CAPÍTULO III

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«FOLLARTE ES COMOPROBAR
EL ALIMENTO DE LOS DIOSES»

Carlos no tardó ni un mes en encontrar una manera de acercarnos a Andrés.

—¿Estás dispuesto a hacer algunos sacrificios para poder vengarte de ese capullo?

—Estoy dispuesto a lo que sea, Carlos.

—Bueno... Prepárate porque tengo todos los datos para poder, no sólo vengarte de él, sino dejarlo por el suelo peor que un perro sarnoso.

—¡Suelta, mamarracho!

—Nuestro querido Andrés, como no podía ser de otro modo, es un vicioso de los amos y esclavos...

—¿Cómo? ¿Qué quiere decir eso?

—Claro que él toma el rol de amo, porque no puede rebajarse a ser esclavo de nadie, ni tampoco puede arriesgarse a tener sus propios esclavos, por lo tanto tiene que alquilarlos a otros amos.

—¿De qué estás hablando? Cada vez comprendo menos.

—¿En qué mundo vives, Jorge? ¿No sabes nada sobre amos y esclavos en el mundo gay?

—Pues no. No tengo ni idea.

—Así como hay activos y pasivos, sádicos y masoquistas, los que se visten con cuero, también están los que se prestan a ser amos y esclavos.

—¡Caray, no lo sabía!

—Hay algunas páginas especializadas de esto en Internet.

—Bueno... ¿Y qué tiene eso que ver con mi venganza?

—Tiene todo que ver con «nuestra» venganza, amor. No pienses que eso es algo tuyo, no me excluyas jamás. Los que apuñalan a mis amigos me apuñalan a mí también.

—Gracias, amigo. Pero deja de marearme tanto y explícame qué pretendes que haga.

—Tú tendrás que meterte en ese mundo hasta conseguir que él te contacte para una sesión. Es decir, que contacte a tu amo, porque será él quien se encargará de dejar que Andrés disfrute de una noche de vicio contigo.

—Estás loco, Carlos. Aunque accediera a hacer de esclavo, ¿cómo voy a lograr que Andrés me seleccione y contacte con mi amo para prestarme, por así decir, para que él me utilice?

—¡Qué poco me conoces, Jorge! ¿Te olvidas que descubro todo lo que quiero cuando es necesario?

—Anda... Cuenta...

—A Andrés le gustan los esclavos musculosos, jóvenes, bien dotados y pasivos. Pero especialmente los que practican fisting.

—Definitivamente, ¡estás loco! Lo primero es que nunca voy a dejarme fistear y segundo: ¿Qué crees que pasaría cuando cuándo Andrés me vea? No es nada estúpido, más bien lo contrario. Claro que no haría nada conmigo.

—Espera, espera... En las primeras citas él siempre se presenta con máscara y no le importa que el esclavo también la lleve puesta. Por supuesto que tú no quitarás la tuya, pero harás que él se la quite y encontrarás una forma de filmarlo follando, utilizando drogas y todo lo que perjudique su imagen.

—Él sabrá que soy yo. Le encantaba lamer mi cicatriz en forma de corazón. La misma que me hizo imposible engañar a mi padre cuando le dije que el chico de la película porno no era yo.

Esclavos del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora