Prólogo

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Un estruendo resonó, la oscuridad se apoderó de todo en ese instante, pero luego la luz hizo que desapareciera, el cielo era un caos total. La luz y la oscuridad luchaban por ver cuál de las dos era más poderosa, el llanto de un bebé se escuchó a lo lejos, el cielo estalló en un fuerte estruendo dejando solo oscuridad a su paso. Él estaba en los jardines de su palacio, miró al cielo y al verlo oscuro una sonrisa malévola se dibujó en su rostro, lo llamaron para que entrara a la habitación de la cual había salido el lloriqueo, pero en el instante en que se giró un haz de luz irrumpió en la oscuridad, abrió la puerta del cuarto, miró a su esposa y a la niña que estas sostenía entre sus brazos.

—No cree que es muy hermosa —dijo la esposa viendo fijamente a la bebé —ya pensé que nombre le pondremos, bueno solo si le agrada.

— ¿Cuál es el nombre? —preguntó él sin mostrar una solo pizca de emoción.

—Anabrin, quiero que se llame así... ¿Cómo estaba el cielo cuando ella nació?

—Oscuro, la oscuridad fue la que ganó —pudo notar como decía eso con orgullo.

—Ya veo porque está tan feliz, será igual que su padre, hubiese querido que fuera como yo, pero eso no importa, sea como sea siempre la voy a querer... —miró a la bebé y suspiró —.Eres la hija de la oscuridad, hubiese querido que no lo fueras, que fueras la luz al igual que yo...

— ¡Nirvana! Por favor deja de decir estupideces, la profecía dice lo que tendrá que hacer, pero no su final, ella le ganará al elegido.

— ¿Y si no quiero que le gane al elegido? Pero no quiero que ella pierda tampoco, no quiero que muera.

— ¿Ella o él? Esa es la decisión, uno de los dos tiene que morir lo quieras o no... Ahora veo que no confías en mí, piensas que cambiaré y que lo destruiré todo tal y como lo dice la profecía, yo no soy así.

—Perdón querido, no lo quise ofender de esa manera, confío en usted, pero las profecías raras veces son erradas, quiero confiar en usted, pero mis padres me enseñaron a creer en tales vaticinios.

Él giró sobre sus talones y se fue en dirección a la puerta, giró la perilla y la abrió mientras su cabello se removía con la suave brisa, antes de salir, Nirvana lo detuvo con sus palabras.

—Por favor Darkos, no haga esto más difícil de lo que ya es.

Darkos solo la escuchó y se marchó dejando las últimas palabras en el aire, caminó por el amplio pasillo hasta llegar de nuevo al jardín, sacó un colgante de su bolsillo, lo miró con malicia. Darkos no era del todo honesto, cerró sus ojos mientras con sus manos sostenía el colgante, se desvaneció entre las tinieblas. Él apareció en un lugar completamente distinto. Un castillo se hizo visible en el horizonte, oscuro como la noche, nada de hermoso, solo tenebroso, sus torres puntiagudas hacían mucho contraste con el paisaje, sacó el colgante y lo dejó caer al suelo, se produjo una gran onda de choque, el suelo se agrietó haciendo que el castillo se desmoronara y se hundiera creando una gran fosa. Lava salió por todos lados, Darkos vio sonriente ese espectáculo, en poco segundos, un gran cráter surgió, la risa de Darkos al ver esto se volvió maquiavélica.

NirvanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora