Parte 2

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-¿Qué quieres de regalo?-pregunto algo sudado después de tanto entrenamiento.

-Me podrías regalar una camisa y pantalón de mi talla- y me reí. Parecía una pordiosera con sus ropas, pero bueno, aun servían. Simplemente asintió.

-¿Puedo confiarte algo?- pregunto algo sonrojado.

-Claro, dilo de una vez, soy una tumba.

-Estoy enamorado, realmente siempre pensé que era una simple amistad, pero soy tan feliz al ver a esa persona a mi lado, que su amistad no me alcanza. ¿Seré muy mal amigo por sentir lo que siento?- pregunto algo abatido.

-Pues, de amor yo no se mucho. Pero debe ser muy bonito, además creo que  la otra persona sentirá mucha dicha con tus sentimientos, porque estas enamorado conociendo sus virtudes y defectos. ¿Cuando se lo dirás?-

-La semana del celo- le pegue un codazo y le levante una ceja y me carcajee.

-No eres ningún tonto- Y los dos reímos. Me alegraba tener la confianza que nos teníamos. 

Hacia más de un mes del suceso del bosque con otros machos cerca de nuestra manada. Al día siguiente por lo que averiguamos, de boca de Richard, es que un alfa y dos betas se habían desviado de su camino en su cacería, pero no era algo de lo que debiéramos preocuparnos. 

No le tomamos importancia y seguimos con  nuestras salidas furtivas al bosque a entrenar. Aunque obviamente, nadie lo sabe, todos creen que vamos al bosque a hacer cochinadas.

Después de cambiarme, volvimos a la aldea y cada uno se fue a su casa respectivamente. Mi madre estaba poniendo la mesa cuando llegue.

-Samanta, la cena esta lista-

-Ok- tome mi plato y mis cubiertos y lo coloque sobre la mesa de madera. La mayoría de la aldea era así, todo madera, sin calefacción ni chimenea, aunque esto es más que nada por nuestra alta temperatura. Sin ningún elemento de ultima tecnología, lo más  moderno era tener luz, pero que siempre debía apagarse a las diez de la noche.

Era algo aburrido, por eso lo única forma de pasar el tiempo era en el bosque, o cosechando o haciendo cosas de ama de casa. 

Tome asiento y cenamos en silencio, hasta que, como siempre, comenzó con sus preguntas odiosas.

-¿Porque te la pasas en el bosque con ese chico? ¿No te das cuenta que es un peligro? Es un desertor como su padre.

-Es mi amigo, prefiero estar en el bosque que pasar el tiempo aquí encerrada.

-Pues no me gusta nada, ¿que haces en el bosque con él?- comenzó a reprocharme, no debía decirle que entrenaba porque comenzaría con su discurso de que era una masoquista que quería que pasara lo mismo que hace años atrás.

-Lo normal, platicamos y deambulamos de aquí para allá- trate de controlar mi ira, contestando lo menos alterada posible, pero parecía que lo hacia a propósito.

-Esa ni tu te la crees , ¿te piensas que me chupo el dedo?¡¿Que soy una ingenua?!-empezó a gritar, como odio cuando hace retumbar la habitación con sus gritos- ¡Seguramente te estas revolcando con ese pulgoso! ¡Deberías esperar a tu mate, pero no, eres una desvergonzada!- ya no nos encontrábamos sentadas, las dos estábamos paradas acuchillandonos con la mirada. 

-¡Tu eres  la menos indicada para decirme eso! ¿Acaso no tuviste un revolcon con un alfa y de eso nací yo?¡ Yo por lo menos no cometeré el error de tener un hijo, como lo hiciste conmigo!, porque es así ¿no? Te arrepientes de haber tenido una hija que no te servio para llegar al alfa- estalle, y no me quedo de otra que salir de mi casa cerrando la puerta de un portazo. 

Defectuosa [+13]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora