Capítulo 4

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Incluso a los molestos grillos que me desvelan en las noches de luna llena.
-¿Entonces qué motivo real tienes?
-Tengo la sensación de que me falta algo.
-Te falta estar casada, con hijos y ocupada en las labores de la granja.
-¡Mira, tres razones más para largarme!
-No seas tonta, tienes muchos pretendientes en el pueblo.
Mary casi se atraganta de la risa que le entró al recordar sus pretendientes.
-No se si quieren casarse conmigo o con la bodega que mi padre me dejó de herencia en el sótano de casa.
Enserio, Samuel, los hombres del pueblo no son los más adecuados para una señorita como yo.
Mary eructó.
-Además, ¿sabés qué, Samuel?-le susurró-El otro día, George, el hijo del alcalde, intento tocarme.
-¿Tocarte?
-Sí, si, tocarme, ¡que se habrá pensado, si sólo me había preguntado la hora! Cuando lo veas, que sepas que su ojo amoratado lleva mi nombre, y alguna otra parte de su cuerpo no visible a simple vista..., mi apellido.
Mary se levantó y miró a través de la ventana.
-No seas tonto, Samuel. Quédate con todo lo que tengo. Yo ya no lo voy a necesitar, a ti te vendría bien para conquistar a Lillie. Un hombre de dos granjas

A♥Marte/#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora