Escuchó voces a lo lejos, aunque no pudo distinguir ninguna de ellas. ¿Por qué le dolía tanto el cuerpo? ¿Por qué esas personas no se daban cuenta de él? Abrió los ojos y un cielo naranja le dio la bienvenida. Al parecer, era de tarde. Parpadeó varias veces, tratando de recordar con mucho esmero por qué él se encontraba entre cascotes y vigas derrumbadas. Sin embargo, nada le llegó a la mente. Tomando una gran cantidad de aire, hizo acopio de todas sus fuerzas para apartar una pieza de cemento que le aplastaba el pecho. Luego de unos minutos, pudo hacerla a un lado.
Movió la cabeza hacia un lado y se sorprendió de lo que vio.
Junto a él se hallaba una bonita chica que no podría andar superando la veintena. Gran parte de su cuerpo parecía estar quemado, pero eso no opacaba la sonrisa encantadora que llevaba en el rostro. No tardó en darse cuenta que la joven estaba muerta. Algo dentro de sí mismo se removió con dolor y anhelo. ¿Qué podría ser? ¿La conocía? Cuando se movió unos milímetros, se percató de que sus manos estaban unidas. Con su otra mano, removió la de la chica de entre sus dedos. Por más extraño que sonase, no quería dejarla sola.
Sobresaltado, escuchó de nuevo las voces. Quiso gritar por auxilio, pero ninguna palabra salió de su boca. Ni siquiera un gemido.
—¡Acá! ¡Encontré a una chica! —gritó una de las personas.
—¡Oh, por Dios! —exclamaron por ahí—. ¡Sigue viva! Vamos, ayúdenme a sacarla de entre los escombros.
Él levantó un poco la cabeza y trató de ver algo. Lo primero que notó fueron cuerpos metálicos esparcidos por todos lados, caídos como si de hojas se tratasen. Lo segundo, un pequeño grupo de personas, capaz que cuatro, sacando a una chica menudita y jovencita de entre las piedras. Se asombró al notar la semejanza que tenía con la joven que estaba junto a él. Un sentimiento de tranquilidad afloró en su pecho. Al parecer alguien se pudo salvar.
Quiso moverse, pero las piernas le fallaron. Entonces, bajó la vista. Sus muslos tenían quemaduras graves, pero lo que lo dejó completamente anonadado fue el metal que entrevió en los músculos chamuscados. Con la respiración agitada, acercó su mano hacia la piel y se tocó. No sintió ningún dolor, salvo una sensación fría. Dios, se sentía tan confundido.
—Tenemos que irnos ahora, no sabemos si van a volver los trifectos o qué. Además, hay que curarla. ¡Camila, traé el botiquín, hija! —la mujer que vociferó aquellas palabras parecía estar muy segura de que esas cosas difetos, o algo así, volverían.
Después de lo que parecieron horas, las personas se marcharon, dejándolo solo con el cuerpo de la mujer. Con todo lo que le sucedía, no sentió miedo ni nada por el estilo. Y, a pesar de no recordar quién era, consideraba que no era de las personas que se asustaban por cualquier cosa.
En un vago intento por pararse y salir de allí, él terminó sentado en el suelo, apreciando las estrellas que iluminaban la noche oscura. Volteando la cabeza, observó una vez más a la mujer, insistiendo en recordar. Algo sucedió en ese lugar, lo sabía con mucha certeza. Y también con esa mujer y la chica que sacaron de entre los escombros, pero nunca averiguaría nada si seguía mirando el cielo nocturno. Así que, una vez más intentó levantarse e instó hasta que lo consiguió.
Caminó cojeando algunos metros, pero se detuvo con rapidez. Dándose la vuelta, volvió a donde se encontraba la mujer y la tomó en brazos. Lo menos que podía hacer por ella era enterrarla, además, tiempo tenía de sobra al parecer. Cuando hubo terminado con la labor de sepultar, él vagó por entre edificios abandonados hasta desembocar en una ruta abandonada y descuidada. Frunciendo el ceño, miró hacia ambos lados, preguntándose qué había pasado como para que esté de esa forma. ¿Qué había pasado con él? ¿Y con sus recuerdos? ¡Ni siquiera sabía qué año era!
De pronto, reconoció una cosa: él no era una persona normal y la única que podría tener respuestas era la jovencita que rescataron esas personas. Así que, con aires renovados y más esperanzadores, caminó hacia donde se alzaba la Luna, cruzando los dedos por ir en la dirección correcta.
De todas formas, él encontraría las respuestas que quería.
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Trifecta
Science FictionEn un mundo donde las cosas esenciales escasean y los robots son la amenaza de cada día, Vanina lucha por su supervivencia junto con su pequeña hermana, Sabrina. Sin embargo, todo en sus vidas se ve alterado cuando un joven hombre, herido y delirant...