13.

26 5 0
                                        

El estudio de tatto de Zayn era uno de los lugares favoritos de Louis para pasar los fines de semana. Los sábados por la tarde era costumbre acompañar al castaño en su turno de trabajo.

Se encontraba sentado en un taburete alto, mirando todos los pósters y cuadros que colgaban en aquella habitación, mientras movía sus piernas de adelante hacia atrás.

El ruido de la máquina de tatuajes opacaba la suave música que salía del gran parlante.
Zayn se encontraba haciendo un blackout en una mujer de unos treinta años.

—¿Louis puedes traerme más servilleta de atrás?—Zayn habló sin dejar de resbalar aquella aguja sobre la piel de su clienta. —Y si puedes un tupper de vaselina.

—Claro. —Louis bajó del taburete de un salto, dirigiéndose a la parte de atrás del estudio.

Un pequeño cuarto donde guardaban todos los insumos. Busco en cajas lo pedido por su amigo. Maldecía internamente el que sean tan desordenados Zayn y sus compañeros. Todo estaba por nombre pero nada estaba en su lugar.

Fueron quizás quince minutos los que se tomó para ordenar, en lo que se podía, algunas cajas que estaban caídas. Había botellitas de tinta tiradas, cajas cerradas de guantes y alguna otra cosa que no le interesaba.

Logro encontrar las servilletas, pero no la vaselina. Con sus brazos en su cintura, miró las etiquetas. En ninguna decía vaselina. Maldijo.

Empezó a mover cosas y cosas hasta que vio la caja con letras negras. Rodó los ojos al saber que no llegaría a lo más alto de la estantería. Estirando los brazos y dando pequeños saltos intentaba agarrarla, pero apenas rozada la yema de sus dedos.

—¿Te ayudo? —la voz gruesa hizo sobresaltar a Louis. Se dio vuelta bruscamente.

Volvió a tener el mismo sentimiento que el sábado pasado en la casa de Zayn. La vista nublada y los oídos tapados. Allí, reposando sobre el marco de la puerta, estaba el mismo rizado que hacía un fin de semana lo había llamado lindo.

—¿Que carajo haces aquí? —Louis lo miró, creyendo que se trataba de su imaginación.

Finalmente había enloquecido. ¿Por qué Harry, su ex amigo y casi amor, estaría ofreciéndole ayuda en el pequeño depósito de un pequeño lugar de tatuajes?

—¿Desde cuándo eres tan mal hablado? —Harry reía. Pasando por encima de Louis, acorralando su cuerpo, tomó la caja que anteriormente el ojiazul había fallado en agarrar.

Louis se sintió pequeño debajo del cuerpo de Harry. No salía palabra de su boca lo que sentía su cuerpo en ese momento. El juro, por muchos años, que aquel rizado del que había estado enamorado, lo odiaba. ¿Qué hacía apareciendo en todos lados?

—Mi amigo, Niall. —Harry esta vez habló, mirando la confusión en el rostro del menor. —Vino a hacerse su primer tatuaje. Y ya sabes, es un poco marica y precisaba mi compañía para no mearse en los pantalones.

—¡Deja de llamar marica a todo el mundo!—Louis gritó. Harry dio un paso atrás aún con la caja en las manos. —¡Aquel día también me llamaste maricon!

—¿De que hablas?

—Si hazte el tonto. —Harry lo miraba con una sonrisa burlona. —De la nada apareces, aquí, allá, estás en todos lados. Eres como la mugre.

—Me ofende. —Harry llevó una mano a su pecho dramáticamente. Observo por unos segundos a aquel muchacho parado frente a él, que lo miraba tan enojado.

Tenía recuerdos vagos de Louis. Siempre había sido pequeño. De todos lados era pequeño. Sus manos, su espalda, su altura. Sus ojos siempre brillaban y tenía una sonrisa tan linda siempre que podía.

—Muévete.

Harry sintió como le arrebataba la caja de las manos, le daba un suave empujón y salía caminando. Dejándolo allí solo.

Salió tras de él esbozando una sonrisa. Abrió la puerta que daba al estudio y ahí estaba, Zayn despidiendo a aquella clienta del blackout, y Niall esperándolo sentado como un niño.

—¿Me puedes explicar por qué carajo dejas que el idiota entre aquí? —Louis estaba muy enojado. Le gritó a Zayn, mirándolo incrédulo.—¿Tendré que refrescarte la memoria quizás?

—Lou..

—¡El nos abandonó! —Louis señalo al rizado, quien se encontraba en una esquina, mirando la situación. —¡Y me llamo maricon!

—¡Lo siento! —esta vez habló Niall, qué miraba la escena de un enojado castaño gritándole a su amigo el tatuador. —Fue mi idea traerlo por si me muero a media sesión... No pensé que sería molestia.

Louis volteó hacia Niall. Solo se dedicó a mirarlo. Suspiro, resignado. Tenía muchas ganas de hacer un berrinche y mandar a todos a la mismísima mierda. Pero trago sus insultos y se sentó en el escritorio de Zayn.

Luego hablaría con el, estaba seguro. No podía creer como había aceptado a Harry de nuevo en su entorno. Quizás alguien le había borrado la memoria. Pero él recordaba las tardes, en las que un pequeño Zayn se preguntaba por qué su mejor amigo había elegido botarlo de su vida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LEMONADE • larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora