FranKai lo sabía perfectamente, pues su padre era uno de los miembros del CCE (Consejo de Criaturas Extrañas), dónde representaba a los de su especie: los Frankenstein y no es que hubiera muchos pero los pocos que habían trataban de hacer perdurar la especie, por ejemplo, él se tenía que casar con su prima, ese era su destino.


Lamentablemente su destino no conocía de sentimientos, si bien los Frankenstein carecían de cerebro, tenían un corazón enorme. Todo lo contrario a los vampiros, aquellas frías criaturas y pálidas que sólo pensaban pero no sentían. Y su amor platónico era el Conde Do KyungSoo, tan manipulador como hermoso y tan impactante como prohibido.


FranKai había visto aquel vampiro en el centro comercial, justo en el pasillo de sangre enlatada y viseras empaquetadas. Era bajito, de ojos grandes y calculadores, mejillas regordetas y con dos colmillos pequeños, pues aún era un adolescente, pero en cuanto sus labios plasmaron una sonrisa irónica (porque de felicidad jamás) fue cuando quedó deslumbrado, era la sonrisa irónica más bella que había visto en su muerta vida.


Desde que lo vio, FranKai ya no salía a pasear con TaeMin; una momia que siempre terminaba enredado o atorado en cualquier lugar y FranKai siempre andaba ayudándolo. Mucho menos salía con SeHun; su lobo amigo, muy servible para cuando extraviaba sus tornillos y su cabeza se separaba poco a poco de su cuello, no podía agacharse a buscarlos, entonces llegaba SeHun y rápidamente los hallaba.


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— Kai, SeHun está puerta —le avisó su madre y con movimientos torpes regresó a la cocina.


Kai suspiró, no quería ver a nadie, no se sentía bien desde que sus ojos se perdieron en esa acorazonada sonrisa del vampiro. Se levantó de su fría cama de metal y caminó hasta la puerta.


— SeHun, vete, yo no siento bien.

— Kai, ¿qué pasó? Te ves más verde de lo normal —dijo preocupado el lobo.

— No hablar quiero —contestó decaído y SeHun chasqueo su lengua.

— Entonces supongo que no querrás ir a la fiesta de CalveraChen.

— ¿Fiesta? —preguntó sorprendido.

— Si, escuché que ChanYeol invitó a KyungSoo —usó su última arma.


Y en efecto, SeHun sabía que su amigo estaba enamorado del Conde Do y también sabía que su amor era imposible, lo cual le parecía muy triste, Kai era un maravilloso monstruo y no se merecía eso.

FranKaistein. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora