...SEGUNDO CAPITULO: Cenizas...

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Cenizas, era todo lo que veía, una gran y extensa llanura de cenizas, me encontraba allí, simplemente tendido en el suelo, sin poder mover nada más que mi cabeza, intentando saber donde estaba o lo que había sucedido, pero no había muchas pistas, hacia el norte, arboles a lo lejos, al sur y oeste, simples montañas y al este... cenizas y mas cenizas, esto era deplorable.

Segundos después tuve una sensación que me devolvió el temor que sentía por mi hermana, pero al tiempo me llenó de esperanza, sentí una pequeña y delicada mano sobre mi cabello, mi alivio se hizo mas grande al recordar el haber visto el cabello de mi hermana antes de quedar inconsciente, ella debía seguir junto a mi.

En ese preciso instante sentí un choque de adrenalina que le dió fuerza a mi cuerpo, de un momento a otro me encontraba sentado, mirando hacia la dirección donde se encontraba aquella mano, sentí como mis ojos se inundaban tratando de desbordarse en lagrimas, pero entonces recordé las enseñanzas de mi padre, "los hombres no lloran", era lo que solía decirme cuando me entrenaba, el nunca estuvo realmente orgulloso de mi, siempre quiso que fuese como Emily, en lo que a mi padre respectaba, el solo tenía una hija.

Me pasé las manos por el rostro como un impulso para secar las inexistentes lágrimas antes de volver a la horrible escena, fue bastante impactante, pero no niego que me sentí aliviado de que no se tratara de Emily... su nombre era Elisabeth Crowford, era una de mis mejores amigas, quise acercarme a ella para ver si seguía con vida pero de nuevo no podía moverme, mi cuerpo simplemente no respondía, solo quisiera haberle dicho lo que sentía, pero ya era demasiado tarde. 

Esta vez no pude contener mis lagrimas al verme tendido sobre los cuerpos de los que alguna vez fueron mis amigos y conocidos, ahora lo entendía todo, aquel lugar repleto de cenizas y cuerpos, era todo lo que quedaba de lo que alguna vez fue mi hogar, lo había perdido todo.

  

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