Él ya se había acostumbrado a aquella escuela y también me había robado mis amigos, nunca pensé que por alguna razón me sentiría tan llena de rabia por ello. Debí haberlo predecido, los nuevos siempre hacen eso, te usan y te abandonan.
Traté de hacerle la vida imposible y lo logré por un tiempo pero empezó a hablarme y volvió a caerme bien, después de todo era un buen chico.
Seguimos así casi todo el resto del año, entre bromas y juegos, después se unieron a nosotros una chica muy mona llamada Tina y otra que se llamaba karla con las que siempre fastidiamos a toda la clase con nuestro frecuente desmadre.
Siempre y sin falta en el receso paco me regalaba chocolates.
-Me vas a engordar. Le dije.
-Entonces devuelvemelo y quedate "flaca"- lo dijo con tanta ironía que me asustó.
-Las flacas son putas- dije y me tragué el chocolate.
No sabía el por qué de los chocolates a diario pero me gustaba, aún que terminara gorda.
Tina nunca se apartaba del lado de karla y un día supimos por qué.
Las encontramos besándose detrás del salón de música, se manoseaban como si no hubiera un mañana, no me atreví a decir nada, paco se existó al verlas, salimos de allí en cuanto pude reaccionar.-No pensé que ellas fueran así.-No es que me desagradara que fueran lesbianas pero nunca lo pensé.
-Se veían bien, ¿por qué te quisiste ir?
-Es su vida, no la nuestra- respondí un poco cortante.
Ya no las pude ver igual que antes, no era asco sino que ahora sentía curiosidad por aquello.