Una semana después

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Él ya se había acostumbrado a aquella escuela y también me había robado mis amigos, nunca pensé que por alguna razón me sentiría tan llena de rabia por ello. Debí haberlo predecido, los nuevos siempre hacen eso, te usan y te abandonan.

Traté de hacerle la vida imposible y lo logré por un tiempo pero empezó a hablarme y volvió a caerme bien, después de todo era un buen chico.

Seguimos así casi todo el resto del año, entre bromas y juegos, después se unieron a nosotros una chica muy mona llamada Tina y otra que se llamaba karla con las que siempre fastidiamos a toda la clase con nuestro frecuente desmadre.

Siempre y sin falta en el receso paco me regalaba chocolates.

-Me vas a engordar. Le dije.

-Entonces devuelvemelo y quedate "flaca"- lo dijo con tanta ironía que me asustó.

-Las flacas son putas- dije y me tragué el chocolate.

No sabía el por qué de los chocolates a diario pero me gustaba, aún que terminara gorda.

Tina nunca se apartaba del lado de karla y un día supimos por qué.
Las encontramos besándose detrás del salón de música, se manoseaban como si no hubiera un mañana, no me atreví a decir nada, paco se existó al verlas, salimos de allí en cuanto pude reaccionar.

-No pensé que ellas fueran así.-No es que me desagradara que fueran lesbianas pero nunca lo pensé.

-Se veían bien, ¿por qué te quisiste ir?

-Es su vida, no la nuestra- respondí un poco cortante.

Ya no las pude ver igual que antes, no era asco sino que ahora sentía curiosidad por aquello.

EL AMOR MATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora