INCOMPRENDIDO

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Sí, la tenía, estaba delante de él, jamás pensó que lo haría, esa mañana luego de tanto pensarlo y meditar el plan se había decidido, sí, ¿quién lo diría? estaba detrás de ella, sintiendo su aroma a coco tal como lo recordaba de todas las veces que había pasado por su lado y había sentido ese suave olor, ahora lo sentía de cerca, ahora podía por fin verla de cerca, sentirla, Tocarla ¡Por fin! Nunca lograría agradecer este ratito de su vida, que tal vez se le iría pronto.

Sí lo sabía, sabía que esto tenía su consecuencia, iría a la cárcel, pero valdría la pena solo por tenerla así de cerca un ratito de su vida, de su miserable vida.

La extrañaría todos los años que pasaría tras las rejas pero aprovecharía cada segundo de estos momentos con ella, sin causarle daño, ya le había hecho suficiente.
Si tan solo hubiese sido más valiente, habría hecho lo imposible para que ella se enamorara de él cuando la conoció. Pero no, había sido un cobarde, pero ella ¿qué le vería a él? La respuesta era sencilla: nada, él no tenía nada, era huérfano, su único hermano lo había amado desde que había nacido, cuando quedaron solos, lo cuidó y siempre estuvo para él, luego murió en un accidente antes de que él entrara a la universidad, le había dejado todos sus bienes. Sacó adelante su propia empresa, quería impresionarla a ella, pero a medida de pasaba el tiempo se había dado cuenta que no serviría de nada, era rico, pero eso a ella no le importaría ella era más que todo eso, algo en su interior se lo había dicho y por eso, creía que su dinero no serviría de nada, con solo el hecho de hacer esa locura lo había tirado todo por la borda, jamás tendría la oportunidad de tenerla, la extrañaría  cada año que pasara en prisión. Debió hacer lo correcto pero ya el daño estaba hecho, lo había perdido todo.

Su obsesión debió quedar en ese sótano, en tomarle fotos y ya, no en secuestrarla. Pagaría con creces, aquella estúpida decisión.

Entonces la voz de ella, lo saco de sus pensamientos.

–¿Aún esta ahí? –la voz de ella era temblorosa.
–No me temas, por favor -perdió toda la seguridad en su voz había perdido al escuchar el terror en la voz de ella.

"Besala, por única vez en tu vida y déjala en paz" le dijo una voz en su cabeza
"No seas idiota, toma más que un beso y amalá hasta el último momento" dijo otra voz en su cabeza
"No hagas esa tontería, no dañes mas todo de lo que ya lo dañaste, James piensa bien esto, tu hermano no hubiese querido que hicieras esto"
"No metas a Louis en esto, él no está aquí, él está muerto y James está aquí solo puede hacer todo lo que le venga en gana, así que, vamos por ella, mi amigo"
"No lo escuches más por favor solo déjala en paz ¿sí? ya hiciste suficiente con esto, no has hecho más nada así que liberala por favor, antes que sea demasiado tarde, no me escuchaste en todo el día, escúchame ahora"
"No te dejes ma..."
–Ya basta -Dijo furioso, lo había dicho en voz alta, que idiota. La chica atada en la silla temblaba- Corazón, lo siento no fue mi intención asustarte perdoname.

Y antes de saber que estaba haciendo se había agachado y estaba comenzando a desamarrar las cuerdas que le ataba las manos...

–¿Qué está haciendo? -preguntó temblorosa. Él no dijo nada solo terminó de desatarla y se le puso por primera vez en frente, se agacho para estar a la altura de ella y puso sus manos en las piernas de ella para mantenerse en equilibrio, la miró directo a los ojos por primera vez, ella soltó una exclamación ahogada, ignoró eso, sabía que era el miedo que sentía al verlo tan cerca.

–Perdón realmente, te pido perdón, sé que esto no cambiara nada, y estás en todo tu derecho yo mismo te llevaré a la comisaría para que pongas tu denuncia contra mí, mis actos fueron un impulso estúpido y tengo que pagar por ellos, merezco todo tu odio. Sé que mi obsesión pasó los limites que me había hecho mentalmente y realmente pido que me perdones por este daño que te he causado, te pagaré todos los daños que te hice, sé que eso no cambiara nada, no cambiará tu miedo, ni tu odio y lo siento soy una persona horrible que tiene que pagar por esto.

***

Qué diablos estaba pasando, este no era el chico que había recordado, al verle el rostro había sido tanta su sorpresa que se le había salido una exclamación. Y ahora le salía con todo esto, esto era realmente era verdad? tal vez era un sueño... ¿Quién diablos era él? Estaba loco sin duda alguna

Pero sus ojos verdes, tenían un arrepentimiento tan genuino que le creía, pero entonces, se olvidó de él por un momento, le quitó la vista de los ojos y miró a su alrededor viendo otra vez la obsesión que mostraba aquel trabajo. Lo volvió a mirar y vio que él ya no la miraba estaba con la cabeza agachada, se sentó en el suelo y comenzó a deshacer el amarre de sus pies. Lo primero que pensó fue en salir corriendo pero se dio cuenta que él era inofensivo
"No seas tonta te has dado cuenta de sus cambios de humor, está loco tienes que alejarte de él lo antes posible"
Se dijo así misma. Pero en cuanto terminó de quitar la cuerda no corrió solo esperó, quería ver que hacía él. ¿Qué estaría pensando? se preguntó, no era un sueño, pero que extraño era todo, un psicópata por lo general no tiene esa apariencia.
–Pensé que saldrías corriendo.
–Lo pensé, pero es muy arriesgado y seguro no llegaría lejos, quién sabe si es un extraño juego que tenga usted -dijo, ¡maldición! qué le pasaba era idiota o ¿qué? este hombre la había secuestrado y estaba ahí dándole ideas.
–Cumpliré mi palabra, mueve un poco los brazos y los pies antes de ponerte en pie los tendrás entumecidos y te dolerán en cuánto te levantes, menos mal no saliste corriendo hubieses caído al dar el primer paso.

No se había dado cuenta de que sus extremidades estaban entumecidas pero comenzó a moverlas lentamente ya que le pesaban kilos, cada una de ellas, luego vino el dolor, hizo una mueca y él le tomó uno de sus brazos y la comenzó a ayudar a moverlo.
–Uno por uno para que sea menos el dolor ¿si? -dijo y ella solo asintió.
Él la ayudó a recuperar la movilidad de sus brazos, pero ella se sentía incómoda cada vez que él la agarraba, como si fuera de porcelana.

En cuánto habían acabado él se puso de pie, ella también lo hizo, pero no lo pensó muy bien sus piernas aun no estaban del todo bien y casi cae, si no hubiese sido por él que inmediatamente la sostuvo, abrazándola. Él era enorme, se asustó, podría herirla en cualquier momento pero la tocaba con tanta gentileza que casi olvidó su miedo.
"¡Qué diablos estás pensando! es tu secuestrador, estúpida, dile que te suelte"
Pero antes de que ella lo dijera él la soltó empero la agarró de el brazo
–Vamos, yo te sostengo mientras, te vuelves a acostumbrar al peso de tu cuerpo -dijo visiblemente incómodo por el abrazo, ella solo asintió, juraba que su lengua se la habían comido los ratones, no lograba pronunciar palabra alguna.

Ella comenzó a caminar junto a él hasta llegar a las estrechas escaleras, los dos no cabrían por ella, solo uno atrás del otro.
-¿Puedes sola? Si no, te aferras a la baranda ¿si?
Hizo un sonido que era como un "Sí". Ella pensó que iría de primero pero él subió de primero, entonces ella lo siguió aferrada a la baranda, él iba encorvado ya que como era un gigante no cabía allí.

No supo porqué pero cuando iban a la mitad ella volteó a ver todo aquello, un escalofrío le corrió por la espalda seguida de una extraña sensación en el estomago, sacudió su cabeza y volvió la mirada, se dio cuenta que él la miraba al pie de las escaleras, ella bajó la mirada y subió los escalones que le faltaban. Él sacó una llave y abrió la puerta, entonces se dio cuenta de porqué había subido de primero. Él abrió la puerta y la luz blanca del exterior de la casa la cegó instantáneamente alzó su mano hasta tapar sus ojos.

OBSESSIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora