IV

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19 de septiembre de 2015.

Querido diario,

Primero de todo, pedirte disculpas una vez más por tardar tanto en escribirte, esta vez, me he pasado un mes entero sin escribirte, pero este último mes no han pasado cosas interesantes en mi vida, solo podría decirte, que estuve fuera de casa. Y ¿sabes que he aprendido durante este mes?

1. El alcohol puede hacerte olvidar las penas (al menos durante un tiempo)
2. Ignora comentarios que no son de tu incumbencia, pues a veces pueden llegar a afectarte.
3. Piensa más en tí, tienes tiempo para los demás.

Te preguntarás a que viene todo esto, pues bien, puede que hoy solamente te explique el tercer punto, el resto te lo contaré otro día. Diría que este no ha sido mi mejor año, lo empecé con el pie izquierdo y conforme ha ido transcurriendo ha ido empeorando, mis días consistían en depresiones continuas, y todas nocturnas. Pues bien diario, llegó el verano y esperé con todas mis fuerzas que éste fuera el mejor del mundo, pero por lo visto el mundo estaba contra mí. Este verano no tuvo nada en especial, pasé un mes en mi casa y otro mes fuera de esta, apenas ví a mis amigos, pero si pude pasar tiempo con mi familia, y durante ese tiempo me dí cuenta de que mi familia sería los que estarán para toda la vida. 

La mayoría del tiempo nos centramos tanto en los amigos que no nos damos cuenta de quienes son los que realmente estarán toda la vida, puede que algunos amigos te duren, yo no digo que no, diario, pero tanto tú como yo sabemos que el 98% de tus amigos se quedarán atrás y se olvidarán de tí. Bien, pues como te iba diciendo, no podemos estar tan cegados con los amigos, te lo digo yo, que quizá sea la primera que lo hace, pero durante este tiempo, he aprendido que cuanto más te preocupas por "un amigo" menos se preocupa él de tí. Sí, como lees, te dejo un ejemplo, un amigo puede decirte todos los problemas que tiene, sin excepciones, y como es lógico tú, como buen amigo que eres intentas ayudar dándole algunos consejos o simplemente apoyándolo. Pues bien, ahora llega tú turno, te encuentras fatal, sientes una presión en tu pecho que nunca antes habías sentido, te tumbas en tu cama y empiezas a llorar, porque eso es lo único que puedes hacer ahora y sin saber que hacer, decides llamar a tu amigo, ese al cual ayudas constantemente, este contesta tu llamada y tú le explicas tu problema o quizás tus problemas, pero este simplemente dice, "tía joder, no sé que decirte" o puede que te diga "te entiendo", cuando tú días antes le habías dado todo tipos de consejos para que se sintiera bien, o al menos lo intentaste.

Quizá antes de darlo todo de nosotros hacia otras personas, deberíamos pensar primero en nosotros, puede que algunos piensen que suena egoísta, pero si pensar en mí y en mi estado es ser egoísta, a partir de ahora en vez de llamarme Helena, os permito llamarme Helena la egoísta.


¿Que hay, querido diario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora