Las ositas.

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El paisaje era muy diferente al que encontraba todos los días.

La montaña y los árboles parecían parte de un cuadro.

En la oscuridad se podían apreciar algunos distintos tonos de verde, daban un toque bastante fantasioso.

Me encantaría poder volar por el día y distinguir claramente los distintos tonos del paisaje.

Haría una escapadita por la mañana.

Tanto verde hacía parecer que estabas inversa dentro de un cuento. Uno que me contaba mi madre de pequeña.

Se desarrollaba en un lugar parecido a ese.

Había una vez unos seres que trabajaban por la mañana, y descansaban por la noche.

Tenían preciosas historias de amor.

Sobre chicas hermosas, morenas con ojos de color chocolate o verdosos. Por otro lado los chicos eran llamados príncipes "azules" eran morenos y su color de ojos variaba.

Hubo un príncipe, que en un principio era una horrenda bestia que al final se convertía en un precioso príncipe. La chica había estado y le había querido desde que él era una bestia.

Es una muestra del amor verdadero, decía mi madre.

Después, había unas criaturas que eran las favoritas de mi madre, los ángeles.

Son parecidos a nosotros pero mucho más hermosos.
Pueden volar por el día, ver el amanecer y cuidar de otros sin que ellos se den cuenta.

Cariño, las criaturas que más me han gustado siempre tanto por su belleza y blancura, son los ángeles. Me dijo una vez mi madre.

Yo siempre había querido un ángel en mi vida, aunque si lo hubiese tenido no me habría dado cuenta igualmente.

Mi madre ya no hablaba de los ángeles desde hacía 10 años. Pero yo a mi hermana le había contado muchas mañanas las historias que me relató mi madre, para ayudarle a dormir.

A mi hermana también le encantaban, decía que Jane era un ángel.

Recuerdo cuando tenía 5 años. Mi madre me contó, cuando el abuelo fue declarado muerto, que algunos ángeles antes habían vivido y una vez muertos se convertían en ángeles.

Me gustaba pensar en que eso era así.

─ ¡Vamos hemos llegado! Coger vuestras cosas, que vamos mamá y yo a por las llaves de nuestro apartamento.─ dijo mi padre.

─ ¿Después nos bañamos en la playa, papá?─exigió mi hermana.

─Cariño aquí no hay playa, estamos en la montaña. Pero recuerdo que hay un precioso río para bañarnos. ¿Te parece bien?

─Si, mami. ¿Puedo ir ahora con Cat?─ la verdad es que no sonó como una pregunta, sino más bien como una orden. Por lo que le asentí con la cabeza.

─ ¿Mamá, dónde está?─pregunté.

Me explicó como ir, más o menos conseguí llegar con sus indicaciones.

Habían demasiados árboles como para poder ver un camino que estaba para ayudar a no perderte, no pasaba mucha gente.

El sonido del río ayudó bastante.

No tenía mucha corriente. Por lo que veía, yo podría tocar el fondo y coger a mi hermana para que no se ahogara.

Ya que se me habían olvidado los manguitos para ella.

─ ¡Vamos Cat!─la señorita no había podído contenerse y había empezado a quitarse el vestido por el camino.

─ Voy, espera que me quite los pantalones.─ cuando me quedé en bikini le cogí de la mano y la acerqué al borde─ espera que me meta yo antes.

Me zambullí. El agua estaba fresca, como a mí me gustaba.

Cogí a mi hermana y la tiré al agua.

─ ¡Ay está muy fría!─ ups, a ella le gustaba más caliente.

─No pasa nada, muévete un poco y parece que está más caliente.

Estuvimos dos horas divirtiéndonos, salimos como pasas de lo arrugadas que estábamos.

Cuando llegué hasta donde habíamos aparcado, no sabía cuál era el apartamento. Y no llevaba el móvil.

Que lista, por favor.

Esperamos alrededor de 10 minutos, hasta que llegó mi padre.

─Chicas, había ido a por vosotras al río.─ dijo riéndose, era muy risueño a pesar de todo.

─Papá, nos lo hemos pasado super bien. Te tendrías que haber venido.─ Lisa le empezó a contar todo lo que habíamos hecho.

─Mañana venimos todos, pero vamos ahora al apartamento que está amaneciendo.

El camino hacia el apartamento fue corto, este estaba cerca del río.

En cuanto llegamos Lisa le contó a mamá sus hazañas en el río, yo le comenté que se había portado muy bien.

Consiguió un helado después de cenar, como regalo por portarse bien.

Que buenos aquellos tiempos, que si te portabas bien conseguías un regalo.

Nos pusimos a cenar.

Lisa estaba impaciente por terminarse la comida para comerse el helado.

─Come con tranquilidad. Que el helado no te lo va a quitar nadie.─ le dije y comió más despacio.─ Mamá, ¿mañana aparte de ir al río, vamos a hacer algo más?

─Pues antes de ir al río, tu padre y yo iremos al pueblo a comprar comida y después al hospital a por reservas de sangre. Dentro de poco te va a toca ir a ti.─ me recordó.

Las mujeres a los 19 años empezaban a consumir sangre para no envejecer tan deprisa.
Técnicamente, tendríamos que empezar a partir de que tuvieras tu primer periodo porque ya no crecemos tan deprisa o algunas ya no crecen más.

Los hombre hasta los 21 no tenían la necesidad de empezar a consumir sangre.

Yo una vez probé la sangre y no me gustó nada, pero voy a tenerla que consumir por obligación.

─Puaj, no me lo recuerdes.─ me quejé con cara de asco.

─Ve haciéndote la idea, te quedan dos años. El tiempo pasa. Tic tac...─guaseó mi padre. Y yo me reí falsamente, que gracioso es, eh.

Terminamos la cena riéndonos por como Lisa comía su helado.

Parecía que la muy bestia estaba comiendo con la cabeza dentro del tarro, su cara era como una obra de arte.

─No te rías de mi, tonta.─ Me echó en la cara lo que le queda de helado y ahora las risas iban dirigidas hacia mí.

─Ñam, está rico tu helado.

─Pareces un osito

─ ¿Y tu que pareces, enana?

─Anda ir a lavaros la cara, ositas.─ comentó mi padre

─Eso, y para la cama.

─Jo, mamá que es temprano.─ se quejó mi hermana.

─¿No quieres ir al río?─ sin una palabra más se fue a lavarse la cara. Y yo fui tras ella, para dejar de ser un osito.

La habitación era más grande que mi habitación, pero esta la compartía con mi hermana. Ella no tardó nada en dormirse, a mi siempre me ha costado mucho.

Al final me rendí y caí en los brazos de Morfeo.

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Otro capítulo!

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In other words, in other world. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora