Capítulo 02.

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─¡Vamos, Maya!─ gritó el señor Standly. Maya rodó los ojos.─ ¡Corre más rápido!


Maya trató de apresurarse y terminar de correr las diez vueltas que el profesor de Deportes le había mandado. Sentía como todos la observaban, cuando deberían estar entrenando.


Debían asistir a la clase de Deportes obligatoriamente. Tenían que entrenar duro, para que, cuando eligieran su profesión, estuviesen preparados.


─¡Matthews, Hart!─ las dos chicas dejaron de hacer lo que hacían y miraron fijamente al señor Standly.─¡Es su turno en El Muro


Ambas asintieron, tratando de verse serias, cuando la verdad se morían de miedo por dentro. Ambas le temían a las alturas, y lo sabían.


Escucharon a Farkle susurrar un "Tengan cuidado" cuando pasaron junto a ellas.


El Muro era una estructura extraña de entrenamiento, primero se veía como un muro de piedra normal, pero luego, rebelaba su verdadera identidad: tenía obstáculos, distracciones, y tenías que hacerlo bien. Porque hasta que no lo hicieras bien, no saldrías de allí.


Obviamente, ninguna de las dos le ganó a la otra: llegaron al mismo tiempo.


Estaban tan asustadas, que no pudieron hacer mucho.


(...)


─¿Vienes?─ se volteó, encontrándose a Farkle y a Riley esperándola.


─Sí, sólo iré a cambiarme y los alcanzo.─ ambos se fueron, dejando a solas a Maya.


Se encaminó hacia los vestidores de chicas con su ropa normal, era un milagro que, con lo estrictos que eran todos, los dejaran llevar ropa de calle.


Luego de vestirse se colocó la pulsera especial que debían vestir todos. Básicamente, era un rastreador. No habían más palabras para describirlo.


La vida para ellos (Todos, en realidad) era difícil (Al menos ése era el modo en el que Maya lo veía). No podían demostrar afecto a alguien que no fuera un familiar cercano y el amor, eso sólo, estaba prohibido.


Maya no se sorprendería si algunos de los niños por nacer no conocieran más que el amor de su padres. Maya lo conocía y era, como un milagro. Tal vez era por las demostraciones de afecto de Farkle y Riley cuando los tres estaban juntos en la casa del otro. O tal vez por sus padres.


Pero Maya Hart, sabía que el amor estaba prohibido. Y no sabía si respetar o no ésa regla.


(...)


"Farkle y yo estamos en tu casa, tu madre nos dejó entrar.


Te esperamos xx."


De: Honey.


Maya suspiró, mientras depositaba su celular en su bolsillo, comenzó a caminar. Su madre le había dicho que debía estar en casa justo después de salir de la escuela. La rubia a veces pensaba que su madre la sobreprotegía realmente, pero luego pensaba en todo lo que pasaba cuando encontraban a un menor de dieciocho vagando solo por las calles. Lo torturaban, le hacían cosas inimaginables. El castigo hacia ellos tres había sido leve. Pero Maya estaba segura de que habían castigos  peores. Mucho peores.


Maya comenzó a apresurar el paso, pero luego sintió una gota de agua caer sobre su recién lavado cabello. Sí, no era muy bonito ir a clase de Gimnasia en la escuela de Maya. Suspiró una vez más y alzó las manos un poco, con la esperanza de que eso pudiese cubrir un poco su cabeza.


"Ugh."


Estaba consiente de que estaba por el vecindario donde el Alcalde y su hija vivían y si era sincera, estaba completamente aterrada. Algunos agentes y guardias estaban ahí vigilando, por lo que, estaba en riesgo.


Una idea cruzó por su cabeza y pensó que no tenía más opción.


"¿Por qué no?" 


Y sin más, Maya se lanzó hacia los arbustos. Sintió algo fluyendo en alguna parte de su pierna, pero trató de ignorar el constante dolor que sintió.


Al parecer un guardia la había visto, puesto que había volteado en la dirección en la que ella se encontraba. Trató de no moverse, tal vez tendría suerte y el hombre sólo creería que estaba loco.


Sintió un poco de alivio en sus venas al ver como el guardia se volteaba y seguía su camino hacia la casa del Alcalde.


Pero ésa sensación no duró mucho, pues sintió un fuerte agarre en la mano. Al voltearse se encontró con unos grandes ojos verdes. No se asustó.  


─Si no quieres resultar castigada o algo peor, sólo sígueme. ─ eso fue lo último que escuchó Maya, pues era como si su cerebro se hubiese desconectado al ver ésos ojos verdes.


"Sus ojos verdes..."


N/A:


Estaba tan ansiosa por escribir éste capítulo, que cuando sin querer se me borró, quería gritar hasta quedar afónica.


Pero, bueno *se calma* ya pasó.


Espero que lo hayan disfrutado.


¿Saben quién es el de los ojos verdes, no? e.e


¡Nos leemos!


─Rose.





Too Young - Lucaya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora