Epílogo

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- Vamos, ¡Era tu novia!- gritaba desesperado Jason, mi hermano-. Cabello oscuro, no muy alta, le gusta escribir

- Te juro que lo estoy intentando, pero no logro recordarla.

- Debe haber algo que te ayude a recordarla.

En ese momento corrió hacia mi habitación y sacó una caja no muy grande llena de notas. ¿Eran mías?

- ¿Qué es todo esto?- pregunté confundido.

- Su historia.

Jason dejo la caja sobre una pequeña mesa de café y se retiró, dejándome solo.

Abrí la caja y tomé una nota al azar.

No tardé mucho en leer el resto, y había algo peculiar en su modo de escribir, de expresarse.
Revise una vez más la caja y noté que al fondo tenía unas fotos: Una chica bajita, con ojos café muy oscuro y cabello negro sonreía, y se veía hermosa. Junto a ella me encontraba yo.

Resultaba confuso, y ya me estaba mareando un poco. Me dirigí a la cocina para tomar un vaso con agua, y pegada al refrigerador encontré un pequeño sobre con mi nombre.

«Si las demás no funcionaron espero que esto te ayude»

Rompí el sobre y empece a leer sin prisa. Su perfecta caligrafía y un peculiar color azul llenaban aquel trozo de papel. Se notaba algo húmedo, como si hubiera estado llorando mientras lo escribía.

Al llegar al final, no pude evitar sorprenderme. ¿Se irá?

Mi cabeza empezó a dar vueltas y sentía como si la estuvieran taladrando, y solo entonces todos sus recuerdos volvieron a mi memoria: Su particular olor a jazmín, que era su esencia favorita; Las caminatas al lago; Su amor por la vainilla y el bolígrafo azul.

- ¡Isabella!

*****

Tomé la bicicleta de mi hermano (que era el medio de transporte más eficaz que podía encontrar en este momento) y pedalee tan rápido como era posible. Debía evitar que se fuera lejos, que me dejara.

Ya estaba a unas casas de ella y visualice el auto de sus padres. Aún no se habían ido.

Al llegar deje la bicicleta en la acera y corrí hacia su casa. Toqué tres veces la puerta y me recibió si madre, Eli.

- ¿Jared?- notaba la sorpresa en su tono de voz-. ¿Qué haces aquí?

- Necesito ver a Ella, por favor.

- No ha querido salir de su cuarto desde que llegó de la escuela, ve.

Entre en la casa y subí las escaleras.

Estaba parado frente a la puerta de Ella, y estaba colgado en la perilla un cartel que decía «No molestar»

Toqué varias veces su puerta, pero no contesto.

Tres minutos después dijo con voz quebradiza que estaba bien. Había estado llorando por mi culpa.

Insistí unas un poco mas hasta que sentí que la puerta se abría, y efectivamente allí se encontraba ella, con su rostro húmedo a causa de las lágrimas.

- Sabes que no me gusta verte llorar Ella, a pesar de que luzcas hermosas hagas lo que hagas.

- ¿Que estas haciendo aquí?- preguntó sin mirarme a los ojos.

- No quiero que te vallas, por favor, no me dejes.

- Lo lamento, pero es una decisión tomada.

- ¿No hay nada que yo pueda hacer? Hablar con tus padres quizás funcione.

- Ya lo han planeado todo- y comenzó a llorar de nuevo-. Lo siento tanto.

- Soy yo el que debe disculparse contigo Ella, no se como pude olvidarte, eres muy importante para mi.

- Te quiero Jared, y no sabes cuanto voy a extrañarte.

Ahueque su rostro entre mis manos, y acerque nuestros labios hasta unirlos en un beso, nuestro último beso.

- Tal vez algún día nos volveremos a ver- dijo Ella aferrada a mi como un oso panda.

- No- respondí, a lo que ella me miro extrañada-. Ten por seguro que nos volveremos a ver.

Querido JDonde viven las historias. Descúbrelo ahora