Capítulo 4 "Sex Instructor. Solo se puede amar a una persona"
- Nunca tengo sexo aquí - dijo. - Tú decide. Tu primera vez tiene que ser especial e inolvidable.
- Tengo un lugar especial - susurré recordando el jardinsito donde había tenido mi primer beso, había leído mi primer novela y había imaginado mi casamiento un millón de veces. - Es un jardín.
- ¿Dónde? - En mi casa.
- Okey. ¿Tienes auto?
- Sí ¿por?
- Me iré contigo - dijo mientras tomaba una carpeta y su saco.
- Ahm... - Regla número dos; no puedes saber cosas de mí ni yo de tí.
- Me llevarás a tu casa pero con los ojos vendados, así no sabré a dónde vamos - me dijo mientras sacaba una corbata y me la daba.
- Esta bien - tomé la corbata y la metí en mi bolsillo. Salimos de la "tienda". Jerry cerró con llave y me siguió hasta el auto.
- Es éste - le dije mientras señalaba el mercedes negro de mi madre.
- ¿Dónde puedo poner mis cosas? - me preguntó mientras alzaba su saco y su carpeta negra.
- Oh, déjala en el asiento de atrás. Tomó sus cosas y las puso donde le dije. Abrió la puerta del copiloto y se metió en el auto. Corrí hacia la puerta del piloto y me metí tambien.
- Bien - suspiré. - Date vuelta - le pedí.
Se dió vuelta y puse la corbata cubriendo sus ojos. Regresó a su posisión normal y arranqué para irnos a casa.
Cuando llegamos, tomé a Ross del brazo y nos metimos a la casa por la parte trasera que daba al jardín donde estaba la piscina.
Lo llevé hasta el jardinsito donde tendríamos nuestra noche especial.
Aún tenía el puente de flores y hojas que había hecho con mi madre unos años atrás.Lo contemplé unos segundos. Ví la serie de luces que estaba colgada en el puente y lo conecté. La luz me cegó un poco.
Enarqué la ceja y me puse frente a Jerry. Miré sus labios, llenos y perfectos. Quería besarlo. Devorar su boca y lamer su lengua. Le quité la corbata de los ojos y dejé que me mirara. Vió directamente a mis ojos y me sonrió.- Lindo - dijo mientras le daba una ojeada al lugar. Se quitó su saco y jaló de su cabello.
- Entonces... ¿Vas a traer sabanas o algo? - me pregunto mirando el suelo enlodado.
- Era lo que estaba pensando. Creo que será mejor que entremos - le dije mientras me dirigía al arco y apagaba las luces.
- No, enciéndelas - me pidió. Se acercó a mí y rozó su piel con la mía, provocando una sensación de calor inmensa en mi interior.
Tomó el cable de mi mano y volvió a conectarlo con lentitud.
La luz se reflejó en su cabello dorado, dándole un aspecto mas formal y delicado a su rostro.
Me tomó de la mano y me acercó a él.- ¿Tienes algún radio o unas bocinas? - me preguntó.
- Lamentablemente todas murieron en la parrillada del 4 de Julio - reí entre dientes. Soltó una risita y movió la cabeza.
- Entonces... ¿Cantas? - me preguntó. Negué con mi cabeza.
- Yo si. ¿Te molestaría si canto? - moví mi cabeza para que se animara a empezar.
- Quiero que sea un momento realmente especial para tí. Tampoco quiero que te enamores, sino que desees más el sexo despues de ésto.
Tomó aire y tomó de mi cintura haciendo que mi cuerpo chocara con el suyo dulcemente.
Empezó a cantar una melodía perfecta. Era lenta y suave. Sus pies hicieron que los míos se movieran al compás de la canción.
Estabamos bailando. Estabamos en mi lugar favorito en el mundo, bailando. Estaba adorando realmente este momento.
Recargué mi cabeza en su hombro sin alcanzarlo totalmente. Él puso su mandíbula al raz de mi cabeza y siguió el compás.
El aire se colaba entre nuestros cuerpos y me hacía estremecer de vez en cuando. Castañeé un poco y sentí cómo su mano bajaba un poco más allá de mi cintura. Mis brazos subieron a su cuello abrazándolo al fin.
Él abrazó mi cintura con sus fornidos brazos y su rostro quedó a pocos centímetros del mío. Su respiración era constante y regular, la mía era irregular e inconstante. Su mano derecha viajó hasta mi cuello tocando y acariciando mi mandíbula, acercándome más aún a su rostro.
Sentí su piel tocar la mía, su aroma penetrando mis poros y mis fosas nasales. Era simplemente perfecto. Sus labios envolvieron los míos en un beso lento y delicado.
Los movió constantemente hasta hacerme querer más de sus labios. Deseaba el contacto de su piel con la mía. Me tomó de la cintura y plantó un beso delicado en mi mejilla.
- Quítate la blusa - me ordenó en un susurro.
Inmediatamente la fuí quitando lentamente.
Cuando al fin la quité por completo la aventé a una esquina del jardinsito.
Jerry miró directamente a mis pechos y lamió sus labios. Se acercó y con la llema de su dedo tocó la piel de mi abdomen. Mi piel se erizó ante el contacto de su piel con la mía.
Jerry sonrió triunfante al ver la reacción de mi cuerpo ante esa simple acción.
- ¿Te lo quitas o te lo quito? - dijo pegando sus labios a mi lóbulo. Sentí su mano en el broche de mi sostén. Abrí mis ojos como platos.
- Mejor... vamos... vamos al cuarto - le dije mientras tomaba sus brazos y separaba sus manos de mi cintura.
- Está bien. Estaba a punto de ponerme la blusa cuando Jerry me la quitó de las manos.
- No. Así te ves perfecta, me gusta mucho tu abdomen - me dijo mientras se mordía el labio inferior.
Corrimos hasta la puerta de la casa. Saqué la llave de mi pantalón. Metí la llave en la cerradura.
De repente sentí los labios suaves de Jerry en mi hombro. Bajó sus manos a mi trasero y lo sobó lentamente. Cerré mis ojos y disfruté de la nueva sensación que me causaba eso. Abrí la puerta y entramos. Jerry seguía apachurrando y sobando mi trasero. Se sentía delicioso.
- ¡Dios! Tienes un trasero realmente perfecto - gruñó.
Me di vuelta y tomé su rostro entre mis manos. Lo acerqué a mí y lo besé. Correspondió el beso de una manera voráz. Mordía mis labios y metía su lengua ferózmente. Me cargó haciendo que mis piernas rodearan su cintura. Sentí un bulto en mi parte femenina. Me separé de él cuando escuché su risa perfecta.
- Tranquila, es normal. Me tienes muy excitado. Sentí como el color subió a mis mejillas. Jerry alzó su rostro y me dió un beso delicado en los labios.
- Vamos a tu cuarto - me dijo. Me depositó en el piso y rapidamente lo llevé a mi cuarto.
Cuando llegamos, inmediatamente me abrazó por detrás y me besó el cuello. Cerré mis ojos y disfruté la sensación que me causaban sus labios rozando mi piel. Me di vuelta soltándome de su agarre y llevé mis manos al broche del sostén.
Le sonreí pícaramente y regresé mis manos al frente. Jerry sonrió de lado mostrándome su dentadura perfecta.- Eres mala - musitó. Sonreí. Mi mano fué hasta la hebilla de su cinturón. Lo jalé hacia mí y empecé a desabrochar su camisa.