Capítulo 22 ∞ Una propuesta

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.-Sol-.

-¿Lo has traído? -quiso saber Chris mientras removía su café con una cucharilla.

Saqué de mi bandolera oscura un par de folios donde estaba escrito mi trabajo. Él los cogió y comenzó a leer. Mientras, yo temblaba con la taza de café en la mano.

Aquella mañana había madrugado más de lo normal, aunque tuviese una clase a las once. Christopher me había sugerido quedar para tomar un café en una cafetería cerca del campus. Y yo me moría por saber que le parecía mi trabajo.

-Mmm -murmuró tras un segundo. Me mantuve callada viendo como alzaba las cejas, tal vez de impresión.

Me bebí el café de golpe y seguí esperando a la respuesta definitiva. No me cabía duda que Chris debía ser muy bueno en su trabajo. Tendría unos veintitantos, posiblemente estuviera acabando alguna carrera. Su barba rubia mediana le sentaba tan bien que le daba un aspecto maduro.

-Estás contratada -fue lo único que salió de sus labios. Yo no podía creer aquellas dos palabras que se repetían en mi mente.

-¡Oh, gracias!

-No las des, eres buena. Te falta práctica y en el periódico acabarás teniéndola, créeme.

Aquello me esperanzó profundamente. Estaba impaciente por empezar cuanto antes.

-Pásate mañana por la redacción, tendrás lista tu mesa -me dijo pegándole un sorbo a su descafeinado.

-Yo... no sé cómo agradecértelo...

-¿Qué te parece si te invito a cenar?

Aquella propuesta me dejó algo desencajada. ¿Una cita? Yo no tenía previsto aquello. También sabía que no podía negarle una cena a mi nuevo jefe, solo esperaba que su vida laboral no la juntará con la social.

-Claro, tengo clase ahora -respondí colgándome la bandolera del hombro y levantándome de la mesita redonda-. Llámame cuando quieras.

-Hasta mañana, Stuart.

Me despedí con una sonrisa y me fui directa a clase, la cual se me hizo demasiado corta. Ya era casi la una cuando llegué a casa y aún seguía sonriente. Mi primer trabajo en un periódico, ¿se podía pedir más?

-¡Me lo han dado! -grité entrando de golpe en la habitación de Jay. Me percaté de que estaba entre las sábanas oscuras de su cama.

Oh, mierda. Le había despertado.

-¿Elodie? -pronunció mi nombre reflejando al mismo tiempo somnolencia y confusión en su voz.

Pude ver como se reincorporaba en la cama estirando todo el cuerpo. ¿Qué hacía dormido a tales horas de la mañana? Ya era mediodía.

-Lo siento -le dije apretando los dientes por mi desvergonzado comportamiento.

Jayden tenía el pelo ladeado debido a la almohada, también, unas marcas en toda la mejilla izquierda.

-¿Te lo han dado?

-¡Sí! -soné emocionada.

-Dame dos minutos, o mejor... diez.

-Está bien -me despedí cerrando la puerta de su habitación de una forma muy contraria a como la había abierto.

Diez minutos después, Jay entró en la cocina con una toalla anudada a la cintura y otra pequeña secándose el pelo marrón oscuro. Mis ojos se fueron de la órbita al ver su cuerpo desnudo de cintura para arriba. Era una de esas esculturas griegas que son tan perfectas que parecen tener vida propia. Mis mejillas comenzaron a arder y me controlé por que no se me diera a notar.

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