Wampira

El principio del cambio

                                                       

Era entrada la noche del día de mi cumpleaños, cuando vi suceder un acontecimiento que marco mi vida. La felicidad que sentía desde el día en que tenía conciencia hasta entonces se arruino.

Él había acabado con mi familia en un abrir y cerrar de ojos mientras yo simplemente podía observar desde el marco de la puerta sin poder hacer nada. Estaba en estado de shock mientras veía como la poca sangre que quedaba en el cuerpo de mi madre se filtraba por dos pequeños orificios en su cuello. Mi padre yacía en la alfombra con la garganta abierta y ahogándose en su propia sangre.

Ante la imagen, que registraban mis ojos y que tardaba de procesar mi cerebro: Quería gritar, quería llorar, pero no podía. Simplemente me fui sentando lentamente en el suelo esperando a que mi novio, o más bien lo que fuera que sea, terminara de alimentarse de mis padres, o eso al menos daba la sensación de estar haciendo. Yo era la siguiente, de eso no me quedaba la menor duda, pero prefería morir allí en vez de vivir con el remordimiento todo lo que me quedará de mi vida. Porque definitivamente era mi culpa.

Esa tarde había decidido presentarle mi novio a mis padres. Iba a aprovechar la cena que hacíamos por el festejo de mi cumpleaños. Hacia dos meses que salíamos y me pareció oportuno que lo conocieran el día de mi cumpleaños. Era un joven encantador que había conocido en una cafetería. Era divertido y apuesto pero jamás se me ocurrió pensar que fuera un vampiro. ¿Cómo podía ser? Esas criaturas solo existían en la ciencia ficción. Todo parecía un mal sueño del que deseaba despertar pero lamentablemente no podía hacerlo.

Después de una agradable tarde de paseo por el parque, y en el que note ansiedad de parte de mi pareja, finalmente llegamos a mi casa. En ese momento pensaba que su ansiedad era por conocerlos, ahora sé lo equivocada que estaba.

Momentos atrás, mientras subía a cambiarme de ropa, escuché los gritos de mis padres. Baje al comedor y me encontré con la peor escena de mi vida. No podía dejar de mirar, no podía correr, aunque la mirada de mi padre antes de terminar de morir, me lo imploraba. Yo solo me sentía de piedra en el lugar, completamente paralizada.

Mi madre expidió un último gemido con el que al fin se desmayó y poco tiempo después cayó al suelo como un saco de patatas de los brazos ensangrentados de mi novio. Supe al instante, que su vida había terminado de extinguirse, al igual que la de mi padre que me miraba con la mirada fija y perdida en la nada. Grité de dolor ante la situación mientras Cristopher se reía a carcajadas de mí, que me agazapaba en el suelo sin huir. Se acercó lentamente pero con paso decidido y en vez de matarme como a mi padre, me levanto del suelo y me llevo a mi habitación.

No podía reaccionar, aún seguía shockeada cuando él comenzó a desvestirme y disfrutar de mí. Solo cuando se introdujo dentro y mordió fuertemente mi cuello, me deje llevar y comencé a luchar. Traté de sacármelo de encima mientras gritaba. Pero él solo parecía excitarse más y disfrutar incontrolablemente de la situación. A pesar de luchar por soltarme, me era imposible, me tenía completamente dominada y debilitándome cada vez más por la pérdida de sangre.

Le suplique que parara pero solo se rió aún más de mí, y bebió con mayor intensidad. Mis párpados comenzaron a pesarme y los colores a verse borrosos. Mi mente dejo de coordinar los pensamientos y mis extremidades a adormecerse. Hasta que finalmente termine desmayándome mientras iba perdiendo lo poco que quedaba de mi vida.

¿Dónde estoy? Solo puedo ver oscuridad. Miré a donde miré, puedo ver el negro rodeándome completamente. Puedo escuchar un murmullo lejano, pero solo eso, no distingo las palabras. Poco a poco comenzaron a tener sentido aunque la oscuridad siguió a mi alrededor. Traté de concentrarme y pude entender lo que decían pero no lo comprendía. Eran palabras que me llegaban como un extraño susurro pero no podía conectar bien mis ideas para razonarlas.