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Era una mañana poco común en Phoenix, el cálido sol no se encontraba brillando, ésta mañana grandes nubes grises pronosticaban una tormenta. Haley escuchó lejanos truenos y un mal presentimiento la invadió, aun así hizo a un lado ese pensamiento y salió directo a su trabajo.
Caminó las 5 cuadras que la separaban de la empresa en donde trabajaba; cualquier persona diría que su trabajo era aburrido pero a ella le gustaba ser contadora, aunque a veces en sus días tristes se daba cuenta de lo monótona que era su vida.
Tuvo el típico día en la empresa, sin nada extraordinario, las cuentas estaban exactas y todo fue tranquilo pero a medida que pasaba el día el mal presentimiento que sentía se incrementaba, lo atribuyó a la tormenta que se aproximaba, desde niña le aterraban, por eso había decidido vivir en un lugar cómo Phoenix donde escasamente llovía.
Vió que en una hora saldría del trabajo y un escalofrío le recorrió el cuerpo, su piel se erizó y por primera vez en su vida se sintió observada, al mirar varias veces a su alrededor y por la ventana que daba a la calle se dio cuenta que era una estupidez y le restó importancia, solo era su miedo a las tormentas, le estaba jugando una mala pasada.

***

Recogió sus cosas, se despidió de todos sus compañeros de trabajo y se encaminó a casa, había anochecido precipitadamente y la tormenta se cernía por toda la ciudad. Una vocesita en su interior le dijo que tomara un taxi pero solo desechó la idea, siempre caminaba hasta su casa y ese día no iba a cambiar por una tormenta que aún no llegaba.
Caminó al rededor de dos calles cuando empezaron a caer las primeras gotas de la tormenta, siguió caminando un poco más rápido, no había llegado a la otra cuadra cuando empezó a llover a cantaros, Haley caminó más rápido, quería llegar a su casa y dormir lo más pronto posible para no sentir aquella tormenta que le aterraba, también el sentimiento de que la seguían aumentaba pero su cerebro racional le decía que estaba demasiado paranoica por aquella estúpida tormenta, a pesar de eso no paraba de mirar hacia atrás y hacia los lados mientras intentaba caminar más y más rápido, no había nada ni nadie y eso la hacía sentir que se iba a volver completamente loca, quiso tomar un taxi pero las calles estaban desiertas, entonces abruptamente se detuvo e intentó tranquilizarse, empezó a respirar hondo para calmarse no había nadie que la siguiera, verificó otra vez y todo estaba vacío, la lluvia seguía cayendo y nadie estaba por allí, retomó el paso otra vez, más tranquila, dio unos cuántos pasos cuándo sintió el sonido de alguien caminando hacia ella, sin mirar atrás salió corriendo.

Faltando una calle se detuvo y se dio cuenta que era producto de su imaginación que nadie iba detrás de ella. Volvió a respirar profundo, se reprendió mentalmente y al dar el primer paso, un pañuelo le tapó la nariz y la boca firmemente, intentó luchar, pero se dio cuenta que sería en vano, tenía todas las de perder y lo último que pensó antes de perder la consciencia fue "Voy a morir" y todo se volvió negro.

OBSESSIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora