Capitulo 26

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Desperté en una habitación, familiar, por supuesto.

Era la habitación de Robert.
Escuché varias voces, todas, cerca de mí. El primero en acercarse fue él, mi novio.

- Amor, ¿cómo estás? - me preguntó.

Sentí mariposas en todo mi estómago y le sonreí.

- Siento que he dormido horas.

- Solo dormiste unas tres. Tuviste una contusión.

Y recordé cómo William iba a violarme.

- Él...

- En la estación de policías. Jerry pudo agarrarlo y un amigo nuestro que es abogado y otro que es policía lo llevaron para allá, estamos esperando a que nos digan que tenemos que ir a dar declaraciones. Ese idiota tiene que pagar en la cárcel.

- Su novia... ¿dónde está? - pregunté mientras me enderezaba en la cama.

- Está en el comedor. Al fin pudo decir lo que le hizo ese hijo de... - interrumpió lo que iba a decir.

- ¿Puedo hablar con ella? - le pregunté.

- Sí, enseguida la llamo.

Plantó un beso en mi frente y salió de la habitación para decirle a la novia de William que quería hablar con ella. Entró y me dedicó una sonrisa.

- Hola ______ - me saludó.
Se sentó en la orilla de la cama y acarició mi pierna.

- ¿Cómo te sientes? - me preguntó.

- Mejor.

Un silencio incómodo inundó la habitación.

- Sé lo que te hizo. Pido una disculpa en su nombre ya que iba a casarme con él y eso me hace algo responsable...

- No, no lo digas. No eres responsable de nada - arrugué la nariz.

- Toda la culpa la tiene él, nadie más. Ni siquiera se te ocurra decir que tú eres culpable. Supe lo que te hacía cuando vi el moretón - señalé su antebrazo con la mirada.

- No mereces nada de eso. Solo quería pedirte que me acompañaras al juzgado, tienes que declarar. Lo que te hizo no está bien.

- Lo haré ______. Se levantó y se fue.

- Mi vida, iré a comprar un poco de comida. Te dejaré. Jerry estará aquí.

Tragué saliva.

¿Por qué demonios me tenía que quedar sola con un maestro en el sexo? ¿Por qué?

- Sí, claro. Te quiero - casi lo grité.

Escuché como la puerta se cerró al mismo tiempo en el que mi corazón y mi estómago se apretaron y gritaron.

- ¿Puedo? - se asomó Jerry por el umbral de la puerta.

- Sí - susurré débil.

Escondí mi cuerpo dentro de las sábanas y me puse de lado. No quería ver esos bonitos y sabrosos labios y tampoco sus hermosos ojos cafe.

- ¿Cómo estás?

- muy bien, ya puedes irte.

- Mejor. Gracias por preocuparte.

Nos quedamos en silencio. Me senté y lo miré. Llevaba una chaqueta y unos jeans. Se había quitado las gafas y las había dejado colgadas en su playera blanca. Se acercó sigilosamente a mi rostro y besó mi mejilla. Después mi cuello y al final mis labios.

Sex instructor /Jerry HDZ Y tu/ADAPTADA/HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora