Capítulo 1

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-Pareces queso italiano ¡ricootaaaaaaa!

- ¡Tú con tantas herramientas y yo trabajando a mano!

Esto pasa cuando el coche se descompone y tienes que caminar al trabajo. Todos los días escucho una retahíla de "piropos" que si los escribiera podría armar una muy buena antología. Lo peor es que la calle alterna está en obras así que no puedo esquivar la construcción que está una cuadra antes del edificio en que trabajo.

- ¡Quien fuese bizco para verte dos veces!

No me molestan pero tampoco los disfruto. Apresuré el paso y bajé de la banqueta para cruzar la calle.

-Perdona, ¿no tendremos algún amigo en común?

Sobresaltada me detuve frente a un hombre con chaleco naranja jódeme la vista. Llevaba casi 2 semanas recibiendo todo tipo de frases gritadas por los obreros y nunca antes se habían atrevido a acercarse y mucho menos a cortarme el paso. Aferré mi paraguas, era mejor tenerlo listo por si acaso.

No respondí, no lo miré. Lo esquivé y crucé la calle a toda prisa. A lo lejos escuché las carcajadas de los demás trabajadores, seguramente estaban burlándose del tipo con chaleco. Cinco minutos más tarde estaba cruzando las puertas del edificio. Saludé a Emmanuel el chico de recepción que me devolvió el gesto con su usual sonrisa aniñada. Cinco pisos después, mi barneybolsa colgaba en el respaldo de mi ergonómica silla giratoria, y el paraguas descansaba en el bote de basura. Debo estar al pendiente de que la Sra. Mago no lo tire, ya una vez lo rescaté de su carrito de limpieza.

Un golpe en la puerta me hizo dar un brinco, desde que encendí la computadora al llegar he estado sumergida en mi monitor leyendo contratos. Me enderecé y di permiso para que entraran. En el umbral estaba Lili, la asistente del Director Comercial, es una buena chica pero habla por todos los orificios del cuerpo. Si quiero que se vaya rápido debo atenderla y pretender estar muy pero muy ocupada o la tendré aquí, hablando de la última muñeca que su hija quiere, del traje que compró para su gato y que su vecina le robó para su chihuahua y como a su vez ella se lo quitó a medio parque al chihuahua; bien decía mi bisabuela "el que de prestado se viste, en la calle lo desvisten".

-Buenos días nena -agitó la mano y dio un brinco, siempre he pensado que erró de profesión y debió trabajar de conductora en plaza sésamo.

-Hola Lili, ¿en qué puedo ayudarte? -directa y al grano. Hoy no quiero saber nada de vecinas malandras.

-Acaban de traerte esto -entró y detrás de ella venía el chico de recepción cargando un delicado arreglo floral.

Decir que estaba sorprendida es quedarse corto, nunca en mis 24 años de vida me habían enviado flores al trabajo. Tampoco es que lleve 24 años trabajando. Lili parloteaba sin ton ni son ¿cómo puede hablar tanto sin detenerse a respirar? Llega un momento en que su voz empieza a disminuir hasta un murmullo, como que de tanto que habla llega un punto en que se le va la voz, uno puede pensar que al fin se va a callar pero entonces carraspea y regresa con mayor ímpetu.

- ¡Pero nena! -Odio que me diga nena, se lo he dicho desde la primera vez que lo hizo pero con el tiempo me di por vencida, para ella todas somos nenas en este edificio -, ¿no piensas leer la tarjeta? -preguntó cerrando la puerta una vez que Emmanuel hubo salido.

Todavía sorprendida y, porque no decirlo, un tanto confundida enfoqué al arreglo floral que adornaba la esquina derecha de mi escritorio. Cuando iba a hablar me di cuenta que aún tenía la boca abierta. Carraspee un poco y miré a mi compañera.

-Gracias Lili -la despedí con una inclinación de cabeza. Su expresión no cambió y continuó parada delante de mi escritorio. A veces me pregunto si es tan inocente como aparenta. Estaba decirle que no pienso mostrarle la tarjeta cuando el grito de ¡Lilia! resonó en el pasillo.

- ¡Ups! Creo que mi jefe me busca -rio tontamente y se dio la vuelta sin despedirse. Su tarareo de libre soy de frozen se perdió cuando cerró la puerta.

Volví la vista a la esquina derecha de mi escritorio. Entre las flores sobresalía la punta crema de una tarjeta. Me quedé observándola sin decidirme a estirar el brazo y tomarla. ¿Qué podría suceder? Probablemente sea de la empresa por mi cumpleaños. Es dentro 6 meses pero a lo mejor aquí son precavidos, apenas tengo 2 meses aquí y no conozco bien las políticas. Sabía que estaba pensando burradas incoherentes, como siempre que estoy nerviosa, así que casi sin darme cuenta la tomé.

La tarjeta tenía unos trazos curvos en relieve. Me temblaba la mano cuando finalmente le di vuelta y leí.

Perdona,

¿No tendremos algún amigo en común para que pueda presentarnos?

No tenía firma.

Entre Flores y PiroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora