Final.

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Shawn estaba recostado con los ojos cerrados en la cama matrimonial que compartía con Emma, quien lo observaba detenidamente apreciando cada facción de su rostro, cada detalle de su cuerpo, sabiendo que pronto ya no podría hacerlo. Tomó la mano débil de su esposo y entrelazó sus dedos una vez más como lo había hecho a lo largo de su relación, recordó su primera cita, lo asustado que estaba Shawn, asustado de quererme, había pensado y no estaba equivocada. El morocho estaba tan nervioso que le había volcado el café encima y casi lloró, ella se rió y le tomó la mano cuando estaba a punto de irse corriendo, luego le dijo que mejor vayan por un helado, el chico sonrió y en ese momento Emma supo que haría cualquier cosa por ese muchacho, y eso hizo cuando Shawn le pidió ser solo amigos, y lo fueron por mucho tiempo hasta que lo convenció de darle una oportunidad.

-¿En que pensas bebé? -preguntó el ya adulto hombre en la cama dando un apretón a la mano de su esposa.

-En nuestra primera cita, cuando me derramaste café. -se rió Emma en su asiento.

-Oh, que vergüenza -se rió unos segundos antes de toser-. Creí que ya lo habías olvidado.

-Es difícil olvidar quemaduras de primer grado cariño. -le sonrió.

-Exagerada, además, el amor duele. -replicó divertido.

Emma volvió a observarlo, extrañaría sus alegres ojos; sus canosos rizos que lo hacían parecer a Papa Noel cuando dejaba crecer su barba cada navidad para hacer feliz a su nieto y luego debía afeitarse antes de las fotos porque su hija lo regañaba; sus labios que tan amorosamente la besaban, sus arrugas que se marcaban mucho más cuando reía de alguna tontería que alguno de los dos había hecho y la manera en que cada mañana despertaba a su lado.

No quería verlo morir, necesitaba más Shawn en su vida. Siempre deseó morir antes que él para no tener que experimentar un mundo sin su esposo pero también sabía que este no podría sobrellevar otra muerte en su vida. Se lo había dicho hace años, cuando lo acompañó al cementerio a ver a Mayra por su cumpleaños, la había hecho prometer con lágrimas en los ojos que no lo haría ir al cementerio a verla, que no lo dejaría solo.

Sacudió su cabeza retirando ese recuerdo de su mente cuando escuchó el timbre sonar.

Debía ser su hija o alguno de los chicos que iban a visitarlo, les había avisado a todos que no le quedaba mucho tiempo a su esposo y todos respondieron que irían al día siguiente a verlo una última vez.

-Iré a abrir, no insistas que no te dejaré ir. -dijo rodando sus ojos de manera divertida.

-Que puedo decir, ventajas de estar muriendo. -se rio mientras observaba a su esposa caminar fuera de la habitación.

Shawn estaba intentando tomarse la situación con humor, no era que precisamente disfrutara el estar muriendo, pero sabía que si estaba feliz Emma también lo estaría y eso era lo único que le importaba.

Abrió sus ojos con sorpresa cuando vio entrar tantas personas a su habitación. Estaban todos, los Jacks, Jacob junto a su esposa y Mayra, Mia, Cameron con su esposa, Nash, Carter, Aaron, Mahogany, Taylor, Matthew, Hayes, y mi nieto, Nate. A decir verdad no eran muchos, pero él sentía que sí, porque todos significaban demasiado para él.

-Gracias por venir a verme, ahora váyanse. –se rio solo-. Era broma, pueden quedarse.

Todos negaron divertidos, y lo saludaron con un beso en la mejilla, incluso Carter y Cameron quienes se quejaron de que ya eran muy viejos para agacharse tanto.

-¿Cómo es que te mantenes tan bien Emma? –Preguntó Mahogany.

-Bueno, ya sabes lo que dicen sobre que el semen alarga la vida.

Dear Mayra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora