•◌◍ 痛い ◍◌•Headcanons CH

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Cuando Italia era un niño, pasaba más tiempo con Vaticano o con T.Reich que con su propio padre.

Llego un punto en donde vivía más con los alemanes, tanto que se empezaba a sentir parte de esa familia.

Sobre todo cuando el mayor lo cuidaba como a otro hijo.

....

Bajo del auto, era ya tarde.

Espero a que aquel auto se marchara para caminar hacia su casa. Probablemente sus pequeños sigan despiertos ansiosos por su llegada.

Cuando abre la puerta, deja sus cosas en la entrada y se retira su saco. Rápidamente escucha los pasos apresurados de los menores.

—¡Vater! (¡Papá!) —. Gritan al unísono los gemelos que corren hacia su progenitor.

—Mis bebés...—. Se agacha para poder recibirlos con un abrazo. Solo necesita un abrazo de sus pequeños para olvidarse del trabajo.

Los menores entusiasmados empezaron a hablar sobre su día, tomaron su mano para guiarlo a su habitación.

El mayor los siguió, cuando entró a la habitación de los menores un ligero temblor en su ojo empezó.

La habitación estaba patas arriba, todo estaba en desorden y las camas las habían volteado (quien sabe cómo) para crear un fuerte de almohadas.

—¡Mira nuestro castillo! —. Expresó el gemelo mayor con entusiasmo.

—Si...castillo. —. Dijo entre dientes. Les había dado una regla, no crear un caos y es lo que hicieron. —¿Donde está Italia? —. Pregunto rápido, había dejado al "mayor" a cargo.

—Está adentró. —. Señaló el gemelo menor. —Lleva dormido toda la tarde. —.

El alemán mayor solo gruñó, comenzó a caminar entre los juguetes y artículos hasta llegar a la entrada de aquel fuerte.

Retiró algunas sábanas para poder entrar, terminó por encontrarse ciertamente al italiano acostado.

—Nunca vuelvo a dejarte a cargo. —. Murmuro acercándose al menor. —Despierta, los tres arreglarán este desastre. —. Menciono con molestia.

No recibió respuesta, tomó su brazo para despertarlo pero frunció el ceño.

Retiró su guante y tocó la frente del menor, está caliente. Además de notar el ligero enrojecimiento de su rostro como del sudor.

—Papá, estas derrumbando nuestro castillo. —. Exclamó el gemelo mayor al ver cómo el techo se empezaba a colgar.

El mayor ignoro el comentario, tomó al italiano en brazos y se levantó derrumbando por completo el fuerte de almohadas.

—¡Papá! —. Ambos gemelos se quejaron.

—Cállense, limpien este desorden. —. Demandó sin más.

Llevo al italiano hasta su habitación, lo recostó con cuidado en su cama.

Busco un termómetro, por su temperatura corporal probablemente tenga fiebre pero necesita asegurarse que no sea grave.

—Papá...—. La voz del menor es casi inaudible, apenas pude abrir sus ojos.

—¿Desde cuando te sientes así? —. Pregunto sentándose en la cama.

No recibe respuesta, de cualquier forma le indica al menor de abrir su boca para colorar el termómetro.

Lo deja en cama unos minutos, en eso se dirige a la habitación de sus hijos que están peleando.