Al caer la tarde, Kenai, se dirigió a ver a un intimo amigo suyo, Kelsang, el cual conocía prácticamente casi desde que nació pero sin embargo en el poblado apenas era conocido, era tímido y no tenia el don del combate como tenían el resto de los chicos de su edad pero poseía una inteligencia y una astucia increíble.
El chico se encontraba realizando uno de sus múltiples experimentos en el taller que tenia en su casa cuando de repente Kenai asomo por la puerta.
-Que hay Kelsang ¿Qué estas haciendo?- pregunto el joven mientras observaba una madera que su amigo estaba perfilando.
-A no es nada, un nuevo artilugio, ya te lo enseñare cuando este listo- Le respondió mientras finalizaba su labor, ¿Qué tal por Damnacia?
- Bien, he ido con mi padre para presuntamente aprender y he conocido a una chica, la hija del eix Sietka.
-¿Tu padre te ha organizado una cita?- Pregunto Kelsang bastante confuso.
-Sí, pero es buena chica, me ha caído bien y espero volver a verla- Le contesto- ¿Y tu? ¿Qué has hecho?
-Lo mismo de siempre, estar aquí, no tengo nada más que hacer- Respondió con una mirada de decepción.
-¿Por que no pruebas de estar con el resto de chicos del poblado?
-Ya sabes que si no sabes pelear, en este mundo no vales nada- Respondió tajante.
-El día en que la gente vea tu capacidad, te tendrán en un altar- Se acerco a su amigo y continuo su discurso- El día en que mi padre me de el permiso para crear mi grupo de futuro consejo de eix, tu serás mi principal consejero.
-Tus palabras me halagan, pero todavía falta mucho para eso.
-Venga va, vamos a dar una vuelta y seguimos conversando.
Así lo hicieron, los chicos siguieron hablando hasta tarde mientras daban vueltas por el poblado y alrededores, una vez empezó a oscurecer se despidieron y cada uno fue a su casa para cenar con su familia, la cena era una de las partes sociales más importantes para la tribu Bactria y los 17, simbolizaba el fin de un día de trabajo en el cual la familia se reunía para estar junta y estrechar vínculos.
Como bien dice la tradición, la familia de Kenai, aún ser de la realeza hacia lo mismo que todos sus ciudadanos, después de cenar, Iuncai comenzó a contarle historias y mitos a su hijo, ya que sabia que estas historias le encantaban. Había pasado un rato cuando de repente, alguien muy ajetreado, entro por la puerta.
-¡Señor! Es urgente tiene que venir de inmediato.
Sin perder un segundo, ni siquiera para preguntar que era lo que sucedía, Iuncai salió rápidamente por la puerta junto al mensajero que había entrado, Kenai por la curiosidad, salió por la puerta para comprobar que sucedía, nada más salir vio como muchas otras personas corrían en la misma dirección, tras hacerlo él también, pudo comprobar lo que estaba pasando, gente entraba por la puerta de la aldea de manera lenta y torpe, de lejos, sus prendas y rostros tenían largas manchas rojas, al acercarse pudo comprobar que era sangre, la cantidad de heridos era inmensa, los curanderos y ciudadanos de Bactria hicieron de las calles una especie de hospital improvisado.
-Señor, aquí esta el consejero de los Tiberios- Le dijo el hombre que irrumpió en su casa a Iuncai.
El hombre se encontraba mortalmente herido pero había hecho su ultimo esfuerzo en vida para poder informales.
-Iuncai... nos atacaron cuando al anochecer, de golpe, no los vimos llegar hasta que estaban entrando y matando a nuestros civiles, los Niecta han arrasado nuestra aldea, solo unos pocos hemos logrado escapar.
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Baracia
ActionLejos de nosotros, se encuentra el mundo de Baracia, un lugar habitado por seres para nada distintos a nosotros, seres humanos, las diferencias claras son que no se están en nuestro planeta y que en general, su sociedad, esta en una parte de su hist...