Untitled Part 1

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Dos semanas trabajando para él y aun no averiguo que paso con mis amigos. Ser indigente es bastante difícil, un trabajo a tiempo completo; pero ser un niño indigente, es algo completamente distinto: Conseguir comida, cobijo, ropa, calzado, todo es miles de veces más difícil, estando en el fondo de la cadena alimenticia somos presa de otros indigentes, la policía o gente que simplemente quiere desahogar su ira con alguien y a nadie le importa que pase con nosotros.

Somos pocos los que tenemos algún tipo de educación, que sabemos leer, escribir, contar, lo cual nos hace adecuados para otro tipo de trabajos mejores, ayudantes de bodega y cosas similares en lugares que se arriesgan al hacernos trabajar debido a las leyes de protección a menores, lo cual es estúpido porque estas leyes nos impiden trabajar a voluntad pero no nos protegen cuando somos abusados de alguna manera por los adultos.

Es por eso que muchos de mis amigos aceptaron trabajar en un teatro local como ayudantes generales bajo la promesa de dinero y un lugar para dormir con 4 paredes y un techo. El maestro de ceremonias y titiritero es también el dueño del teatro y director de cada obra presentada en. Nadie sabe su nombre, solo lo conocemos como Señor y trabajar para él solía ser un privilegio para niños como yo.

Pero las cosas cambiaron de manera extraña, durante el tiempo que abrió el teatro tomamos turnos para trabajar ahí, ya que el Señor, solo contrata a uno de nosotros por periodo de una semana, máximo 2. Ahora trabajar con él es la última opción en nuestras mentes, ya que el Señor ha cambiado, su carácter es osco, oscuro y aunque nos trata con respeto evitamos trabajar para él.

Al principio era envidia lo que sentimos, lo que sentí yo, pero luego de unos días nos sentíamos inquietos, como una molestia en el fondo de tu mente indicando que algo no anda bien, que hay algo raro en ese nuevo trabajo y el cambio en el carácter del Señor.

Así que aquí estoy, en la bodega arreglando el vestuario de los títeres mientras mi cerebro hierve de actividad, dudas, recelo y nostalgia son alguna de las cosas que siento, la presentación de una nueva obra en el show de títeres me dejo así debido que los 2 nuevos títeres, decía el Señor, fueron inspirados en amigos que se fueron a esa otra ciudad, compartían el mismo nombre e incluso eran físicamente similares, uno con su pelo duro y tieso como alambre de púas, y otro con sus rizos aceitosos casi cubriendo sus ojos. El Señor dice que es su forma de agradecerles por su trabajo en el teatro, hacerlos, a su manera, parte del show que ellos lograron a mantener y cuidar temporalmente.

Trabajar en el teatro luego de una función podía ser inquietante, el Señor nos hace acomodar las butacas, limpiar el suelo del teatro, aceitar los mecanismos usados para mover los títeres, todo excepto el cuidado de estos, nos prohíbe tocar su vestuario, los cables y principalmente los títeres. Puede ser algo solitario ya que el Señor contrata solo a uno por vez y él se dedica solo a su mantenimiento, vestido y creación de sus personajes en su taller.

El taller es un lugar oscuro y mantiene las puertas cerradas con grandes candados, lo único que puedo decir sobre ese lugar es que el olor que emana es agobiante, saturado de químicos, solventes y un residuo de algo más, algo que hace que esa molestia mental se haga más intensa.

Show de los indigentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora