Uno.

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Cuelgo con rabia y pongo el móvil en silencio antes de guardarlo en el bolso. Hoy no estoy de humor para aguantarle.

Me pongo en la fila de gente —que es una cola interminable en la cual estaré por lo menos veinte minutos— para pedir mi café. Tampoco tengo prisa, puedo aprovechar el tiempo para revisar los apuntes que he tomado hoy en la universidad.

La cola va más rápido de lo que esperaba, así que me atienden enseguida.

—¡Hola! —Me dice el chico del mostrador con una sonrisa—. ¿Qué quieres tomar?

Sus ojos marrón claro me observan con calidez. Cualquiera diría que después de todo el día atendiendo a una persona tras otra —y dudo que todas agradables— no tendría ganas ni de sonreír. Sin embargo, ahí está. Y antes de que me dé cuenta una sonrisa se ha extendido por mi cara también.

—Un latte dulce con canela —pido con suavidad.

La sonrisa del chico se hace más grande mientras me prepara el café en un vaso.

—¿Tu favorito? —pregunta.

Frunzo el ceño levemente.

—Sí, ¿por qué?

—También es el mío.

Se me escapa una pequeña risa mientras le echa más canela por encima. Coge un rotulador negro con una mano y el vaso con la otra.

—Dime tu nombre.

—Cassie —respondo.

—¿Kassie con K de Kassandra? —cuestiona dirigiendo el permanente al vaso con la intención de empezar a escribir.

—No —se para en seco a medio camino—. Cassie con C de Cassidy.

Suelta una carcajada.

—Perdona, normalmente suele ser al revés.

—En realidad también hay Cassandras con C —señalo y me saca la lengua.

Mientras escribe mi nombre no puedo evitar notar que este chico no tiene hoyuelos y sonrío para mis adentros. No hay novela en la cual no describan al chico guapo con unos hoyuelos que derriten a las chicas, pero yo siempre me había preguntado qué tienen de encantador. El chico que está al otro lado del mostrador no tiene, pero a mí me sigue pareciendo igual de guapo.

—Toma —me ofrece el vaso y con la otra mano coge el billete. Me da el cambio y el ticket—. Que tengas una buena tarde y disfruta de tu café.

—Igualmente.

—Yo no tengo café —hace un puchero y me marcho sonriendo de la fila.


Me tomo mi café en silencio mientras estudio en una de las mesas de la ventana. El local está abarrotado y bullicioso, pero con tres hermanos pequeños me he acostumbrado a estudiar con bastante ruido así que esto no me molesta.

Cuando llevo un rato allí, reviso el móvil. Hay tres llamadas perdidas que borro al instante y dos mensajes. Uno de Kayla y otro de mi madre. El primero es simplemente una foto que nos hicimos el fin de semana y se había olvidado de mandar. Sin embargo, mi madre me pide que cuide de mis hermanos durante un rato porque John está enfermo y ella tiene que irse.

Me levanto de la mesa con premura, apuro lo que me queda del café y recojo mis cosas. No vivo cerca y si no consigo coger el bus que pasa en cinco minutos, me tocara esperar otros veinte.

Salgo del local rápidamente, esquivando a una pareja que entra y me dirijo a la parada de bus del final de la calle.

—¡Eh, espera! —Oigo a mi espalda—. ¡Cassie!

Mi nombre hace que me dé la vuelta para ver quién me llama. El chico del Starbucks se acerca a grandes zancadas sujetando algo en la mano.

—Te habías dejado el móvil —me dice haciendo un movimiento con la mano. En efecto, lleva la misma funda verde de rayas que me regalaron por mi cumpleaños.

—Muchísimas gracias.

Suelto un suspiro de alivio. Si no llega a ser por él me habría tocado comprarme un móvil nuevo y con mi economía ahora mismo no me lo habría podido permitir.

Alargo la mano para coger el móvil, pero él aparta la suya fuera de mi alcance. No lo había notado antes pero es bastante alto, me saca más de una cabeza. Por mucho que intentara coger el teléfono de su mano, no podría alcanzarlo.

—¿Por qué no me lo das? —Pregunto frustrada.

—Quiero algo a cambio —me responde con una media sonrisa.

—¿El qué?

—Un beso.

Abro los ojos como platos y miro al chico incrédula, registrando lo que acaba de decir.

—¡Imbécil! —exclamo.

Enarca una ceja y alza más el móvil. Trago saliva. No parece que vaya a tener muchas opciones. No soy partidaria de besar extraños, pero necesito mi móvil. De todas formas, es una petición extraña. ¿Por qué un beso?

Así se lo hago saber.

—Porque sí —dice simplemente.

Suspiro y asiento. No puede ser tan malo besar a este chico, aunque haya salido rana. Había sido muy majo antes pero ahora me pregunto si es un capullo y sólo lo hace por fastidiar.

Con una sonrisa de suficiencia, apoya una mano en mi hombro y me acerca hacia él. Estoy nerviosa. Cierro los ojos esperando el beso... que no llega. En su lugar siento algo frío y rectangular en mi mano, y unos labios cálidos y suaves posándose en mi frente.


¡Hola! 

Bien, pues está es una pequeña historia corta que estoy haciendo para el tema del mes de la iniciativa Declive Artístico que organiza LMDreamerOnly, así que no durará mucho; posiblemente cinco o seis capítulos. Aun así, espero que os paséis y me digáis que os parece ^^

Un beso lectores <3

Con C de CassidyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora