Relaciones cálidas

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Un suspiro de alivio y desconcierto acompaña mi despertar mientras que el brillo de los números del reloj digital que todavía no ha sonado me trae de vuelta a mi vida. Podría quejarme de tener un sueño tan largo y justificar mi disconformidad con esta vida, pero mi mayor defecto es que duermo muy bien. Con mi cama desatendida, la luz entrando por la ventana viendo como ilumina el polvo levantado por el viento y el calor tan incómodo, me levanté a comenzar mi ritual matutino.

—Saluton mondo. ~

Despertar justo cinco minutos antes de que suene el despertador es innecesario, aunque el escándalo que produce al llegar la hora exacta me despierta completamente. Hoy día no quiero ruidos extraños que me perturben la tranquilidad así que decidí apagar el viejo reloj digital el cual estaba sumamente desgastado y empolvado por el tiempo de vida que lleva. Menudo traste de medio uso que tengo en la habitación.

La habitación no tiene cosas que lo hagan resaltar salvo los rayos del sol que entran por la ventana cuando está cerca la hora de despertar. Justo apuntando hacia el este donde está la cerca que divide mi casa con la del vecino. Al lado opuesto se encuentra mi cama a la cual el sol molesta toda la mañana rebotando hacia todos los rincones. Hacia los pies de mi cama se encuentra paralelo a la pared se encuentra la puerta. Tantas veces que cruzo a través de ella hicieron que me olvide los detalles de la misma por lo que ahora no será el día excepcional donde me propongo a observarla. Iré al baño para prepararme.

Apenas entro a la habitación llena de azulejos examino mis ojos y no veo rastros de cansancio. Aunque mi "ojo vago" derecho sufre al forzar enfoque puedo concluir que todo está bien, incluso mi salud física. Un pequeño baño me hará bien.

El comedor es pequeño, pero para nada incómodo. La pequeña mesa redonda donde desayunamos a diario esta justo en el centro de la sala donde a unos pasos se encuentra la cocina, lejos del rebote de luz que llega desde la sala de estar. El desayuno en este lado es pobre pero exquisito y satisfactorio: unas rodajas de pan untadas en margarina y una taza de té de canela es el cielo cuando acostumbras una rutina tan pesada. Mi uniforme de instituto, impecabilidad pura junto a un excelente peinado, la corbata bien acomodada y las ganas de terminar estos dos últimos años de secundaria, hicieron olvidar temporalmente aquella vida ficticia.

Ciertamente aquí la vida es distinta. Aunque parezca extraño vivo con Mira, mi tutora, desde que me recogieron de la inundación que ocurrió en las orillas del río hace dos años, y desde entonces he recibido un cierto trato preferencial en la ciudad. La televisión pública y la prefectura decidieron hacerse cargo de mí y, de cierta manera, mi vida estaba casi hecha hasta entrar a la universidad. Más extraño aún, es que aun visitando traumatólogos y en terapia rehabilitadora con famosos psicólogos no han logrado descubrir la causa de mi amnesia. Puedo hablar perfectamente dos idiomas, tengo conocimientos de matemáticas básica y se perfectamente mi nombre, aunque no exista en ningún registro del mundo ficticio, Meiseki Yume, es el nombre con que me identifique a todos cuando recupere la conciencia. ¿Qué significa eso? Yo no lo dije con claridad, sino que lo escribí usando símbolos raros que yo mismo he dicho su pronunciación a pesar de que estaba en mi peor estabilidad mental. "Meesak yumi", "Meski iuma", nombres mal pronunciados que supuestamente es mi nombre verdadera identidad. Hasta ahora no entiendo porque lo relacionaron con el japonés si solo han acomodado las silabas de acuerdo a como lo pronunciaría un japonés. Seguramente uno de los doctores del centro de salud era descendiente asiático y lo relaciono con su idioma natal. Pasé cursos de nivelación especial en academias en medida de mi condición psicológica mostrando increíble facilidad para el aprendizaje. El recuperarse de un accidente tan grave y sin tener secuelas se puede considerar un milagro.

—Mañana iremos al supermercado, ya se están agotando las verduras, ¿puedes venir más temprano? —

Quien se ha sentado frente a mí y ha preparado todo lo necesario para el desayuno es mi tutora y amiga Mira, quien cuida de mi hasta que esté completamente recuperado. Como medida de seguimiento, mi psicólogo recomendó que tenga alguien que se haga cargo de mi para controlar mi tratamiento y sea un apoyo emocional. No tenía a nadie, ni familia ni amigos, ni siquiera una mascota, por lo que eso para mí era imposible estar bien emocionalmente.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2017 ⏰

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