Just 19

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Los flashes de las cámaras hacían que sus ojos ardieran, y no podía preocuparse de poner buena cara frente al público. Tomaban miles de imágenes diariamente, varias en las que su rostro reflejaba más de lo que quisera, pero en realidad nadie se daba cuenta de ello, ni los fotógrafos ni mucho menos las chicas que pegarían su imagen en las paredes de una habitación.

- Recuérdame, cuando seas quien esté en la pantalla grande. Recuérdame, cuando seas quien siempre soñaste.

Se sentía cansado, muy cansado. Miraba a la pantalla del televisor con ojos vacíos e inexpresivos, en donde un rostro conocido se aparecía una vez más. Tenía una mirada fuerte e inquisidora, unos labios que originalmente estarían partidos, pero ahora estaban corregidos, y sus ojeras se ocultaban tras las capas de maquillaje. Y eso lo hacía ver demasiado perfecto e irreal. No le gustaba verlo así. Habían soñado con un futuro parecido a ello, pero sería distinto, porque serían ambos. Alcanzaron a tocar el cielo con sus manos, y pronto les fue arrebatado, rápido y certero. Ahora, él parecía estar ausente, odiando con los ojos a toda la gente que gritaba su nombre sin saber nada de su vida. ¿Cómo se sentiría ser amado por algo tan superficial como su rostro? Pensaba que el castigo del hombre tras la pantalla era peor que el suyo. Porque no tenía a dónde escapar.

Le pareció sentir que una mano se aparecía de la nada y lo toqueteaba con descaro, mas cuando volteó sólo pudo sentir el aliento de las muchachas que se empujaban las unas a las otras, como animales, tratando de que él les prestara atención. Sólo quería llegar a casa, dejarse caer en la cama y tener su propia sesión de llantos, solo. En un principio, trataba siempre de saludar, sonreír, hacerle sentir a la gente que eran importantes y no irrelevantes como suelen creer. Pero ahora se había vuelto frío, entendiendo por qué las celebridades despreciaban la fama, unas tantas retirándose, otras considerando el suicidio. La gente suele decir que cuando eres famoso y tienes dinero, puedes hacer lo que quieras, pero nada está más lejos de la verdad. Querría poder caminar a casa y quedarse parado sintiendo la lluvia mojar su cara sin que la gente se quedara viéndolo, diciendo por las redes sociales su ubicación, para que una multitud se formara, y tuviera que huir.

No podía amar, tampoco. Ni amar ni odiar en público. Todo se sabía, y lo peor era que todo estaba en duda. Una vez vio una película, en donde una niña le decía a su padre que tal cantante estaba casado con tal actriz. Él sólo meneaba la cabeza y decía que nada de eso debía de ser verdad, que era puro negocio y conveniencia. ¿Acaso ya no tenía derecho a sentir? Lo cierto era que en ese punto, poco y nada importaba lo que sintiese, porque su único amor no estaba cerca de él, ni era recordado. Es increíble la capacidad que tiene un fanático de cambiar a sus ídolos conforme el tiempo pasa. Sabía que algunos adoraban con locura a quienes hacían llamar sus ejemplos a seguir, sus amores platónicos, pero siempre llega un punto donde la mente olvida. Si pueden superar la muerte de un familiar, ¿cómo no van a superar la desaparición de un simple cantante a quien nunca conocerán? Que ni sabe de su existencia. Pensaba que lo que debería ser considerado era eso: puedes prescindir de quien prescinde de ti.

- Recuérdame, cada vez que las narices sangren. Recuérdame, a mí y a mis "necesidades especiales".

Le parecía que cada vez estaba más lejos del momento en donde ambos habían estado sentados allí, mirando la pantalla de un cine, esperando a que ésta se iluminara, como si un mundo distinto y siempre mejor se dejara ver, y ellos estuvieran ansiosos de apreciarlo. Esa, su rutina semanal, en donde se colaban a las funciones vespertinas de algún cine de barrio, y entraban en silencio, sin mirarse, sentándose el uno al lado del otro, nunca demostrando nada el uno por el otro.

Trató de reírse, de lo estúpidos y fríos que eran, pero pese a ello, nunca pelearon ni mucho menos se separaban. Pensó en algún día en específico, cuando ambos estaban recostados en su cama, sin tocarse, mirando al techo. Con el ruido de la calefacción y la lluvia incesante afuera, ambos sin querer moverse, como si fueran una pintura de dos jóvenes dormidos y despiertos a la vez. Recordaba con claridad la primera vez que quedaron enfrentando sus miradas a los ojos, verde brillante contra castaño, a penas pestañeando, como si fuese la primera y última vez que pudieran verse.

just 19 ; ғrerαrdWhere stories live. Discover now