12.

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La fiesta en casa de Zayn era una de las mejores que se hacían cada fin de mes. Los numerosos grupos de personas simplemente sabían que el último sábado había fiesta en la casa del tatuador. Estaba escrito en la biblia.

La poca luz y la música que salía de aquella gran casa de dos pisos se distinguía a calles enteras. Zayn se encontraba fumando en el patio trasero, hablando con Louis y dos chicos más.

—¿Puede ser que haya más gente que la última vez? —Louis habló por encima de la música. Veía por la ventana como las personas chocaban unas con otras dentro de la sala.

—No lo sé, Lou. —Zayn rio, demasiado drogado para entender la situación. —¿Por qué no entras a preparar unos tragos? A ti te salen genial.

Louis rodó los ojos pero aceptó. Hacía tiempo le habían designado la tarea de barman en las fiestas.

Se hizo paso entre la gente. Zayn le había prometido terminar de fumar e ir con el. Se acercó a mitad de la sala donde estaba la gran barra con todas las botellas de alcohol que habían reunido entre todos.

Hielo. Vodka hasta la mitad del vaso. El resto jugo de naranja y varias rodajas de la fruta flotando junto al hielo. Louis lo llamaba su mejor trago.

—¡Oye! —Iba preparando el tercer vaso cuando una voz lo sacó de sus pensamientos.

Louis alzó la vista. Bajo la tenue luz blanca mezclada con la de colores, la música y voces retumbando en sus oídos, vio una gran figura posarse delante de él, de él otro lado de la barra. Apoyado sus manos en esta y mirándolo fijo. Louis solo se quedó parpadeando para tratar de descubrir quién era.

—¿Por qué no me preparas un trago a mi? — el aliento a ron golpeó el rostro de Louis, mientras distinguía aquella cabellera llena de rizos y sus ojos esmeraldas.

Rodó los ojos al ver de quién se trataba. Siguió con lo suyo, ignorando a un ebrio Harry delante de él.

—¿Tú no eres el lindo chico de la limonada? —Harry gritó y Louis sintió un escalofrío correr por su cuerpo.

Estaba mayor. Mucho mayor de lo que lo recordaba. Tenía unos rizos alborotados sobre su cabeza, sus ojos verdes brillaban y sus labios rojos seguramente sabían a alcohol. Todas sus facciones estaban más marcadas, en especial su mandíbula. Y estaba mucho más alto de lo que esperaba. Le sacaba cabeza y media quizás.

Harry lo miraba esbozando media sonrisa. Burlona. Sabía que se acordaba de él.

—¿Por qué me ignoras? —Louis lo miró y vio como hacía un pequeño puchero con sus labios.

—¿Qué quieres, Harry? —Ya cansado bufo. Dejó los vasos sobre la barra y se dedicó a mirarlo.

De pronto apareció en su visión un chico rubio. Empujando levemente a Harry, tomándolo del brazo.

—¡Harry vamos! ¡Estás muy ebrio! —El rubio tiraba de él y Harry solo miraba fijo a Louis.

—No quiero Niall, ¿no ves que estoy hablando con el chico de la limonada?

Niall de pronto notó, frente a ellos, a un pequeño que los miraba curioso, con cara de pocos amigos. —¿Harry te molestó? ¡Lo siento, es un idiota cuando bebe de más!

—¡Creo que deberías llevártelo!. —Louis gritaba, ahora dirigiéndose a Niall. —¡No sé si al dueño de la casa le caiga en gracia verlo!

—¿A Zayn? —el rubio preguntó curioso. —¡No hay problema! ¡El nos invitó!

Ahora sí que Louis no entendía nada de nada. Unos segundos después vio desaparecer a ambos, escuchando como Niall maldecía al rizado luego de llevarse un trago de los suyos.

Solo pensaba en Harry, y en que hacía mucho tiempo no lo veía. Y también pensaba que lo había llamado el lindo chico de la limonada, unas semanas después de casi escupirlo en la calle.

Maldito bipolar, pensó Louis, mientras veía a Zayn junto a sus amigos entrando a buscar los tragos que había preparado.








¿todavía me leen?

LEMONADE • larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora