S e a l i n e
-Rumania, 1897.
El dolor es mi segundo mundo, mi refugio, me destruyen y evitan que pueda sentir algo más que intentar respirar. Ellos son el seno de quien soy hoy, los creadores de un monstruo. La sombra más grande es mi procreador, me salvo de la muerte y cada día me hace querer abrazarla de nuevo. No se trata de un padre, si no de un captor.
Me ha demostrado su amor de muchas formas, cuando apenas era una cría me rompió las piernas para ver si sanaban antes de la primavera, me corto el cabello para que pareciera un pequeño niño, me abandono en el bosque por la noche desnuda, me prohibió ir a cazar y comió de sus siervas frente a mí.
Sus hijos compartían el placer de hacerme sufrir, imitaban a su padre y era victima de sus múltiples abusos, yo solo era la mascota de una familia de monstruos.
Las noches dentro de las mazmorras eran frías, pero yo ya no lo percibía, era casi bello, paz...nadie me acosaba, durante aquellas largas horas, mi única acompañante era la luna, la miraba con estupor, ella estaba ahí, libre, tan alto, donde nadie la podía tocar. Comenzaron los gritos de cada noche. estaban cenando , no se acordarían de mi hasta el siguiente día. Probablemente Rosaline vendría a por mi para darme una ducha helada, le gustaba pincharme con agujas. Ella siempre había tenido un especial odio por mí. Un rencor enorme invadía a Rosaline, rubia, pequeña y esbelta, una princesa Rumani, que solo tenía el aspecto de un ángel. Solo podía ver el suelo cuando estaba con ella. Decidí ya no pensar en ello, y seguí contemplando la luna, hasta que las nubes la cubrieron y dieron paso a una lluvia incesante hasta el amanecer.
Rosaline llego temprano por mí, pidió que me desnudaran y me llevarán al establo. Mientras una de las muchas siervas de el amo me arrastraba por los pasillos empedrados de el castillo, algunos trabajadores y nobles me miraban, algunos con desagrado y otros con mofa. Eso dejo de importarme hace mucho, antes incluso de que dejara de ser una niña. Rosaline me encontró dentro de la bañera en el establo temblando de frió, ella lleva incluso unos guantes para que la bruma no le dañara sus pálidos y porcelanas dedos. Y comenzó a cantar con su fina y dulce voz.
"Una pequeña Rumani, que en el bosque se perdió, buscando a su padre que nunca encontro...", la canción iba sobre como me había encontrado el amo Bogdan, asesinando a mi padre y sacando le los ojos, yo era un trofeo.
Después de cepillar mi cabello Rosaline saco tres grandes alfileres, y me los clavo en las caderas, ya sabía que pasaría el dolor no era el mismo que hace unos años, pero aun así me hizo doblarme. Ella sonrío complacida e hizo que me llevaran al jardín para que se secara mi cabello.
Yo era una escena ya acostumbrada entre los muchos campesinos que trabajaban en el castillo, a nadie le interesaba verme desnuda en los jardines. Algunos de ellos que se me acercaron fueron empalados en la entradas de el castillo como advertencia, nadie podía tocar al emblemático trofeo viviente de el Bogdan. Rosaline me observaba de lejos por una ventana bajo el sol, su hermano Calo leía a su lado, con una postura impecable y un ceño fruncido.
Bogman había hecho que se construyera un elaborado laberinto enfrente de las jardineras, siempre lo miraba, pensando si algún día podría escapar por el, o morir en el. En estos momentos el conde estaba comerciando a las afueras de Rumania, lejos de sus hijos y sus temerosos trabajadores, que hacía cada una de sus tareas con el pánico de desatar su furia. Todos sabían que a su llegada Saeline sería la primera en ser requerida, la haría servirle como una de sus siervas, por lo menos unos días antes de dejarla volver a las mazmorras.
Saeline no esperaba ese día con ninguna ansía. Sin embargo Rosaline y Calo lo hacían, porque sabían que con su padre vendría un importante conde y su hijo, quienes arreglarían el pronto matrimonio de Rosaline con el hijo del conde. Y con ello, una ruta nueva de comercio que los protegería de los turcos. El regreso de el conde tardaría al menos unos 2 días más.
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Départ
Teen FictionLas noches en vela ya no son palpables, pasan desapercibidas, como un ciclo en el que yo solo estoy ahí estático, solo. Esperando por algo que se que jamás volverá. Pienso que si estuviera muerto resultaría lo mismo. Lo único que me mantiene con vi...