Capítulo 2: El castigo

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Kentin y Elena regresaron al instituto. La directora estaba en la entrada esperándoles, muy enojada.

-¡Jóvenes Kentin y Elena! ¿Cómo se les ocurre escaparse del instituto en medio de las clases?-preguntó enojada-¡Creía que eso se había terminado en usted, joven Elena! Tras la advertencia que le di de llamar a sus padres si volvía a escaparse.

-Lo siento...-dijo Elena con gran dolor en su voz.

-¡Este acto de rebeldía se acabó! ¡Se acabaron las escapadas suyas con el señor Castiel en horario escolar! Y por lo visto el nuevo se unió a ustedes... Gran conducta.

Minutos después, la directora se fue a llamar a casa de Elena, para tener una reunión sobre su conducta. Por esta vez no llamaría a los padres de Kentin, por ser la primera vez.

-Vaya... Me siento muy mal porque haya llamado a tus padres...-dijo Kentin a Elena.

-No te preocupes... Los anteriores cursos Castiel y yo nos escapábamos casi todos los días, y me lleva advirtiendo desde hace mucho que llamaría a mis padres si volvía a escaparme-una sonrisa nerviosa apareció en su rostro.

-Lo que no entiendo es como os las arregláis para pasar curso si faltáis a casi todas las clases...

-Eso es un secreto que jamás revelaré-sonrió la chica.

La directora regresó de hacer su llamada y ambos la miraron con dureza. 

-Señorita, sus padres vendrán esta misma tarde a hablar conmigo. Ah, y el señor Castiel se libra de que vengan los suyos, puesto que están de viaje... Pero en cuanto vengan también tendré una charla con ellos.

-Maldito suertudo-musitó Elena.

Kentin admiraba la tranquilidad con la que Elena se tomaba las broncas de la directora, se notaba que ya estaba acostumbrada. Él no pudo evitar que una sonrisa apareciese en su rostro... En ese momento, Castiel llegó, y para su sorpresa, la directora se acercó pacíficamente a él... Elena se tapó los oídos, y Castiel se puso los cascos y se puso a escuchar música... ¿De qué iba todo eso? ¿Acaso se esperaban una tormenta por parte de la directora? 

-¡Elena! ¿Qué está pasando? ¿Por qué os tapáis los oídos?

-Ven, Kentin-Elena le tomó la mano y salieron corriendo de allí, antes de que la directora estallase.

Cuando la chica consideró que ya estaban lo suficientemente lejos como para no oír gritar a la directora, suspiró nerviosa y miró a Kentin a los ojos... Unos hermosos ojos verdes que cualquier chica se perdería en ellos. El chico todavía estaba desconcertado. Ella se dio cuenta y decidió explicarle.

-Verás... La directora aún lleva peor lo de Castiel... Yo solamente me escapo del instituto, pero él se escapa para fumar, y encima sus padres no tienen ninguna información sobre esto porque siempre están de viaje.

-Vaya... ¿Y en qué trabajan?

-Su padre es piloto y su madre azafata-suspiró antes de proseguir-aunque no lo parezca, a la directora le preocupa mucho nuestra salud. La primera impresión que tuve yo de ella es que era una vieja gorda y despreocupada por lo que podría pasarles a los alumnos, con tal de no tener que pagar ella nada. Pero no es así, y yo te lo voy a explicar. 

-No. No quiero que me lo expliques... Creo que ya entendí. Está preocupada por lo que pueda pasarle a Castiel si sigue fumando y si no fomenta su educación. ¿Es así?

-No te equivocas... Está muy preocupada por nuestra educación... Y más porque él fume, porque fumar no es bueno para la salud... Aunque a mí me encanta respirar el mismo aire que los fumadores.

-Estás loca. Creía que tenías algo más de sentido, pero creí muchas cosas de ti que no resultaron ser ciertas... Yo en un principio te vi como una chica linda, segura de sí misma, que no le gusta meterse en problemas... Pero al final veo que si no te metes en un problema no estás tranquila. Me decepciona saberlo.

Elena le miró a los ojos. Su mirada expresaba dolor y resentimiento... Finalmente, dispuesta a alejarse de él, Kentin volvió a hablarle.

-Espera-le dijo.

-¿Qué quieres? ¿No era que te decepcionaba saber como soy en realidad?-le preguntó ella, como si estuviese a punto de echarse a llorar.

-Es curioso... En aquel bar yo también me enojé al descubrir como eres en realidad, pero al verte a punto de llorar me sentí mal y te pedí disculpas, y en esta ocasión ocurre lo mismo, solo que... No te pediré disculpas.

-Me da igual... Yo soy una chica que aguanta todo lo que esté por venir... No necesito tus disculpas para sentirme bien, me importa poco tu opinión sobre mí-le contestó ella duramente, antes de desaparecer por la calle abajo, y Kentin no le impidió que se marchase, en lugar de eso, apretó fuertemente los puños.

-Si no fueses tan rebelde... Es tu lado rebelde lo que hace que yo me enfade contigo...

Al poco rato, Elena llegó a su casa, donde la esperaba su madre con expresión de enfado... Ella se temía lo que le fuera a decir, pero pensaba afrontarlo como lo afrontaba siempre, ya estaba acostumbrada a que la directora le riñese, así que... Una bronca materna no podía ser peor.

-Pensabas que no me iba dar cuenta, ¿Verdad? ¡Pensabas que podrías salir impune!-le soltó con enojo su madre.

-Mamá... Déjame. Yo nunca pensé que podría salir impune, y me da igual que me riñas porque pienso seguir escapándome del colegio si lo veo necesario-dijo ella con dureza, ninguna de las dos tenía pintas de querer echarse atrás en aquella guerra... ¿Quién la ganaría? ¿La hija rebelde a la que no le importa lo que los demás piensen de ella? ¿O la madre trabajadora que siempre quiere lo mejor para sus hijos?

-Ah, muy bien muchachita... Echando leña al fuego, ¿Eh? Pues que sepas que yo misma tomaré cartas en el asunto... Te cambiaré de instituto, ese será tu castigo por haberte escaqueado una docena de veces de las clases-sonrió complacida ante la expresión de asombro de su hija.

-¿Cómo? ¡Pero no puedes cambiarme de instituto! Allí no tendré a mis amigos Castiel, Lysandro, Rosalya, Alexy, Armin... Ni a Kentin, que aunque sea nuevo yo puedo considerarle mi amigo.

-Eso es exactamente lo que no necesitas. Sus malas compañías. Tú necesitas la compañía de chicas finas, delicadas y educadas... No de chicas rudas como Rosalya, o de chicos que son malas influencias como Castiel. 

-¡Genial!-pensó Elena-ahora seguro que me va a mandar a un colegio en el que todas son pijas y honradas Maripilis.

-Yo quería que te hubieses encariñado con Melody, Violeta, Nathaniel y chicas y chicos de ese estilo, pero se ve que no pudo ser. Ya lo siento, nunca debí mandarte a ese instituto, solo hiciste compañías malas.

-¿Cómo te atreves a hablar así de mis amigos? ¡Son grandes amigos, no como eses que tú me recomiendas que solo piensan en los estudios y en tener enchufes con los profesores! ¿Sabes lo que te digo? Que me marcho de casa.

La tristeza y el dolor reinaban en su cara. Se fue a su dormitorio a hacer las maletas, para marcharse para siempre y no volver a ver nunca más a su madre... 


Kentin~Mi mejor casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora